jueves, 30 de julio de 2020

"Rumbo a la historia", por Manuel Mata

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RUMBO A LA HISTORIA

La hora del alba sería cuando Rodrigo, buscando la salida de la ciudad, cruzaba el mercado de los alfareros donde los más madrugadores montaban ya sus tenderetes. De reata Puritana, la mejor mula de toda la casa, enjaezada como para ir de fiesta.

En su mente anidaban el temor y la congoja, pero también la ilusión y la esperanza de una nueva vida llena de enigmas e incertidumbres, de libertad y aventuras.

A los siete años, su padre, azacán del barrio, lo entregó a los Robledo-Vinuesa para que sirviera, primero como porquero y más tarde como mozo de cuadra, en la hacienda “Alabanzas”, base del negocio de arriería, comercio y contrabando que regentaba la respetada familia de hidalgos sevillanos.

Todo, a cambio de una comida diaria de pan de centeno, cebolla y tocino, un camastro cubierto por zalea de cordero merino vuelto, y una manta de lana tundida para las noches de frio que allí, pegado al arenal, eran muchas.

Poco es una mula para pagar diez años de explotación y miseria,  concluyó al vadear el río por la aceña de Coria buscando el Camino Real de Poniente que le llevaría adonde la Providencia o el Destino quisieran.

Capotillo pardo de dos haldas cubriendo una camisa de arpillera, calzón de lino azul con bonete de la misma color, borceguíes datilados de cordobán, pelo bermejo recogido en una albanega de fustán, cayado en la mano, y un pellico colgado del arzón delantero donde guardaba una navaja damasquina, y un mendrugo de pan con queso de cabra. Ése era todo su equipaje.

En el cruce de Pilas, la querencia, que tira en los animales tanto o más que en las personas, hizo que Puritana enfilara la trocha de Cortegana, hecha a ir y  venir cargada de corcho de Portugal. “A melhor cortiça do mundo”.

Tras superar a unos cuadrilleros de la Santa Hermandad, ataviados con ropa larga de negro bocací, ballestas y bodoques a la espalda, y a lomos de palafrenes tordos, que marchaban en expedición a las tierras de Al Jaraf: ¡Quedad con Dios, hermanos!, Rodrigo decidió llegarse hasta Almonaster donde vivían unos parientes dedicados a fabricar colmenas aprovechando troncos de árbol ahuecado y panas de desecho.

En la plaza del pueblo grupos de saltimbanquis y titiriteros provistos de atabales y chirimías anunciaban, con brincos y danzas, el inicio de las fiestas patronales. Delante, marcando el camino de la comitiva, el alguacil, a quien Rodrigo pidió cuenta de la dirección y situación de su familia, contestándole éste que días pasados marcharon a la costa marina: “parece que se trabaja en un grande acontecimiento que ha de cambiar el mundo. Que cuenta con los dineros de nuestra reina, y que hacenle falta buenos artesanos de la carpintería. Allá fueronse todos”.

Así que después de dos días de caminata, bajando por Valdelamusa, Niebla y Moguer, Rodrigo llegó hasta un pequeño fondeadero rodeado de casas de adobe y chozas construidas con pasto de castañuelas, al que los lugareños llamaban Palos.

Abarloados al único malecón de la dársena, tres bajeles había, donde marineros afanábanse en consolidar las sentinas de carga, limpiar pañoles y baldear cubiertas. Órdenes y contraórdenes de oficiales y sobrecargos aumentaban la confusión, el caos y las prisas que lo invadían todo.

En la más pequeña de las naves, donde los foques crujían con fuerza por el viento de levante, Rodrigo encontró colgados, dentro de cestas de mimbre, a sus familiares que por la amura de estribor calafateaban el cuerpo del barco. Tras los abrazos y la alegría por el reencuentro, su abuelo le recomendó que se llegara a la nave capitana donde sabía que buscaban grumetes.

