Foto de José Antonio Gil Navarro de 2011. |
Cristóbal Moreno El Pipeta ha publicado este artículo en el libreto de Feria de San Pablo de Buecite 2016.
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¡QUE PEQUEÑO SOY...! Sin embargo, aquí donde me asiento, soy el dueño de mis cuatro puntos cardinales. Un bonito cuadro de un bellísimo paisaje confortable y variado me rodea: los colores verdes frutales contrastan con el amarillo seco veraniego, excelencia por hijo del agua y del sol, vestido de blanco pueblo.
Entre montañas pintadas de chaparros, quejigos y abulagas, oliendo al ládano pringoso de las jaras y al morado cantueso, por donde ahonda el “wad auro”, pasa volando el NORTE en busca de una estrella encendida por la Central Eléctrica del Corchado, que, a latigazos de agua alumbra con plata el nacimiento del valle. Allí comienzan a jugar -discutiendo- naranjales y aguacates, y verdes huertas entre pajizos eriales.
A mi derecha, despegándose hacia la costa: Sierra Crestellina, que mima a los casareños y desparrama entre parrales a manilveños. Allí, ahora, la zona pelea como don Quijote con recientes monstruos de tres alas y un solo pie: eléctricas madres que esparcen el olor a moscatel a través de sus eólicas venas. Mientras tanto, como un reloj certero de infinitas horas, entre la sierra y el mar repecha a brazadas el madrugador y alegre ESTE. Lleva por delante al Sol que otea mientras sube: sierras y playas, mansiones y chabolas, esplendor y miseria. Suspira cuando huele al valle y le ciegan sus ríos de estaño: el Genal y el Guadiaro son sus preferidos, y al llegar a ellos, el Este se queda solo, el Sol nunca le espera.
Enfrente de la frente del Este, su hermano el OESTE, siempre adormilado y sus ojos enrojecidos. Para luchar contra la noche espera -en el vacío del rio Hozgarganta- descansando sobre el castillo de la vieja Oba, mientras que con el agua de las aljibes se lava la cara de vez en cuando. Le gusta ver regar con rocío el pelo rojizo de los tejados jimenatos y el pasar de las aguas de poniente, que vienen de Medina y Alcalá, dibujando a los ríos con chocolate.
Y ya, allá..., donde el valle termina bañándose en sal; donde el Flumen Barbésula eyacula su esperma de vida, y donde el mundo se estrecha entre columnas de Hércules, está el SUR: la sangre fluye morena y por encima de Gibraltar el aire huele a África y, hace ondear entre turbantes, a una hija soltera (*) con vestidos de colores rojo y gualda que, junto a su Madre (**), por la Roca (***) llora.
Y en el centro de estos puntos: ¡YO, SAN PABLO DE BUCEITE!, alzado en un pequeño promontorio que fue olivar, descansadero de vacas, y una de las urbes de las civilizaciones que en los pasados me rodeaban: ánimas de un lado y otro del rio CRYSIUS, como a ambas riberas de las gargantas: Diego Díaz, Pulga y Los Álamos (cuyos otros y antiguos extraños nombres se perdieron pegados al tiempo). Dejo detrás la desconocida y abundante prehistoria tan rica como la zona.
Desde los remotos tiempos en que el hombre andaba semierguido sus diversiones y fiestas eran tan variadas como las propias lenguas que iban perfeccionando. Aquí, bajo mis cimientos, y dentro de los quinientos metros cuadrados que me rodea, a un lado y otro del rio del oro, un sinfín de poblaciones de numerosas culturas se asentaron; a todas ellas llamo mis ancestros. Abuelos míos fueron dos grandes pueblos romanos de unos diez mil habitantes y otros cuatro menores cuyos nombres olvidaron los visigodos. En el siglo XIX, cuando nací, comencé llamándome Santa Leocadia, Buceite después y, por último, el 23 de julio de 1887 San Pablo, con el tiempo la gente me llama San Pablo de Buceite, y la calle Real era en verdad una feria con gente de todos los pueblos.
