domingo, 26 de abril de 2015

"El último discurso de José Antonio Primo de Rivera", por Cristóbal Moreno El Pipeta

A mi abuela paterna, siempre le profesó una cierta simpatía a un político español de la Falange: José Antonio Primo de Rivera, del que decía que si hubiese sido jefe del gobierno en vez de otros: !otro gallo cantaría¡ ¡Ni guerra habría habido, para morir tanto españoles!.

    Un resentimiento lógico en contra de la guerra, pues se llevó a dos de sus hijos debido a la miseria y las enfermedades y a su esposo fusilado por las tropas de Franco.

    Yo no llegaba a entender los motivos de tal estima hacia dicho personaje de la Falange, mano derecha y seguidora de Franco. Realmente debería de odiarle, pues fusilaron a su esposo y acto seguido murieron sus hijos.

    Siempre llegó a decirme que no, que esta persona no fue ningún criminal (la Falange se reconvirtió posteriormente, ya sin su dirección); era un gran político que defendía al trabajador y a la clase media antes que a cualquier otra cosa, sin querer ofender en demasía a los capitalista de donde procedía; pero con los que tampoco estaba de acuerdo. Sus principios eran buenos y sus ideas políticas también, pese a proceder de la clase alta acomodada. Que él, como su propio esposo (mi abuelo), ambos, se convirtieron en una víctima más del mismo poder que arruinó a España por la fuerza y la dictadura. José Antonio era un hombre de palabra y, pese a ser más del centro que de los extremos, se había opuesto y contrapuesto en contra de la dirección militar y de la misma guerra, eso le llevó a la muerte. Todo esto en palabras de mi abuela, que me seguía diciendo:
    Los golpistas podían haber tratado su excarcelación con la República que estaba dispuesta al trato, pero ni siquiera lo intentaron. Ellos le dejaron morir, de esa forma, en el futuro, no habría oponente para el poder que ya estaba consolidándose y que, con la victoria, violentamente se consolidó. La República, con su muerte, también se sacudía a un enemigo opositor. Estorbaba, a unos y a otros, ganase quien ganase o perdiese quien perdiese.  Nadie supo ver su valía política, no le dieron tiempo a demostrarlo. Tenía enemigos en los tres bandos, incluida la misma Falange.

    Yo, mucho tiempo estuve pensando que esta forma de pensar de mi abuela era su represalia por lo que le habían hecho los franquistas. Que podría tratarse de otro como tantos, mucho prometer y a la hora de la verdad, ¡de lo prometido nada!.

    Pero, indagando en su biografía, leyendo sus discursos, escuchando después a ambas partes, era muy raro que sobre él coincidieran en lo mismo: que era una persona honesta y leal, además de un inmejorable político. Y, pensando, sin ser yo muy político, por serlo sin bajeza, pensé, al leer su último y único discurso,     que posiblemente a mi abuela no le faltara razón ─jamás ya se sabrá─ y que el rumbo de la historia, de haber vivido y gobernado (el llegar a gobernar…,esa pudo ser su perdición) posiblemente sería muy diferente y positiva.

    De ahí el atreverme a relatarlo, lean ustedes el susodicho discurso, que ofreció el miércoles 5 de febrero de 1936, inmerso en la vorágine electoral que terminaría dando el triunfo al  Frente Popular. 
    Fue en San Lúcar de Barrameda, donde José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española (FE), dio dicho mitin. Este acto fue siempre considerado como el último discurso dado en público por el singular político, antes de ser encarcelado y posteriormente fusilado. Lo pronunció en el Teatro Principal de dicha ciudad, el 5 de febrero de 1936. Congregó a una gran muchedumbre de muy diversa procedencia, desde militantes de Falange hasta campesinos o intelectuales, en un enclave geográfico especialmente importante para él. En esta pieza oratoria, olvidada por algunos historiadores y biógrafos, se encuentran muchas claves para comprender su pensamiento político y sus grandes contradicciones personales en una época histórica convulsa y confusa.

    ¿Nunca vamos a cambiar y siempre seguiremos siendo dos Españas, pase el tiempo que pase?: Una que no piensa nada más que en ella misma, y la otra, pobre y desgraciada porque no tiene sangre y se lo merece.
    ¿Hay similitud en lo que dijo en aquel discurso con lo que hemos vivido?
    ¿Se parece en algo su contenido con lo que estamos viviendo hoy en día?
    Léanlo, léanlo y saquen sus propias conclusiones, que al parecer solo difieren en que es la derecha la única que sabe a lo que van, pues hoy, incluso los partidos de centro, e izquierda están perdidos en sus propias casas.

CRISIS DEL CAPITALISMO.
(José Antonio Primo de Rivera 5 de febrero de 1936)


““Parece que estamos en el año 1933. Otra vez la misma propaganda. Otra vez las mismas luchas y otra vez a perder el tiempo inútilmente. En las Cortes pasadas no se ha podido hacer nada por el obrero; en las que van a elegirse tampoco se hará. ¿Que por qué? Porque los partidos socialista, comunista y de izquierda republicana saben  concretamente  por  lo que van, pero los de la derecha no oponen a aquellos más que el miedo, el terror a las consecuencias de aquellas doctrinas, pero nada constructivo. Aconsejan que se vote por el miedo de lo que pueda pasar. Se aliaron con los radicales viejos y anticatólicos, y así no fue posible realizar el programa de abolir el divorcio y restablecer el crucifijo en las escuelas.

    Hay 700.000 parados; 700.000 familias que no comen. En la economía pública no se hacen milagros. ¿Que cómo se remedia? Dando comida, dando trabajo; no hay otra manera. Con discursos y con palabras no se vive. Es necesario que aquellos que tengan se sacrifiquen.

