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PREÁMBULO.- Comenzaré diciendo, que siendo yo un jovenzuelo imberbe, recibí, para pasarlo a máquina de escribir, de un hombre conocido y vecino de nuestro pueblo, y del que no puedo acordarme, un escrito dedicado al emigrante y del que más adelante hablaremos. Él lo titulaba “POEMA DE UN EMIGRANTE”, por su sentimiento merece leerlo.
PREÁMBULO.- Comenzaré diciendo, que siendo yo un jovenzuelo imberbe, recibí, para pasarlo a máquina de escribir, de un hombre conocido y vecino de nuestro pueblo, y del que no puedo acordarme, un escrito dedicado al emigrante y del que más adelante hablaremos. Él lo titulaba “POEMA DE UN EMIGRANTE”, por su sentimiento merece leerlo.
ENTRADA.- Cumplido los 14 años, con y sin Certificado de Estudios Primarios bajo el brazo, se terminaba la escuela primaria, y tocaba trabajar en lo que fuera y hubiere. Trabajos que donaban como limosnas, donde éste y éstas escaseaban por doquier.
Para seguir estudiando había que pagar, o muy rara y excepcionalmente, algún pobre con mucha suerte o muy lumbrera, podía hacerlo a través de becas. Primero había que pagar Ingreso; después seguía el Bachiller Elemental, que era desde 1º a 4º de bachiller, se hacía Reválida y superando 5º y 6º ya conformaba el Bachiller Superior. Para el Bachiller Superior había que trasladarse por propios medios fuera de San Pablo, y, naturalmente costeándose los estudios más los desplazamientos, u hospedajes y comidas, si lo hacías fuera de Jimena de la Fra.
Para los que no podían costeárselo, habían una serie de experimentos que pocas veces llegaban a su finalización, ejemplo del "Bachiller Radiofónico" nocturno, es decir, el Bachiller Elemental, que pasó llamarse Radiofónico porque los temas, aparte de libros, se recibían en cassette. Aquí en San Pablo, normalmente el horario era de 20 a 22 horas, en las “escuelas nacionales” (Públicas) con el maestro D. Miguel Blanco. En este pueblo, por este medio, nadie pudo obtenerlo al completo, pues ante la falta de alumnos, debido a causas diversas, casi siempre relacionadas por las necesidades familiares y el trabajo, las clases cesaron y con ellos los gastos que al gobierno ocasionaba (de unos quince, quedaron solo dos alumnos, lo que no era rentable -de aquelllos dos, yo era uno, y que renaudé muy posteriormente-). En muy pocas poblaciones los resultados fueron positivos, quizás únicamente en Benalup de Sidonia.
Se hacían otros tipos de estudios, como alumnos que estudiaban Magisterio por libre, las Permanencias, y, también, las clases de Adultos mucho después. Por otro lado estuvieron los Plantales de Extensión Agraria, dirigidos a todos aquellos que no poseían el Certificado de Estudios Primarios; preparando a los alumnos además, para los trabajos técnicos del campo. (Ésto último poco o nada conseguido). En nuestro pueblo, los problemas en las familias más necesitadas era tener que ayudar en el mantenimiento de las familias; había que trabajar desde muy temprana edad, y teniendo 18 años, incluso emigrar junto a su/s padre/s
Las familias emigraban a Cataluña o las Vascongadas (el gobierno ditactorial siempre benefició a esas regiones en prejuicio del resto, muy expecialmente en prejuicio de Extremadura y Andalucía. Al extranjero emigraban normalmente los cabezas de familia, especialmente a Francia, para hacer la campaña de la remolacha, la uva y otras frutas; muy raramente se llevaban a la familia. Igualmente hacia Alemania, pero allí era por mucho más tiempo y cuando se asentaban solían llevarse a la familia; en Alemania la mayoría trabajaban en fábricas o en la construcción, y como en el caso del referido escrito como basurero u otras profesiones que ellos no querían ejercer. A Suiza también se emigraba, pero menos.Mientras que los padres de familias se encontraban en el extranjero, la familia que aquí quedaba, o bien recibian el dinero por correo (especialmente los de larga duración) o iban sacando los alimentos de las tiendan y éstos tenderos, que no eran todos, iban apuntando en una libreta los alimentos que se llevaban, y cuando volvía el cabeza de familia pagaba las deudas.
E aquí, un repaso de la vida familiar de los pobres en aquellos tiempos, al menos así era en nuestro pueblo, muy similar en ésto al resto de Andalucía.
Por sus características, centraremos el poema del que hablaba, colgados los almanaques del periodo entre 1959-1973, muy posterior al exilio republicano, y simultáneamente al éxodo rural, del campo a la ciudad dentro de España, o a países europeos, principalmente a Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y el Reino Unido. Ayer la mayoría iban sin cultura, hoy nuestros hijos y nietos, desgraciadamente o no, emigran con sus carreras acuestas, un desaucio de jóvenes preparados.
La persona que me lo entregó lo titulaba: "POEMA DE UN EMIGRANTE". Cómo vivencia o biografía personal de este anónimo escritor tan exacta y viva cómo la de cualquier otro emigrante antecesor nuestro, es digna de ser leída. Sólo con eso estaríamos homenajeando a aquellos emigrante de la Postguerra e incluso a los que hoy en día, con las actuales políticas, les están obligando a buscarse la vida fuera de esta nuestra Patria.
POEMA DE UN EMIGRANTE
Señores, os voy a contar la vida del emigrante: A unos les da por llorar y a otros por ser tunantes.
Señores, os voy a contar la vida del emigrante: A unos les da por llorar y a otros por ser tunantes.
Cuando salí de mi casa con la maleta en la mano, llevaba en mi pensamiento un recuerdo muy sagrado, mis hijos estaban durmiendo no los quise despertar, por no tener valor para poderlos besar.
