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El rapto de Psique
En cada noche se estremecen con el contacto de piel con piel.
En cada instante renovados besos aceleraban sus ritmos cardíacos, que perduraban con caricias despojadas.
Ternura que no quiere alimentarse de requiebros, sino de una entrega sincera que se enfrenta con el destino una y otra vez.
Él sí fue herido con sus propias flechas y con el tiempo cautivado por la perseverancia de un amor verdadero.
Él sí fue herido con sus propias flechas y con el tiempo cautivado por la perseverancia de un amor verdadero.
Ella siempre a su lado, su cuerpo vinculado a una naturaleza enardecida de sus manos calientes ungidas.
Las sábanas tan sólo cubren sus cuerpos desnudos, que se acercan hasta fundirse en gemidos de placer
Y al final de la noche, cuando llega el amanecer, eternamente se desvanecen suspirando …
Esperando de nuevo renacer con la llegada del ocaso.
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