Leído en el diario Europa Sur. Por su interés reproducimos esta noticia.
ELENA CORREA
Una de las mujeres que mejor conoce la receta del famoso piñonate retira su dulce del mercado.
A Milagros Sarrias le ha llegado la hora de la jubilación y descansa al fin de horas y horas de trabajo preparando de manera artesanal el postre para numerosas tiendas de alimentación ubicadas en Jimena, Algeciras, La Línea, Cortes de la Frontera o Ubrique, entre otros lugares.
Un árabe entró ayer por la tarde en un comercio decano en dulces de Algeciras interesándose por el piñonate. La propietaria avisó al cliente de que peligraba el futuro del dulce porque tristemente la maestra que lo preparaba con esmero en Jimena había cumplido 65 años y no había descendencia que quisiera heredar el legado.
El árabe salió de la tienda esbozando una sonrisa entre cómplice y triste. Jubilada desde principios de verano, Milagros aseguraba ayer desde su casa en La Estación, sin perder la sonrisa, eso sí, de que no es su intención que su producto desaparezca.
"En Jimena las abuelas lo fabrican para toda la familia. Una panadería también lo prepara. Nosotros llevábamos desde 1986 vendiendo y repartiendo piñonate de manera artesanal con patente y bajo estrictas normas sanitarias. Pero he trabajado mucho y ha llegado la hora de descansar", explica. Milagros no cierra la puerta a quien quiera adquirir la patente y admite que incluso enseñaría a preparar el preciado dulce.
No obstante, deja entrever que el problema de su continuidad radica en que la gente de hoy en día no tiene ganas de trabajar. Mejor dicho, la gente quiere ganar mucho dinero sin hacer nada, añade la artesana. "La vida ha cambiado mucho y nadie quiere complicaciones", claudica.
Sarrias tiene dos hijos varones que se ganan la vida con profesiones que nada tienen que ver con la hostelería. Además, sus nueras también se ganan la vida con actividades relacionadas con sus estudios. Con este panorama, Milagros no tiene un heredero o heredera para su piñonate. "Si hubiera tenido una hembra", confiesa.
Por su parte, la dueña del obrador que da la bienvenida a los que acuden a Jimena por La Estación, recuerda que no tiene la receta guardada, si se compara con la de la Coca-Cola.
Orgullosa de haber aprendido esta maravillosa destreza gracias a su abuela y a su madre, asegura que como todas las recetas conocidas popularmente, cada maestrillo tiene su librillo. Así, será la manera de unir los ingredientes y las manos de Milagros, las que dan un toque genuino a este dulce heredado de los árabes.
Hace veinte años, Milagros echó manos a este negocio porque, reconoce, sencillamente le hizo falta económicamente. "Hice un importante desembolso, construí el obrador y pasé todos los registros sanitarios. Todos estos años la producción ha sido importante aunque variaba según la época", señala. Desde la fabricación que empezaba a horas intempestivas hasta la distribución recaía en manos de Milagros y su marido, otra pieza clave de este milagro.
Cuando en Jimena de la Frontera se corrió la voz de que cerraba el obrador, algunos vecinos se acercaron hasta su casa para hacerle proposiciones decentes. Desde gente que quería alquilarle la confitería hasta interesados en adquirir la máquina que fabrica el piñonate, como si se tratara de un bizcocho que sale manufacturado a espuertas.
Nada más lejos de la realidad, esta repostera lleva veinte años a sus espaldas mezclando ingredientes de primera calidad con mazos y palas de madera.
Una masa que necesita horas de dedicación. Un perfecto punto de miel que sólo se logra, especifica la artífice, con mucho amor. Ése es el truco, el único que nunca ha escondido Milagros. El siglo XXI parece enconarse con las tradiciones. La gente ya no está por la labor. Es cierto que esta jimenata no echa de menos levantarse a las cinco de la mañana ni estar 18 horas de pie elaborando el dulce que se ha ganado la fama a pulso, nunca mejor dicho, incluso allende de nuestras fronteras, como en Francia o Alemania. Pero no cabe duda que de no remediarse esta situación, la Navidad será menos sin Milagros fabricando piñonate. Por eso, concluye, no olvida en ningún momento a la gente que le ha mostrado su cariño. Es de bien nacidos ser agradecidos.
