lunes, 16 de marzo de 2020

"Un domingo no cualquiera", por Cristóbal Moreno "El Pipeta"

Imágenes desde la vivienda de Cristóbal Moreno..
>>> Cristóbal Moreno Romero "El Pipeta" en buceite.com
--
UN DOMINGO NO CUALQUIERA

-
¡Cof, cof, coff…! Hoy ya es domingo, 15 de marzo de 2020, un día que quedará grabado en la historia de España, después del aviso de ESTADO DE ALARMA
(Artº. 20 del Real Decreto 463/2020 del 14 de marzo 2020 B.OE. núm. 67, páginas 25390 a 25400) promulgado por el Gobierno Español, en voz de su Presidente actual del Gobierno de la XIV Legislatura, el Excmo. Señor D. PEDRO SÁNCHEZ PÉREZ-CASTEJÓN, para la gestión de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. Cosa rara, pero lógica, todos los presidentes de las Comunidades Autónomas, le secundan dando sus derivadas instrucciones televisivas, salvo el Presidente Torra de Cataluña,  que no para de poner travas, incluso para ésto.

            En cuanto a nuestro Juan Manuel Moreno Morilla, Presidente de Andalucía, en su salida televisiva se le notan las ojeras del trabajo y la preocupación, pero especialmente, más que el cansancio, agota la gran responsabilidad, reducida en bastante por las del propio Presidente del Gobierno, al que se le ha añadido de forma cercana y familiar, este común problema.

                                  ----------------------------------------------------------------

            Me cuenta mi vecino que no me acerque a él, ni de ir a su casa con ningún cuento, que le duele la cabeza, pero menos que ayer. Habla desde su balcón y yo desde el mío, separados por la calle, por tanto distancia correcta y cada uno en su casa.

            Cuenta que se ha levantado temprano, cansado de la incertidumbre de ayer, y apesadumbrado por los acontecimientos y recorrido del virus, y de tanta propaganda televisiva y en todos los medios:

-         Parece el fin del mundo y solo es una guerra entre un virus y los humanos, ¡más muertos hay en una guerra!, dice.

-         Si, pero en una guerra sabes de donde te vienen los tiros y aquí ni los oyes ni los ve; te pasan rozando los virus y…, no te puedes ni agachar, ¡le dio al vecino, si, al abuelo, y ya no tendré con quién jugar a las cartas!; con razón los perros aúllan tanto, tanto ayer como hoy, ¡como presienten los jodidos!.

-         Es verdad, en este caso lo presienten del temor de sus amos, de su incertidumbre, de su cambio de hábitos y estado de ánimos, - aclara.

-         Bueno, los perros presiente muchas cosas antes que los amos, -le digo.

-         Yo creo que lo presienten por éste profundo silencio, por ésta soledad de movimientos, y también por los ánimos, claro! –responde.

-         Bueno, lo del silencio fuera, porque en casa, rodeado de nietos por todos lados, incluso llorando los más pequeños,  porque no les dejan salir a la calle, y es que: ¡ellos no lo entienden, no pueden entenderlo!, los mayorcillos anda, pero los pequeñines, offú…, con los pequeñines, ni cuentos, ni tele, ni na, de na. ¡Un día y ya no les entretiene ni dibujos animados, ni teléfonos ni ordenadores ni nada, contra más 15 días encerrados y…, los que puedan venir…! –le auguro.

-         ¡Mira por ahí va Paco con el coche!, a dónde irá?. –No hizo falta ni preguntarle, al ver nuestra cara, hace ademán con una mano de que va a comer, mientras que con la otra conduce.

-         Dice que va a comer, pero lo que querrá decir, es que va a echarle de comer a los animales¡ -le hago saber a mi vecino.

-         Si, unos con una cosa y otros con otra, cuando llevemos algunos días más aquí metidos, verás tú si buscamos excusas! ¡Cómo lo coja la Guardia Civil o los Municipales, le va a costar el dinero!

-         ¡Venga hombre, que será verdad, tiene gallinas, conejos, perros y hasta el huerto! –digo, justificándolo.

-         ¡Si, claro, igual que Romualdo “El carajote”, que tiene quince perros de la rehala para caza mayor, los cuales saca sólo para cazar en las monterías o montearlos de furtivo, y esta mañana los ha ido sacando de uno en uno con su correa y todo, y por todas las calles del pueblo haber si había algún bar abierto. 15 perros, 15 horas que se ha tirado en la calle paseando a los perros, ¡bueno…, buscando donde tomar una copa!.


Al fondo de la casa de mi vecino, tras de él, se escucha: ¡¡Que nó, que nó y que no, como os lo voy a decir, que   ¡“ no -  se - sale - de - casa “!, que lo dicen los médicos!! ¡Y tú, Miguel, déjate ya de chácharas y vamos a desayunar que la mesa está puesta!.

                        Pasan las horas del domingo dentro de casa, el domingo y yo; mi esposa y yo, y la soledad necesaria y agradecida de unos abuelos, que entienden esa excepción de visitas “somos vulnerables, dianas del virus”. Para cualquier cosa nos hablamos desde los patios anexos, ventajas de la cercanía familiar. En las distintas cadenas de televisión: ¡Corononarivirus, coronavirus, y coronavirus, y en el ambiente un fantasma, un enemigo que no se ve.

                        Las familias y sus hijos, todos los vecinos de este pueblo: San Pablo de Buceite entero, mi pueblo, permanecen sin salir en sus casas, salvo muy rarísimas excepciones, hoy es domingo, mañana es otro día de incógnitas, pero vamos todos a una.

