¿Hay en las navidades una cosa más agradable en nuestro pueblo que el estar rodeados de nuestros más cercanos familiares y amigos, oyendo y acompañando el cante de una adornada comparsa sampableña y pastoril, con sus sonajas, chinesco, almirezes, pandero y panderetas, al compás del zumbar de una zambomba, brindando con una copa de champán o licor mientras en el horno se asa un suculento pavo y en la chimenea se hace la tostá?
Sí -dirán algunos- mejor se está sentado en una piedra viendo al pavo hacer la rueda tras una linda pava, con el cante de su glu-glu; u observándole corretear tras los cigarrones por el campo, con el moco sin moco, cante o no cante.
Razón de gusto –dirán otros- pues nosotros lo preferimos abierto de patas –pata-arriba- encima de la mesa, desnudo y bien rellenito de viandas, ¡y a las pavas lindas ni asco, mejor que mejor!
¡Pues señores, señoras y señoritos/as; que el pavo no está aquí por gusto; que el pavo está aquí porque lo trajo de “Las Indias” Cristóbal Colón! ¡Sííí…, de donde son los indios con plumas en la cabeza! ¡El pavo y otras muchas cosas! ¡Qué no fuimos tan malos como dicen, que no matamos a tantos indígenas como dicen los que quieren ocultar sus propios “exterminio de raza nativa en América del Norte”, donde quedaron cuatro indios en las Reservas. Esos sí, nosotros no tanto, si no fíjanse en la cantidad de indígenas que existen en cada país de Sudamérica sin excluir ninguno. Que para rellenar el daño que hicimos, los sembramos de mestizo, no como otros países: ¡o se extermina por completo o no se extermina!. Y ahora, con cariño, les vemos como a hijos, como a hermanos, sean mestizos o no; e inclusive pedimos perdón por el daño humano que les hicieron nuestros antepasados; en todas las familias hay problemas y hay que olvidar.
Robar…, robar, todavía seguimos robando, si no escuchen las noticias, pero nos robamos a nosotros mismos, no a nadie. ¡Y también les metemos en las cárceles, que eso no se dice!; aunque eso sí, ¡con un juicio justo!, no como otros, que roban por el mundo entero y ni siquiera nos enteramos, ni su país se entera, bueno…, se entera, pero dinero de fuera el que sea y como sea, mientras que no salga. Todavía muchos siguen haciendo “Las Américas”.
Bueno, vamos a seguir con el pavo, que lo otro nos mosquea. Curiosidades de la vida, mira por donde nos enteramos, ya próxima las Navidades, que vocablos como pavo, flor de Nochebuena, chocolates, cacahuates y parafina, proceden directamente de Méjico; y todo entra de lleno en nuestras fiestas navideñas. Sin el “huexólotl” de los aztecas, la Navidad cristiana parecería a muchos desabrida, e insípida. Entre los nahuas se diferencia al guajolote por su sexo y se le denomina huexólotl al macho y cihuatotolin a la hembra, es decir, al pavo.
¿El pavo? (Meleagris gallopavo L.), ¡si el pavo!, curioso no?. El pavo, cócono, guajolote o “meleagris mexicano” como se llama científicamente, se debe a México; antes de Cortés, el mundo ignoraba la existencia de ese bípedo cuya carne proporciona un exquisito manjar; pero los vasallos de Moctezuma, que eran muy listo ellos, lo descubrieron un día, en estado salvaje, en las selvas vírgenes de Anáhuac y ofrendaron el descubrimiento al magnífico monarca, como cosa digna, manjar de los dioses, y, de las tierras de Moctezuma el Magnífico, se propagó a todo el orbe la exquisita vianda como única y digna para celebrar la fiestas de los dioses de cada cual.
La especie fue domesticada hace 4.000 años o más, en algún lugar que rodea los bosques templados de la parte sur de la Región Altiplano Central. De los primeros domésticos sabidos tienen entre 2.300 y 3.000 años de antigüedad, en varios sitios de la cuenca de Méjico. Se dispersó en todas las direcciones hace 1.500 años. En el año 1.000 de nuestra era estaban ya en la zona zapoteca y en el extremo norte, y, para finales de la época prehispánica en toda el área maya.
Las dos especies de guajolote (pavos) que existen en Méjico son originarias de América: el doméstico (Meleagris gallipavo Lennaeus) y el pavo de monte, llamado también guajolote ocelado o pavo ocelado (Meleagris ocellata) (Nosotros vamos a seguir llamándole pavo y ya está, que los otros nombres son muy difíciles).
Así que, ahora que ya sabemos lo que comemos, vamos a ir buscando alguno para zampárnoslo la noche del 24 de diciembre. El que sea vegetariano, ya sabe, que lea el articulo anterior de la zambomba -Ver aquí- y que se atreva a paladear lasquitas de algún tipo de áloe, acompañado de los licores derivados del aguamiel, extraído de la pita que les robamos a los americanos, sean del norte o del sur, es igual. Aunque parece ser que le tiráis más al gallo a la piña de Canarias, al aguardiente, al tintorro y al Sala, ¿o no?.
Que tengáis salud para disfrutarla cuando lleguen (y dinero que está la cosa muy mala).
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Foto de www.unionyucatan.mx
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