lunes, 19 de diciembre de 2016

"Envolviendo ilusiones", por Salvador Delgado Moya

Hombre con niño en un bombardeo en Alepo. Foto de Unicef.
Os voy a contar con todo detalle como estoy viviendo mi Navidad.

Mi Belén es tan grandioso y ostentoso, que todas las noches, mi pueblo, se llena de destellos y serpentinas, iluminando el cielo y dejando anulada la oscuridad. Si te fijas, verás como los cometas y los cohetes dibujan una perfecta trayectoria impactando en la desazón, protagonistas nocturnas, que hacen que hasta el más ciego de los ciegos, pueda intuir su magnitud.

    Todos los edificios, son distinción de situación ni grandeza, están engalanados para la ocasión. Están las veinticuatro horas del día de puertas y ventanas abiertas, y si se puede abrir algún que otro boquetito, pues también se hace.
    Para darle aún más veracidad a nuestra Navidad, intentamos no derrochar del suministro  eléctrico, por eso, utilizamos velas, y así le damos al ambiente un toque de recogimiento…
    Todas nuestras calles están levantadas, llenas de escombros, es debido, a que las están adecentando  para el recibimiento de nuestros Reyes Magos.
    Y que este año, los Reyes, nos traerán los mejores regalos que podamos imaginar. Pero creo que vienen mimetizados de camuflaje y portan armas para poder defenderse de las personas enamoradas de lo ajeno.

    Todo esto es lo que me dice mi papá todas las noches. Yo, mientras tanto, he decidido mandar esta carta a los Reyes Magos, os la voy a leer, pero por favor, os pido absoluta discreción, no quisiera que cualquier otro niño pidiese lo mismo que yo…
    Dice así:
    “Queridos Reyes magos, soy un niño musulmán, que cree en la Navidad y que vive en un país llamado Siria.”
    “Creo que me he portado bien, por eso lo primero que desearía es que me devolvieras a mi mamá y a mi hermana, porque desde hace ya bastante días no sé nada de ellas”.
    “A estas alturas no sé quiénes  son los buenos y quiénes los malos. Lo que sí sé, es quienes son las víctimas”.
    “También me gustaría que me trajeras una buena dosis de lágrimas, para compartirla con mi padre, porque el pobre, de tanto llorar, seguro que tendrá al límite sus reservas”.
    “Necesitaría una excavadora, para limpiar todas las calles de sufrimiento”.
    “También mucha pintura, para disimular con colores la dejadez humana”.
    “Me vendría bien una calculadora, para cuantificar el horror, el miedo y la impotencia”. 
    “También una pala, para dar sepultura a tantas y tantas almas”.
    “Y como no, unos zapatos, para poder huir. Huir rápido, muy deprisa, para dejar atrás este holocausto y encontrar el sosiego y el descanso”.
    “Y lo más importante, necesito una cantidad ingente de abrazos… de abrazos llenos de solidaridad, de explicaciones, de calor y de entendimiento”.
    “Y algún manual que me explique cómo poder volver a sonreír… por más que lo intento, no lo consigo”.
    “Ya puestos, necesito analgésicos para frenar mi ansiedad, mi dolor y mi padecimiento. En vez de serpentinas, tráeme bolsas de suero; en vez de dulces, tráeme bolsas de sangre; en vez de confetis, tráeme vendas;  y en vez de cena, tráeme vendas”.
    “Si en un futuro pudiera hacerte nuevas peticiones, sería buena señal, porque significa que estaré vivo… si no es así, no te preocupes, estaré con mamá y con mi hermana viendo lo maravilloso  que  este mundo y esta puñetera vida, puede llegar a ser”.
    Gracias mundo…
    Desde Alepo- Siria, Feliz Navidad y un beso enorme para todos.
    ¡Qué bonita es la Navidad! ¿Verdad?

                                Fdo. Salvador Delgado Moya

2 comentarios:

Gonzalo Polo dijo...

Gracias, Salvador, por dar a conocer la triste realidad de la ciudad de Alepo. Sólo quiero comentar, que allí conviven musulmanes y cristianos, aunque éstos viven en la zona este, mucho menos castigada. Tal vez este dato haga que otras gentes tomen conciencia de la terrible realidad que se vive en la cuna de la civilización, pues para con los cristianos sí tienen empatía, y sin embargo, para con los musulmanes sienten un profundo rechazo, gracias a los medios y a su propia ignorancia.
G. Polo

Anónimo dijo...

De pena Salvador, creo que esta carta mas bien que enviársela a los reyes magos habría que enviársela a los gobiernos, esos que dicen que van a terminar con el paro y la violencia de género, a ver si dejan de fabricar armamento y cambiarlo por petroleo, en vez de construir escuelas y dejar de crear monstruos.