Una de las mujeres que mejor conoce la receta del famoso piñonate retira su dulce del mercado.
A Milagros Sarrias le ha llegado la hora de la jubilación y descansa al fin de horas y horas de trabajo preparando de manera artesanal el postre para numerosas tiendas de alimentación ubicadas en Jimena, Algeciras, La Línea, Cortes de la Frontera o Ubrique, entre otros lugares.
Un árabe entró ayer por la tarde en un comercio decano en dulces de Algeciras interesándose por el piñonate. La propietaria avisó al cliente de que peligraba el futuro del dulce porque tristemente la maestra que lo preparaba con esmero en Jimena había cumplido 65 años y no había descendencia que quisiera heredar el legado.
El árabe salió de la tienda esbozando una sonrisa entre cómplice y triste. Jubilada desde principios de verano, Milagros aseguraba ayer desde su casa en La Estación, sin perder la sonrisa, eso sí, de que no es su intención que su producto desaparezca.
"En Jimena las abuelas lo fabrican para toda la familia. Una panadería también lo prepara. Nosotros llevábamos desde 1986 vendiendo y repartiendo piñonate de manera artesanal con patente y bajo estrictas normas sanitarias. Pero he trabajado mucho y ha llegado la hora de descansar", explica. Milagros no cierra la puerta a quien quiera adquirir la patente y admite que incluso enseñaría a preparar el preciado dulce.
No obstante, deja entrever que el problema de su continuidad radica en que la gente de hoy en día no tiene ganas de trabajar. Mejor dicho, la gente quiere ganar mucho dinero sin hacer nada, añade la artesana. "La vida ha cambiado mucho y nadie quiere complicaciones", claudica.
Sarrias tiene dos hijos varones que se ganan la vida con profesiones que nada tienen que ver con la hostelería. Además, sus nueras también se ganan la vida con actividades relacionadas con sus estudios. Con este panorama, Milagros no tiene un heredero o heredera para su piñonate. "Si hubiera tenido una hembra", confiesa.
Por su parte, la dueña del obrador que da la bienvenida a los que acuden a Jimena por La Estación, recuerda que no tiene la receta guardada, si se compara con la de la Coca-Cola.
Orgullosa de haber aprendido esta maravillosa destreza gracias a su abuela y a su madre, asegura que como todas las recetas conocidas popularmente, cada maestrillo tiene su librillo. Así, será la manera de unir los ingredientes y las manos de Milagros, las que dan un toque genuino a este dulce heredado de los árabes.
Hace veinte años, Milagros echó manos a este negocio porque, reconoce, sencillamente le hizo falta económicamente. "Hice un importante desembolso, construí el obrador y pasé todos los registros sanitarios. Todos estos años la producción ha sido importante aunque variaba según la época", señala. Desde la fabricación que empezaba a horas intempestivas hasta la distribución recaía en manos de Milagros y su marido, otra pieza clave de este milagro.
Cuando en Jimena de la Frontera se corrió la voz de que cerraba el obrador, algunos vecinos se acercaron hasta su casa para hacerle proposiciones decentes. Desde gente que quería alquilarle la confitería hasta interesados en adquirir la máquina que fabrica el piñonate, como si se tratara de un bizcocho que sale manufacturado a espuertas.
Nada más lejos de la realidad, esta repostera lleva veinte años a sus espaldas mezclando ingredientes de primera calidad con mazos y palas de madera.
Una masa que necesita horas de dedicación. Un perfecto punto de miel que sólo se logra, especifica la artífice, con mucho amor. Ése es el truco, el único que nunca ha escondido Milagros. El siglo XXI parece enconarse con las tradiciones. La gente ya no está por la labor. Es cierto que esta jimenata no echa de menos levantarse a las cinco de la mañana ni estar 18 horas de pie elaborando el dulce que se ha ganado la fama a pulso, nunca mejor dicho, incluso allende de nuestras fronteras, como en Francia o Alemania. Pero no cabe duda que de no remediarse esta situación, la Navidad será menos sin Milagros fabricando piñonate. Por eso, concluye, no olvida en ningún momento a la gente que le ha mostrado su cariño. Es de bien nacidos ser agradecidos.
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