                        Llega la tarde, y el silencio duele en los oídos. Estoy deseando oír un coche: cada hora pasa alguno solitario, sin estruendo de música, parece no tener ni claxon: su conductor no parece humano, parece un robot de movimientos cronometrados, vista al frente sin pestañear siquiera, ni me vio. Hecho de menos a los coches y a sus jóvenes y alegres conductores ¡Qué pase otro coche, por favor, que son música ronroneante, para mis acostumbrados oídos! ¡Me duelen los oídos llenos de grillos! No están acostumbrados.

                        Y no pasa nadie. Y no rebotan las pelotas en las paredes: sin la alegría de los niños las calles están muertas ¡O, por fin,  ahí viene un niño!, es del vecino y trae una bolsa en la mano ¿Será  de costura para mi esposa? Bajaré a abrirle la puerta. Al abrirle me arroja la bolsa desde seis pasos antes de llegar a la puerta, ¡esto para tu mujer! Da media vuelta y corre asustado como un conejo hacia su casa; llega y pese a su edad, no más de nueve años, sube los escalones saltándolos de dos en dos. Solo al llegar arriba miró hacia mí, sonrió y con la misma rapidez se metió en su casa, dando un portazo que en el silencio sonó como un cañón.

                        Seguro que su madre, en prevención y mirando por mi, le habría dicho que no se acercara ni a mi ni a mi esposa, ¡¡coño, 66 años no es para tanto!!, bueno..., 67 dentro de cinco días, es lógico, así debe de ser, hay que ser fuerte y cumplir con las instrucciones diarias de los responsables políticos y sanitarios; habrá que respetar las órdenes de los alcaldes y agentes de la Autoridad.

Si alguien desea comunicar sospecha de coronavirus, deberá llamar al teléfono:                                

-  *900 400 061*, si tiene síntomas o ha estado en contacto con una persona con coronavirus, o que venga de una zona de riesgo.

 -  955 545 060, para cualquier otra información acerca del coronavirus, contactar con Salud Responde.
----





4 comentarios:

Cristóbal Moreno dijo...

LUNES 16.- Calles vacías, sólo coches aparcados, alguna furgoneta o camión que pasa cada cierto tiempo y los perros que no callan, porque no están acostumbrados a tanto silencio, y les ladran furiosos a ese silencio y a cualquier eco lejano. Incluso hoy lunes, los leves sonidos de trabajo apenas se oyen, suenan preocupados, como a ilegales y traicioneros, por no estar con sus familias. La gente trabaja a escondidas del virus en sus talleres y almacenes, los albañiles y peones se parapetan tras los ladrillos o tras las paredes que construyen, y los hortelanos trabajan a hurtadillas por medio y alrededor de los árboles de las huertas. La vista de los pájaros le alegran más que nunca. Todos los vecinos cumplen con sus clausuras, obedecen a rajatabla las indicaciones de las autoridades y autoridades sanitarias, solo salen de sus casas a lo más necesario y urgente, saludándose desde lejos; aunque siempre hay algunas descerebradas excepciones que hay que evitar a toda costa por el bien de todos. ¡VA MUY EN SERIO!
Alegran por lo verde del campo y lo azul del cielo, algunos pajarillos autóctonos, pese al celo, tienen un vuelo lento y pesado de trinos lastimeros; los que vienen del resto de Europa para anidar aquí, también vienen escasos y débiles de tono, en contraposición con los que hacia acá, ya morenos, están pasando el Estrecho cargados sus picos de variados y alegres cantos, ellos parecen que están más acostumbrados a las calamidades y enfermedades, pero también a esa alegría de negra faz, tan pobre y necesitada, sufrida e inocente. Éstos jilgueros, trigueros, verderones, camachuelos, y el verdecillo o chamarín entre otros, traen al menos, algo de música celestial ante lo poco bueno que se oye, y lo ansiado y bueno que queremos oír.
Paciencia, suerte y prudencia para todos mis vecinos y paisanos.

Anónimo dijo...

.

Silencio, silencio,
silencio en la calle,
silencio en el pueblo.
No se oye ni un ruido
tan solo de vez en cuando
un automóvil que pasa
con el motor silencioso
con un ruido, ronco y sordo
Como si fueran eléctrico,
como si tuvieran sordina.
No hay chiquillos en la calle
jugando a la pelota,
ni tampoco al pilla-pilla.
Casi ningún viandante,
Algún que otro abuelete
paseando a la perrita.
No hay palomas picoteando,
ni tórtolas que se arrullan,
ni parlanchinas cotorras
en las palmeras de la avenida.
No se escuchan los ladridos
de perros de los vecinos
solo algún que otro, que aúlla.
Los niños de los vecinos
no lloran pidiendo calle,
ni tampoco dice tacos
el loro de mi vecina.
Todo es silencio trapense
en estos días de retiro
por culpa de coronavirus
que nos llegó de la China,
como una maldición bíblica.

.

Anónimo dijo...

PUES AL DE PROTECCIÓN CIVIL SI SE LE ESCUCHA BIEN Y EN ALGUNOS CASOS HASTA ASUSTANDO A LOS MIÑOS , INFORMACIÓN SI ESTA BIEN. PERO COMENTARIOS ABSURDOS ASUSTANDO A NIÑOS? HOMBRE UN POCO DE CONOCIMIENTO

Anónimo dijo...

Eso es lo que queria nuestro excelentisimo alcalde, dureza acompañada del terror.