miércoles, 18 de julio de 2018

"Un oasis donde evadirse", por Luís Alberto Fernández Piña

Luís Alberto Fernández Piña ha publicado este relato en la sección de narrativa del núm. 32 de la revista del Club de Letras de la Universidad de Cádiz SPECULUM, que se publica en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, y dirige José Antonio Hernández Guerrero.
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UN OASIS DONDE EVADIRSE

Sucedió tan de repente que al instante se vio sumergida en un inmenso bosque. Respiró hondo, por fin lo había logrado de nuevo y podía estar un rato en paz. Caminó despacio por él, sintiendo el suave cosquilleo de la hierba bajo sus pies. Decenas de libélulas y mariposas la rodeaban, jugueteando entre ellas sin dejar de volar de un lado a otro. Tenían tantos colores como los arcoíris que veía en los días lluviosos. Una rama crujió sobre su cabeza, levantó la vista y descubrió a un lobo arbóreo. Su pelaje era denso, y lo cambiaba de color a cada rato. Observó, asimismo, que las copas de los árboles rebosaban de aves de todas las tonalidades. Estaba asombrada ante tanta belleza que la rodeaba. Se sentía tan bien que, tras un pequeño salto, se elevó unos metros del suelo y comenzó a planear sobre los árboles. Buscó el final del bosque hasta que ante ella apareció un campo enorme y verde, repleto de flores. En él había un ser gigantesco caminando con tranquilidad. Este solo tenía un ojo en su frente, y su abundante pelo, de un color amarillento, le recordó al pasto seco. El ser la miró, sonrió, y levantó su enorme mano, saludándola. Entonces supo que él era el guardián de aquel mundo tan maravilloso y exótico.

Astrid abrió los ojos y el mundo que había imaginado desapareció por completo; volvía a enfrentarse con la realidad que le resultaba tan cruel. Su padre había dejado de gritar, al fin. Ya no estaba presente, se habría marchado al bar para beber y nublar aún más su oscura mente. Su madre estaba sentada en el sofá. Se cubría la cara con las manos, sollozando. ¿Algún día acabaría esa pesadilla? Ahora tan solo tenía que volver a abrazar y besar a su madre hasta calmarla, como hacía todos los días.

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