Sí, han vuelto a casa por Navidad. Jóvenes del municipio que estudian o trabajan lejos de nuestras fronteras, Alemania, Inglaterra, México...
Unos completan sus estudios con becas Erasmus; otros, ya ingenieros o licenciados, hartos de esperar, de enviar currículos a infoJobs, de rechazar ofertas inaceptables, decidieron hacer la maleta.
Cuando les pregunto ¿qué tal te va? me ofrecen su mejor sonrisa y responden “bien”, aunque intuyo que su vida allí no es nada fácil, pero tienen talento, son fuertes y creen, rotundamente, en ellos mismos. El Futuro y la Esperanza de este país está en sus manos.
Bienvenidos a casa.
4 comentarios:
Mi hijo está en Suiza y no ha podido venir pero muchas gracias por este escrito que los padres valoramos por su sensibilidad.
Tiene razón hay mucho sacrificio y mucho merito en estos jovenes.
El ayer y el hoy: siempre ha habido emigración e inmigración, es natural en el ser humano por su afán de aventuras o por su afán de buscarse la vida, y muchas veces, la de su familia.
No obstante la de ahora, abarcando todo lo anterior, tiene una significada diferencia con la última de los años 60-70 en que nuestros padres emigraron a mansalvas a países como Francia, Alemania, Bélgica o suiza, principalmente. Esa diferencia era la cultura: antes, con la resaca aún de una guerra civil, por culpa de ella, marchaban hacia lo desconocido siendo analfabetos o sabiendo leer y escribir solamente, sin haber terminado la primaria siquiera. Pero la necesidad imperaba. Ahora los que emigran son universitarios, gente preparada para sacar a España, o ayudar a sacarla, del pozo donde aún se encuentra. Universitarios de los que seguramente perderemos a muchos, después de haberlos hechos aquí; como también perdimos entonces a muchos sin serlo, pero si valientes y osados; y lo que es más importante perdimos y perderemos a su esencia y a su descendientes, no lo olvidemos. Los obreros, los de antes, dicen "que se pueden sustituir fácilmente, su ausencia casi ni se nota", pero los de ahora "si que se notan y se notarán en el futuro". Y lo que no es negociable son el escape de sus descendientes, nuestros paisanos.
¿Habrá que arreglar esto, no?
Gracias Manolo, por acordarte de ellos. Te han bastado las 100 palabras para reflejar el sentimiento y la realidad. Bien sabes, que vivo en mi casa esa situación y por partida doble y que siempre he tenido asumida esa premisa básica, de que los hijos tienen que volar del nido. Pero esto es otra cosa. Nuestros hijos no vuelan, huyen de esta sociedad sin futuro que han heredado y de la que somos culpables, sin duda, las generaciones anteriores, y que, como bien dice un anónimo anterior, habrá que intentar arreglarlo.
Es verdad, que es otra emigración distinta a la de nuestros familiares, allá por los años 60 y 70, pero sólo, a mi juicio, por la extracción social y el nivel educativo, porque en la mayoría de los casos los miles y miles de jóvenes que hoy trabajan fuera de nuestras fronteras, lo hacen también hoy, de manera precaria y ocupando y realizando aquellos trabajos que los nacionales de esos países no quieren realizar. Mi hijo también, cuando le pregunto como le va en México y se lo pregunto, como comprenderás muchísimas veces, me regala una sonrisa y me dice que muy bien, que no nos preocupemos, aunque yo sé, que en algunas ocasiones la procesión la lleva por dentro.
Andrés Beffa.
Han vuelto a casa
los que han podido,
unos por falta de dinero,
otros por no haber tenido
vacaciones o permisos
muchos, no habrán venido.
Se tuvieron que marchar
nuestros nietos, o nuestros hijos,
emigraron a trabajar.
Como en los sesenta lo hicimos
mucha juventud de entonces,
con maletas de cartón
otras, eran de madera,
hechas con tablas de cajas
de embalaje de conservas,
con dos cáncamos y candado
y por si se desvencijaban,
atadas iban con cuerdas.
Así cogíamos el tren,
varios días de viaje,
unos contratos llevaban
y otros como turistas.
Casi sin ropa, sin dinero,
sin idiomas y con escasa cultura
y un verde pasaporte
que en la primera hoja
en letras grandes y nagras, decía:
Otorgado para viajar
a Europa, excepto a Rusia
y a los países satélites.
Y… salimos adelante,
trabajando mucho, por supuesto.
Algunos hemos retornado
Otros, se quedaron allí
porque en esas tierras murieron
y otros porque allí viven
sus hijos, hijas y nietos.
Estos que hoy se marchan
no, por turismo cultural,
ni por movilidad exterior,
eufemismos de políticos,
por no decir emigración
o exilio laboral.
Gracias a los muchos sacrificios
y al esfuerzo de los padres
llevan ahora en sus equipajes
un buen equipo de ropas
también algo de dinero
buenas nociones de idiomas
y un bagaje muy valioso
de especialización y cultura.
Todo eso quizás haga
más difícil el comprender
que, para que puedan trabajar
tengan que salir del país
y a otras tierras emigrar.
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16.05.16
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Antonio. -El niño del Corchado-
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