Aquella noche casi no había dormido. De la vida, había estado hablando con la luna. Por la mañana una voz me sobresaltó: ¡Vamos a los toros, Salvador! – Me dijo Dios – ¿A los toros Señor?− ¡Sí, a los toros, pecador! Nunca había estado en una plaza de toros; y a los toros fuimos. Allí, bullicio a la entrada, clamor, ovación –oía yo–. Arena y colorines; fiesta, tamboriles...
Desde arriba ví el gran redondel, que tras una continua empalizada formaba el círculo central. Frente a frente dos portalones lo interrumpían: uno cerrado, de donde provenían relinchos de miedo y nerviosismo; el otro, abierto, estaba en la parte de sombras donde, como invitado, me había tocado a mí. Callejón oscuro con fondo claro de libertad. Sentía el latido de un corazón desbocado.
Frente a esa puerta, en la arena, sobre un manto rojo y amarillo, un dios de rodillas rezaba. Atraía…, mágico como un duende: de su ropa saltaban chispas de colores; miles de diminutas estrellas que volvían al sol. En sueños lo había visto yo, y en el televisor de la luna: “Un dios de las cosas de la Tierra”. ¡Cruel, fiero e inteligente enemigo, como el gran toro bravo, buscando pelea!
Me concentro en la realidad, ante aquél estruendo de voces…, de las que mi ser no era partícipe. Entonces tuve miedo del espectáculo al que mi dios me había llevado. No me gustaba. Aquella puerta se abrió y asustado corrí, saltando a la arena. ¡Cuatro ojos negros se buscaron y en el túnel de las cuatro niñas dos seres vivos se cruzaron! ¡Oooh…! Un colorado velo tapó mis ojos, cuando, enrabietado saltaba entre el remolino que formó el trapo rojo-sangre; mezclaba arena, salivas y bufidos, y seguí corriendo…
Me paré frente a aquel reluciente espectro que me seguía, y otra vez nos miramos; rehuí la vista y entonces comprendí: “¡la plaza era el mundo; el torero la vida y la muerte, y el toro… yo! ¡
¡Cómo me tenía engañado la luna!!
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Este relato saldrá publicado (tras haber sido seleccionado por el Vicerrectorado de la Universidad de Cádiz) en la revista Speculumn nº 19 de la UCO, que podrá visionarse próximamente en la Biblioteca Virtual de Cervantes.
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