Eres joven y sano, seguro que tenemos trabajo para ti. ¿Cómo te llamas?, preguntó el contramaestre, un tipo largo de bigotes, patillas de hacha y cuchillo corso en un tahalí que le cruzaba el pecho.

Juan Rodríguez Bermejo, pero todos me llaman Rodrigo.

Juanes y Rodrigos ya tenemos varios ¿De dónde eres?

De Triana.

Entonces, desde hoy, serás Rodrigo de Triana, sube.

Al amanecer del tres de agosto de 1.492, después de rezar un padrenuestro y un avemaría, la tripulación se apostó ante los espeques del cabrestante, levaron anclas que quedaron suspendidas chorreando agua y moluscos; desde tierra alguien soltó las jarcias de amarre, el bauprés apuntó hacia mar abierto, el petifoque se tensó, las velas se hincharon, y una espuma blanca y limpia acarició el pie de roda a modo de despedida.

¿Rumbo, mi capitán?  Preguntó el timonel de popa.

Rumbo a la Eternidad, respondió Cristóbal Colón.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Mata me ha hecho viajar al siglo XV con una facilidad extraordinaria.
Cómo si fuera una película

Anónimo dijo...

Manolo hoy has batido el récord.
37 palabras buscadas
Soy la del diccionario

Anónimo dijo...

Genial Manolo!

Isabel I dijo...

Sr. Mata, durante la lectura de su relato me ha hecho sentir acompañante de Rodrigo y Puritana. Yo que solo me moví en Palacios.

Unknown dijo...

Fascinante...

Pacurro dijo...

Que digo, que no haya dicho.

Anónimo dijo...

Las historias inventadas sobre la historia de Manuel Mata.
muy entretenidas aunque le doy la razón a un comentarista para leer esto hay que tener el móvil al lado buscando palabras.

Isabel Allende los Mares dijo...

Manolo Mata:Le felicito por su magnífico relato. Su talento en el arte de la escritura es más que evidente. Realmente, las musas siempre le acompañan cuando se sienta ante un papel en blanco presto a desarrollarlo. Sin esfuerzo y sin pasión por cortar historias para uno mismo y para compartirlo con los demás, no sería posible. Enhorabuena por su compromiso personal con la escritura que tanto me hace soñar...

Vasco de Gama dijo...

Es un relato con falta de equilibrio literario debido al abuso sin tregua de términos generalmente desconocidos. Y ello, hace que la historia contada pierda protagonismo y sea absorbida por el uso desmedido de la terminología anteriormente señalada. Resulta difícil leerlo sin tener que consultar constantemente el significado de muchas palabras. Las otras dos posibilidades son igualmente nefastas : ir anotando en un papel a modo de listado para su posterior búsqueda o bien, parar en cada término y buscarlo en ese momento.
En fin, es mi opinión literaria. En cualquier caso, reciba usted mi felicitación por estos escritos que siempre serán bienvenidos, con independencia de la crítica respectiva, un saludo.

Vasco de Gama dijo...

Se me olvidaba decirle que no estaría mal su grata respuesta a los distintos comentarios que recibe. De este modo se produciría u mini diálogo entre el autor y los lectores. Esto siempre es necesario.Muchas gracias

Anónimo dijo...

Pues que quieres que te diga Vasco. Yo toda la vida usando un tahalí en el campo y sin saber que se llama tahalí.
Yo le decia la funda del cuchillo para no cortarse
desde ahora dire que donde esta el tahali.

Anónimo dijo...

Vasco de Gama estoy de acuerdo con tu primera opinión.
No con el segundo que quieres un mini diálogo entre el autor del relato y los lectores pero jugarias con la ventaja de esconderte en un seudónimo.
No me parece bien.

Gonzalo Polo dijo...

❤️

Anonimo dijo...

El juego con las palabras es extraordinario. Nos remontamos a esa época en la que cada cosa era llamada por su propio nombre.