lunes, 5 de noviembre de 2018

Video 32: "Jimena en el Recuerdo", por Isidoro Herrera

Isidoro Herrera -Canal Youtube: Risco1945- , ha creado un nuevo vídeo fotográfico y musical con imágenes antiguas de Jimena y los jimenatos. El número 32 de la serie JIMENA EN EL RECUERDO.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los años de mi niñez
que los viví yo en un pueblo.
Y que ahora en la vejez
con nitidez los recuerdo.

En Navidad y año nuevo
mucho frío en esa sierra.
Si no helaba, nevaba,
entonces, venía el latero.

No era de allí ese hombre
decían que era forastero.
Que venía con el frío
que se lo llevaría el viento.

Cuando el día despuntaba
con voz quebrada gritaba.
El Latero, el latero,
se hacen jarrillos de lata.

Se sueldan satenes y ollas
y con una tapadera,
a perolas y cacerolas
se les echan culos nuevos,

Era un gitano delgado
pequeñito, muy moreno.
Con un bigotillo fino
tocado, con un sombrero.

Sus pantalones de pana
con piezas de varios colores.
Con una camisa azul
de nácar eran los botones.

Con una corbata negra
dicen, que luto tenía.
Y una chaquetilla gris
que casi no le servía.

Porque le estaba pequeña
y abrocharla no podía.
En los pies, unas alpargatas
negras muy descoloridas.

Con boquetes en las punteras
que al no llevar calcetines
los dedos se le salían,
las uñas se les veían.

El cajón de las herramientas
de banqueta le servía.
Y aquel anafre redondo,
donde carbón encendía.

Que cogiéndolo del asa
como a una noria giraba,
para el fuego avivar,
y que se hiciera la brasa.

Yo que era muy pequeño,
no iba aún a la escuela.
El día entero lo pasaba,
viendo trabajar al latero.

El pobre que con el frío,
los dedos, se les entumecían.
Ponía las manos en el fuego,
tratando de calentarlas.

Admiraba aquel trabajo,
el martillo, las tenazas
y las tijeras de hierro
con que cortaba las latas.

Su destreza al soldar
y como doblaba la pestaña,
para poner un fondo nuevo,
a ollas que estaban picadas.

Entonces yo ya decía
que cuando fuese mayor,
tenía que ser latero
y que jarrillos de lata haría.

Al anochecer en mi casa
la chimenea encendida,
y algo de comer en la mesa,
que calentito me sentía.

Mi padre siempre decía
-Voy a buscar al latero,
que si duerme bajo el puente,
de esta noche, el pobre no pasa.

Esperad a que yo vuelva,
compartiremos la cena.
Y al calor de la candela,
va a dormir aquí en la casa.

A la mesa lo sentaba,
y mis padres sin cenar,
si había poca comida,
esa noche se quedaban.

Pasado ya algunos años,
al latero, lo vi un día.
Le dije quién era yo,
y me preguntó enseguida.

¿Que como estaban mis padres?
Mi padre, hace años que murió.
El latero, se puso a llorar,
lloraba con desconsuelo.

Ese viejecito, el latero,
me abrazó diciendo: Lo siento,
tu, tuviste un buen padre,
yo sé que está en los cielos.

Pasado ya algunos años,
yo estaba pasando apuros,
estaba pidiendo limosnas.
Un viejo me miró y dijo:

-Yo soy el latero hijo
y me ofreció cuatro duros.
Que yo no quise aceptar,
lo vi viejo, delgadito.

Él me había reconoció,
sus ojos llenos de lágrimas,
y su voz entrecortada,
me dijo balbuceando.

-Acéptame este dinero,
no puedo darte cobijo.
Porque yo no tengo casa,
vivo aquí, en este asilo.

Era Navidad y llovía,
también hacía mucho frío.
Los cuatro duros los conservo,
siempre los llevo conmigo.

La mala racha pasó,
me casé y tuve hijos,
todos ellos emigraron,
ahora soy ya viejecito.

De nuevo… La Navidad,
me siento solo en mi piso.
Quisiera como el latero
vivir, y morirme en el asilo.

31.12.2007.

Anónimo dijo...

El Niño del Corchado