Leído en Diario de Cádiz. Por su interés lo reproducimos.
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LOS miembros de la Universidad actual hemos de ser conscientes de que la sociedad nos demanda que logremos una síntesis armónica de los saberes y de las prácticas recibidos de la tradición, pero que también nos exige la asimilación nutritiva de los nuevos saberes y de las prácticas actuales. Hemos de reconocer que los ciudadanos nos piden que, además de crear, atesorar y transmitir los conocimientos heredados, formulemos un nuevo discurso científico y humano sobre la persona, sobre la sociedad, sobre la economía, sobre la política, sobre la naturaleza, sobre la cultura y sobre el bienestar.
No deberíamos perder de vista que, si desconocemos nuestro papel en el mundo en el que vivimos, si no tenemos en cuenta los recursos que alimentan la libertad, la dignidad y el bienestar, si permanecemos indiferentes a los dramas de la pobreza, de la soledad, del sufrimiento y de la falta de sentido de la vida, nuestras investigaciones y nuestras enseñanzas pierden gran parte de su sentido. La consideración del ser humano y de la sociedad desde una sola asignatura, sobre todo si olvidamos su meta explícita hacia el bienestar común, tiene como consecuencia que nos quedemos sin los saberes y sin los valores de los que emerge la libertad real: origina que nos falten conceptos y palabras sobre los contenidos esenciales y sobre las sustancias nutricias que, a largo plazo, engendran sentido y dan esperanza a las aspiraciones más profundas y a los quehaceres más importantes de los seres humanos.
A veces corremos el riesgo de olvidar que los conocimientos de cada una de las ciencias por separado no tienen un fin en sí mismos. De la misma manera que hoy no podemos fiarlo todo a una sola opción política, tampoco hemos de depositar nuestra confianza, de manera absoluta, en los principios de una sola ciencia, de una técnica o de una industria. ¿Qué pasa -me pregunto- cuando el hombre, sin unos saberes humanísticos básicos, choca con las situaciones límites de la vida: con la soledad, con el silencio, con el sufrimiento, con el amor, con el odio, con la enfermedad y con la muerte? Sí; la Universidad necesita apoyar todas las asignaturas en la concepción de un nuevo humanismo que, aprovechando el patrimonio acumulado tras milenios de reflexión, en el reconocimiento de errores lamentables y, sobre todo, en las experiencias dolorosas que ha sufrido la humanidad, fije también la mirada en la meta irrenunciable de un mundo mejor que hemos de proyectar aplicando los recursos de la imaginación creadora y la fuerza de la voluntad liberadora cultivando la capacidad de una reflexión seria y de un pensamiento crítico. Nuestra sociedad necesita hoy seguir bebiendo en las fuentes que nacen en aquellos hontanares que nos suministran orientación, respiro y libertad, y que proporcionan sentido a todos nuestros comportamientos.
1 comentario:
Nuevos saberes en el mundo
ahora y en todas las épocas,
siempre ha habido y habrá
¿De qué sirven me pregunto?
Si muy poquitos han servido
para mitigar la pobreza,
para el reparto justo de alimentos,
para que a todos lleguen los medicamentos,
para que se haga justicia
y sobre todo, la social.
Mucho se invierte en investigación
y sobre todo de las armas,
que cada día son renovadas
por otras más mortíferas y sofisticadas
que luego hay que probarlas
y comprobar sus efectos,
a la vez que las que quedan obsoletas
también hay que destruirlas.
Por eso siempre mantienen guerras
en varios rincones del mundo.
El saber y el investigar
en este mundo en que vivimos
solo se hace para y por
beneficios de unos pocos
que suelen ser siempre los mismos.
y en detrimento de muchísimos.
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12.07.16
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Antonio. -El niño del Corchado-
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