Últimamente echo de menos la alegría de esas ferias: los bailes en la calle, sus circos, actuaciones de artistas populares, el carro de las patá, las barquillas parapachín pachín, el tren de la muerte con sus bailarines pegando escobazos, y mi calle Real terriza donde se hacían concursos de carreras de burros, carrera de sacos, con bici, maniobras con maquinarias y tractores, construcciones de albañilería, tiro con carabina de aire comprimido, tirachinas, dardos, ensarte de anillas, chapas, trompos (peonzas), canicas al redondel o al hoyo (las famosas bolas); cartones, ajedrez, damas; comba, la raya o rayuela y otros (niñas y mujeres principalmente); busca del tesoro; levantamiento de peso, saltos, corte de troncos con hachas, con sierras y serrotes manuales; aparejamiento y domas de equinos; pesca en el rio, futbolín, billar, tenis de mesa, choque de piedras, dominó, cartas, petanca, parchís; pulsos, lucha de pies y manos, fuerza con palo, baile de la escoba, baile de la manzana, baile de la silla, subida de cuerda, tirada de la cuerda, gallinita ciega, moneda a la pared, moneda al cuenco, balón tiro, tres en raya, los barquitos etc. ¡Qué chico era...!
Desde entonces sigo siendo chico, aunque para viejo voy, sin embargo reconozco estar más guapo. Me enorgullecieron enormemente mis carnavales que van decayendo, y ahora me conformo con “la feria arriba” que aunque pobre es más bonita. ¿Conseguirá la nueva Junta de Distrito con el concejal de festejo Álvaro Becerra, que sean más atractiva y variada para niños, jóvenes y adultos...? ¿Resurgirán igualmente los Talleres por la Paz...?.
(*).- Ceuta
(**).- España
(***).- Gibraltar
Junio de 2.016
Por Cristóbal Moreno Romero “El Pipeta”
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Solemne Procesión de los Santos Patronos San Pedro y San Pablo.
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3 comentarios:
Gracias por la colaboración Cristóbal,era lo que buscaba y me encanto
De nada Alvaro. Ojalá pudiera encontrar para mis vecinos, los adjetivos, las palabras y los versos que, estando ahí, suspendidos en el aire, enmarcadas en cada objetivo de una cámara y en el cuadro esplendoroso de este valle que centra el pueblo, huyen de las ideas humanas y solo se reflejan en las pupilas de los dioses o humanos superdotados.
Es muy difícil plasmar, llegando a apreciarlo, todo el encanto de este paraje tan bello y variado. Solo Zambrana con su pincel fue capaz de aproximarse. Solo las musas con su poder son capaces de ello, pero envidiosas zancadillean la capacidad de -como dice Antonio- versarlas.
Éramos muy pequeñitos
y mis padres a los cinco
nos llevaban a la feria,
desde El Corchado a San Pablo,
a San Pablo de Buceite.
Aquella calle terriza
y al final, la caseta de baile.
Fuera la chiquillería
jugábamos imitando
lo que dentro de la caseta
los adultos estaban bailando.
En dos filas paralelas
niñas y niños separados
a uno y al otro lado.
Una niña iba y venía,
entre saltando y bailando,
y todos los de la fila
al unísono cantábamos.
”Esta niña tan bonita
la que ha salido a bailar,
no le hace la rebeca
ni una arruga por detrás.
Esta me la llevo yo,
esta me la voy a llevar,
esta se viene conmigo
si su padre me la da.
Si su padre me la da
si su padre me la diera,
vente chiquilla conmigo
quiera tu padre o no quiera”
Se acercaba al niño
que ella elegía,
lo cogía de la mano
invitándolo a bailar,
tenía que reemplazarla,
y era el niño quien continuaba
bailando entre las dos filas,
mientras las niñas cantaban:
”Vaya tipito que tiene
el que han sacado a bailar,
no le hace la chaqueta
ni una arruga por detrás.
Este me lo quedo yo
este me lo voy a quedar
este se viene conmigo
si su madre me lo da,
Si su madre me lo da
si su madre me lo diera
vente rubito conmigo
quiera tu madre o no quiera.”
Recuerdos… de mi niñez.
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28.06.16
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Antonio. -El niño del Corchado-
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