lunes, 4 de enero de 2021

"Los Reyes Magos sí existen", José Antonio Hernández Guerrero

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Los Reyes Magos sí existen

Ya sé que el Evangelio de Mateo habla de estos personajes sin darnos sus nombres, sin afirmar que fuesen reyes, ni que fueran tres.

Pero estoy convencido de que, dotados de todas esos rasgos con los que hoy los dibujamos, “existen en la realidad imaginaria” de la tradición, en las entrañas íntimas nuestra cultura, en la médula de las creencias populares y en el diccionario habitual del lenguaje popular. Al menos tendríamos que reconocer que existe de la misma manera “efectiva” que, por ejemplo, Ulises, el primer gran héroe de la literatura, Don Quijote de la Mancha,  personaje más universal de la Literatura española, o Hamlet el legendario personaje que, creado por Shakespeare, era un soñador y un contemplativo que estaba sumido permanentemente en sus dudas y en sus ilusiones. 

Me atrevo a afirmar, incluso, que en la actualidad los Reyes Magos están vivos en nuestras mentes porque intervienen alentando nuestros sueños, nuestros deseos de ser sorprendidos con regalos y nuestras esperanzas de experimentar nuevas vivencias. Los Reyes Magos nos proporcionan la oportunidad de acceder a un mundo creado por la imaginación de ese niño que fuimos y que seguimos siendo porque, por muy racionales que nos creamos los adultos, los sueños siguen animándonos para que busquemos alicientes nuevos y experiencias inéditas, para que compensemos los temores generados por la dichosa pandemia. 

Estas reflexiones se me han ocurrido tras conversar con un amigo que está hospedado en la Residencia de Ancianos de San Juan de Dios. Me confiesa que, a sus 96 años, sigue creyendo en los Reyes Magos y que, en muchas ocasiones durante su larga vida, los ha visto y ha hablado con ellos y les ha mostrado su agradecimiento por esos regalos que tanto le han servido para soportar algunos de los golpes que ha recibido. Me ha explicado con detalles cómo, desde hace algún tiempo, cuando se acercan estas fechas, le invade una creciente inquietud cuando piensa en la velocidad con la que crecen las dificultades para que los Reyes cumplan con su complicado oficio. Hace unos años -me dice- era suficiente con que repartieran pelotas, trenes o patines a los niños, y muñecas, cocinitas y costureros a las niñas. Por eso viajaban en aquellos parsimoniosos camellos. Fíjate cómo, en la actualidad, traen numerosos regalos a todos los miembros de la familia: a los hijos, a los padres, a los abuelos, a los nietos, a los tíos, a los sobrinos y hasta al perro y al gato.  

Él lamenta, sin embargo, que, a pesar de esos excesos de regalos,  cada vez es más difícil colmar las ilusiones porque -me dice textualmente- en los tiempos actuales, cada vez somos más los niños y los adultos a los que no nos falta de nada: hay que ver la desilusión que experimentan algunos cuando, tras recibir todos los regalos que habían pedido, siguen tan insatisfechos y tan vacíos como antes. Son aquellos que viven en permanente desasosiego porque no disfrutan con lo que poseen y porque sufren con lo que tienen los demás. Son los que descubren que el caballo de cartón piedra, el balón de reglamento, la Barbie, la videoconsola, el televisor de plasma, el móvil, el ordenador e, incluso, el automóvil son globos multicolores que, cuando explotan en sus manos, sólo contienen aire a presión. Os deseo -queridos amigos- que este año los Reyes acierten con vuestros deseos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Con su edad de adulto y creer en los Reyes Magos, será posible!!
No me estoy refiriendo al escritor, se lo estoy diciendo a ese niño de 96 años.
¡Ya quisiéramos muchos estar en una residencia de anciano y seguir creyendo en algo...
Ya quisiéramos muchos otros llegar a esa edad y seguir pensando sin que nos duela nada.
Ya quisiéramos el resto seguir soñando con cualquier edad...
Ya quisiéramos algunos
-simplemente- seguir viviendo...

Y otros..., ¡morir ya!

Lo dice un cristiano, mahometano y mártir, que ya pasó por todo, y solo le hace falta pasar por "eso que ahora se lleva y está de moda..."
Acertaste, pero pronto se verá si es o no es necesario infectarse y no morirse.
Aún es pronto para yo saberlo, solo hace dos días que me vacuné...

SAMRYC

Anónimo dijo...

.

CABALLITOS DE CARTÓN

Mi juguete favorito era un trozo de pan.
¡Qué hambre había en aquellos años!
El hambre nos no dejaba jugar
y jugando, el hambre matábamos.

No teníamos juguetes, bueno...Sí
teníamos muchísima imaginación.
La caña de la escoba, un caballo,
una tabla y una cuerda… un camión.
Huesillos de cerdo, eran las tánganas,
las piedras eran la distracción preferida
Y siempre cachetes y castigos,
raro era el día que no venía con una herida.

Un año me trajeron Los Reyes un caballo
bueno, un palo con la cabeza de un jamelgo.
Y a mi hermana como un crucificado,
con los brazos abiertos, un rígido muñeco.

Muy temprano salí con mi caballo
calla arriba, calle abajo al trote.
Un par de horas y estaba ya cansado
fuimos los dos a beber, agua a la fuente.

Yo metí el hocico de mi rocinante
en el agua de pilón, del abrevadero.
Para que bebiera y mientras yo bebía,
la cabeza del caballo se había abierto.

Estaba hecho con hojas de periódicos,
con gachuela de harina aglutinadas.
Con ojos negros y negras bridas,
de pelo gris, decían que mano pintadas.

Volví a mi casa hecho un mar de lágrimas,
con la cabeza del caballo toda deshecha.
Mi hermana había bañado a su muñeco,
también aquel pepón se había deshecho.

Vinieron las vecinas al escuchar los llantos,
a ver que lo que en mi casa ocurría.
Hubo risas y una con mucha gracia dijo:
¿Cómo ha llegado el SUR
si hoy es día de Reyes
y en las fiestas no se edita?

28 de octubre de 2006.

Don José Antonio, que los Reyes en los que creo, le concedan todos sus deseos y las peticiones que diariamente hace para nosotros. Gracias


Antonio
.

Campuscrea dijo...

Gracias -querido amigo Antonio- por tus sinceras y oportunas palabras. Un abrazo como expresión de mi amistad y de mis deseos de que sigas leyendo estos artículos y, sobre todo, la vida, la importancia de las cosas y el significado de los episodios. Cuídate.