Mi madre estaba en su lecho, aparentaba dormir, pero yo estaba satisfecho que en quien pensaba era en mi, que no había tenido valor para poderme despedir. Mi mujer se levantó y me quiso hacer cafés y yo le dije que no, que lo tomaría después y entonces le dije “Adiós hasta que vuelva”. Que valor hay que tener para poder demostrar a su mujer y sus madres que un hombre no debe de llorar, como yo lo demostré. Las lágrimas me brotaron, estuve una hora llorando, porque entonces comprendí lo que estaba pasando: que yo dejaba a mis hijos y me iba a tierra extraña, sin saber si iba a volver, ya que me monté en el tren con los demás compañeros, tube que reconocer que yo no era el primero que había tenido que salir para por el maldito dinero.
Mi madre estaba en su lecho, aparentaba dormir, pero yo estaba satisfecho que en quien pensaba era en mi, que no había tenido valor para poderme despedir. Mi mujer se levantó y me quiso hacer cafés y yo le dije que no, que lo tomaría después y entonces le dije “Adiós hasta que vuelva”. Que valor hay que tener para poder demostrar a su mujer y sus madres que un hombre no debe de llorar, como yo lo demostré. Las lágrimas me brotaron, estuve una hora llorando, porque entonces comprendí lo que estaba pasando: que yo dejaba a mis hijos y me iba a tierra extraña, sin saber si iba a volver, ya que me monté en el tren con los demás compañeros, tube que reconocer que yo no era el primero que había tenido que salir para por el maldito dinero.
ALEMANIA, esa cosa tan extraña y el dinero que nadie dice no quiero.
La primera carta que escribí a mis seres querido es que estaba bien y bien asistido. La constestación que tube no era menos halagüeña, “aquí estamos todos buenos y con ganas de que vengas”; pero quien me garantiza que me dicen la verdad, lo mismo que yo les engaño, ellos me pueden engañar, me dicen que están buenos y luego no lo están. A los treinta y nueve días, yo mandé un giro a mi casa, mandé nueve mil pesetas, la cosa estaba muy escasa y así sucesivamente voy mandando dinero, aunque allí digan la gente que trabajo en los basureros. Con mucha honra lo hago..., ¡trabajo en los basureros!, para mi es un alago, y si he de ser sincero, yo no acaricio ni amago y trabajo por dinero. Ese metal tan maldito que nadie dice no quiero.
Muchos padres de familia están trabajando aquí, unos se portan muy bien, y otros no sé que decir, se le nota en el semblante que ya no saben sufrir, van muy tirados para adelante diciendo ya estoy yo aquí. Hay padres de familia con el rostro envejecido, que se acuerdan de su madre, de su mujer y de sus hijos. Se acuerdan que en España sus gentes no tienen cobijo, ese hombre no se engaña, él sabe que también es hijo de su madre de su alma, se sientan uno con ellos y siempre hablan de lo mismo, siempre mentando a su madre, a su mujer y a sus hijos.
Aquella tierra bendita que tubo que abandonar, aquel pedazo de España que él no puede olvidar, que ganas que llegue el día de que podamos regresar, y decir con alegría: “yo no pienso irme más”. Hay quien no piensa lo mismo, son desgraciados dementes, y también le da lo mismo que se rían de él la gente, éstos son más desgraciados quizás sean más inocentes. Ellos se creen enterados, ellos se creen inteligentes. Ellos creen más desgraciado al hombre que tienen enfrente, y ni siquiera han pensado que aquel piensa con la frente porque se lo han demostrado.
Ese hombre envejecido que apenas habla nada, es un hombre muy medido, es un hombre que no habla, es un hombre que ha venido a dejarse las entrañas, para que vivan sus hijos. A unos le oí decir cuando recibieron una cartas, si supiéramos escribir, ¿por qué tendremos esta falta?. Yo recuerdo de pequeño que mi padre me decía: ¡si yo tuviera dinero en la escuela te tendría!. Esta es la conversación que dice con el semblante como el que pide perdón. ¡Olé los hombres valientes ejemplos de caballeros!. Usted piensa con la frente y le demuestra al mundo entero, que el que sabe sentir siente, con dinero y sin dinero.
¿Y su mujer que dirá, y sus hijos y su madre?. Ellos dirán es mi padre, la madre dirá es mi hijo, es un hombre y no lo sabe, porque él le da a sus hijos lo que no le dio su padre, sus hijos saben leer, también saben escribir, pero se pregunta él: ¿sabrán sus hijos sufrir?, no lo tienen que aprender, y yo que no se leer, y yo que no se escribir, como puedo yo aprender a llorar y a reir, otros son más diferentes, quizás sean más afortunados, esos rien, esos sienten, esos son más desgraciados, esos se pasan la vida de muy distinta manera, esos ya casi no miran a los que tienen a la vera, ya tienen la fe perdida, ya no se acuerdan de nada, no sabe si tiene familia, no se acuerdan de sus caras, que lástima de sus hijos, de su mujer y de sus hermanas, que lástima de este hombre que no sirve para nada, ya no se acuerda siquiera que su tierra está en España, ya no quiere escribir más, aquí termina mi obra, me tenéis que perdonar y si me falta o me sobra, digo siempre la verdad, si alguno queda ofendido y se le pone tiezo el cuello aquí encontrará a un amigo, en San Pablo de Buceite que es su pueblo.
AMÉN.
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2 comentarios:
Buen artículo Cristóbal.
Ameno, interesante y dando a conocer cómo eran aquellos tiempos.
Enhorabuena.
Un colega.
Buen documento histórico. Yo también tuve familia emigrante. Recuerdo las lágrimas de mi abuela. Enhorabuena por este trabajo
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