    Precisamente por decir que hay que dar trabajo, que hay que dar comida, que hay que imponer el sacrificio a los potentados, me he quedado fuera de la candidatura de esta provincia porque dicen que no soy de orden, que no soy de derechas; intentan la reforma agraria y no pueden ponerse de acuerdo, llegándose a una solución que no resuelve nada, porque al ritmo que se le imprime tardaría en resolverse el problema ciento sesenta años, y que digan los campesinos si pueden tener paciencia para conformarse con eso. En el campo es donde verdaderamente está el problema español, pues se le dio trabajo al obrero constructor y se olvidaron de los 400.000 obreros campesinos. Y se debe ir a la colectivización de la tierra, haciendo más propietarios de tierras para que así se distribuya equitativamente el campo, porque nuestra tierra dará para que todos vivan y que nadie pase hambre.

    Lo que padecemos en España es la crisis del capitalismo. Pero no lo que vulgarmente se entiende por tal, sino el capitalismo de las grandes empresas, de las grandes compañías, de la alta Banca, que absorbe la economía nacional, arruinando al pequeño labrador, al pequeño industrial, al modesto negociante, con beneficio y lucro de los consejeros, de los accionistas, cuentacorrentistas y demás participantes; es decir, de los que no trabajan, pero que se benefician del trabajo de los demás.

    El (conflicto del) trabajo lo tenemos bien elocuente en Sanlúcar, con el cultivo de la vid. Antes, todos eran pequeños propietarios que labraban sus viñas con cuidadoso esmero para obtener sus mejores caldos, que luego eran codiciados y solicitados por sus excelentes calidades. Era una célula humana donde todos vivían patriarcalmente en sus hogares felices. (Pero) Vino el capitalismo absorbente  con sus grandes Empresas. Ya no se escogen los buenos caldos. Ya se compran las grandes partidas de miles de hectolitros (de manzanilla) sin mirar la procedencia y con el único fin de las grandes ganancias. Y viene la obligada consecuencia de la ruina de los pequeños propietarios, hasta convertirlos en pobres obreros y pobres asalariados, alquilados como bestias de carga.

    Así que el capitalismo no sólo no es la propiedad privada sino todo lo contrario.
    Cuanto más adelanta el capitalismo, menos propietarios hay, porque ahoga a los pequeños.
    Los Bancos son meros depositarios del dinero de los demás. No producen. A los dueños del dinero les abonan el uno y medio por ciento, y por ese mismo dinero, que no es suyo, cobran a los demás el siete y el ocho por ciento. Con solo una sencilla manipulación de dos asientos en sus libros (de contabilidad) obtienen una pingüe diferencia. Es decir, que el esfuerzo del trabajador lo absorbe la organización capitalista. Hay que hacer desaparecer este inmenso papel secante del ocioso privilegiado que se nutre del pequeño productor. Hay que transformar esta absurda economía capitalista, donde el que no produce nada se lo lleva todo, y el obrero que trabaja y crea riqueza no alcanza la más pequeña participación.

España está (hoy) en mejores condiciones que el resto del mundo para desmontar ese vicioso sistema. Cuando todos nos unamos y nos constituyamos en nuestros propios banqueros, y tengamos una organización corporativa propia, en una unidad de intereses y de aspiraciones, tendremos una economía nacional fuerte y robusta, y habrá desaparecido la miseria.

    Menos gritos (diciendo) que nos hundimos, y más atención a los problemas. Pensad que la Patria es un barco donde todos debemos remar, porque juntos nos hemos de salvar o juntos pereceremos””.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El ser derechista, como el ser izquierdista, supone siempre expulsar del alma la mitad de lo que hay que sentir. J.A. Primo de Rivera

Anónimo dijo...

Te recomiendo la lectura del premio Planeta "Riña de gatos" de Eduardo Mendoza.

Cristóbal Moreno dijo...

Al segundo anónimo. Si, gracias, la leeré y si no lo he hecho todavía es por la crítica negativa que ha tenido en el que muchos lectores la dan como inmerecedora de tan prestigioso Premio Planeta.
No obstante, "el libro del gusto está en blanco" y posiblemente sean más a los que le han gustado que a los que no, pero no hacen comentario.

Anónimo dijo...

Soy el de las 10,47. Cuando nos veamos te cuento más detalles. Llégate el martes a las 8 a la casa de la cultura y hablamos

Anónimo dijo...

.
Yo que monárquico no soy
ni tampoco republicano
Pienso que, con un Primer Ministro
Que también sea Presidente del gobierno
y a la vez Jefe de Estado
andamos, más que sobrados
y muchas cosas nos ahorraríamos
y en política es, mismo.
Con un cincuenta por ciento
de uno y del otro costado
que cada español tenemos
en los adentros incrustado,
algunos se inclinan más
al lado del corazón
otros lo hacen per contra
hacia la mano que maneja
la cuchara y tenedor.
A mí el platillo y el fiel
se me inclinan un poquito
hacia donde creo que hay
un poco más de igualdad
un poco más de honradez,
y de patriotismo, lo justo.
De José-antoniano poco tengo
aunque su doctrina a mi entender
sea una de las más sociales
de cuantas doctrinas hay.
En tiempos de la República,
caminaba José Antonio,
dicen que, por la Gran Vía
y se tropezó de cara
con un grupo de sindicalistas
que en manifestación venían.
Ellos, lo reconocieron
y puño en alto gritaron
¡José Antonio, Salud y Revolución!
Y José Antonio contestó:
Si Señores ¡Salud y Revolución!
Salud, para nosotros,
par vosotros y para nuestros hijos,
y Revolución, también,
pero por medios pacíficos.
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08.04.16
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Antonio. –El niño del Corchado-