lunes, 14 de julio de 2014

"A y B hablan en el escalón de Extraterrestres", por Cristóbal Moreno El Pipeta

- EXTRATERRESTRES -

A ─ ¿Qué estás leyendo tan abstraído?
B ─ ¡Espera, te lo voy a leer:
“La Neurociencia nació en 1971 en los Estados Unidos en la primera reunión de la Society of Neuroscience.
Las Neurociencias estudian la estructura y la función química, los trastornos patológicos y los tratamientos farmacológicos del sistema nervioso, describen cómo interaccionan los diferentes elementos y cómo dan origen a la conducta. 


El estudio biológico del cerebro es un área multidisciplinar que abarca muchos niveles de estudio, desde el puramente molecular hasta el específicamente conductual y cognitivo, pasando por el nivel celular (neuronas individuales), los ensambles y redes pequeñas de neuronas (como las columnas corticales) y los ensambles grandes (como los propios de la percepción visual) incluyendo sistemas como la corteza cerebral o el cerebelo, y, por supuesto, el nivel más alto del Sistema Nervioso. En el nivel más alto, las neurociencias se combinan con la Psicología para crear la Neurociencia Cognitiva. En la actualidad, la Neurociencia cognitiva proporciona una nueva manera de entender el cerebro y la conciencia, y se basa en un estudio científico que une disciplinas tales como la Neurobiología, la Psicobiología o, incluso, la Psicología Cognitiva.”

A ─ ¿Y eso lees tú? ¿Desde cuándo te has vuelto inteligente?, pues yo no entiendo “ni papa”.

B ─ Ni yo; esto es de una conferencia dada por el catedrático D. José Antonio Hernández Guerrero, ese profesor que cuando joven fue cura aquí en el pueblo, allá por el año 1.960.

A ─ ¿El del monolito a las puertas de la iglesia y el curso del Club de Letras?

B ─ ¡Si hombre, el mismo! Se titula “Leer y Escribir”. Lo estoy leyendo por si me puede sacar de algunas dudas sobre una idea que no para de bullir en mi cabeza. Se trata de cuando morimos y subimos a los cielos, ¡bueno el que suba!...

A ─ ¡Toca madera, vaya pensamientos!

B ─ ¡Qué “tontaina” eres!, que tendrá que ver todo eso con tocar madera.

A ─ ¡Pues no soy tan tontaina!, te lo voy a explicar: “Tocar madera tiene su origen en la madera de la Santa Cruz, y en la veneración a sus trozos de madera como reliquia. También a otras supersticiones paganas de los druidas y magos de otros tiempos, que recurrían a la madera como una “toma de tierra” ─igual que con la electricidad─ pero esta vez para las malas vibraciones; y la madera no tiene que tener “patas”, es decir, no valen ni mesas, ni sillas…

B ─ ¡Anda con el cateto!

A ─ ¡”Pa” que tú veas, genio! ¿Bueno…, y que estabas pensando sobre morir?

B ─ Te lo cuento…, por ejemplo: se muere un niño, un adulto o un viejo (sea hombre o mujer), y yo me pregunto, ¿suben al cielo con los mismos conocimientos que tienen al morir?

A ─ ¡Pues claro, so pamplina!

B ─ ¡De pamplina nada!, si el niñito muere con muy poca edad, sin saber hablar siquiera, ¿se queda así para siempre en el cielo o allí va creciendo? ¿Y si es viejo con demencia senil o Alzhéimer, que pasa, allí vuelve a ser normal; o se queda con la misma edad y la demencia? Es que me pongo a pensar y no veo yo a un espíritu mudo, ciego, sordo, cojo o deficiente mental.

A ─ Pues… ¡y yo que sé…! yo me he muerto quizás para saberlo!, ¡tienes cada cosa…!
¿Y qué tiene que ver eso con el artículo del profesor?

B ─ ¡No, nada…!, es que yo todo lo que escribe lo leo, son tan interesantes…; además como ha sido cura tiene que saberlo; tiene que conocer el mundo de los espíritus, como también la comunicación hablada o escrita desde antes de que el hombre fuese “homo”; esto no por lo de cura, sino por estar licenciado, doctorado y yo que sé más en literatura ¡Tiene tantos libros escritos que solo lo entienden los “sabiondos”, pues yo he comenzado a leerlos y los dejo por imposible, no me entero de “na”…, son demasiado científicos en la lectura y la escritura!. Cuando tú hablas con él y él se pone a tu altura, o escribe un libro para las personas normales de la calle (como “Retazos”), parece una persona como tú o yo, o cualquiera, en cuanto a la cultura, ¡pero qué vá, no es nadie el tío…, y eso que ya tiene su edad…!

A ─ ¡Qué no te escuche! Él siempre es joven, no físicamente, pero si mentalmente; e intenta hacerte ver que tú también puedes serlo y…, te lo enseña de la forma más inverosímil que te puedas imaginar, con frases que no entiendes hasta que las analiza.

Se lo he oído decir a sus alumnos y a aquellos que le conocen bien. ¡Pero bueno, vamos a estar hablando todo el tiempo de él!

B ─ ¡Qué quieres que volvamos a lo de los espíritu! ¿Ha vuelto alguien de ese mundo para sacarnos de la duda, para decirnos como es ese mundo superior que tanto promulga la Iglesia y otras religiones?

A ─ ¡Pues claro…!, pregúntale a los espiritistas y verás cuántas cosas te cuentan. Esto si tienen poder para traerte del mundo de los muertos a los fantasmas, y a tus familiares y amigos.

B ─ ¡Y una m…!, los curas al menos nos cuentan lo que está escrito en la Biblia, aunque esté más liada que una “torcía”, pero lo de los espiritistas es un rollazo..., ¡sacadinero, como todo!.

A ─ Pues igual que los espiritistas, pues ellos te cuentan lo que a su vez le enseñan los espíritus.

B ─ ¡Cuento chino…, las dos cosas! ¡Que me contesten a lo de los niños y los viejos allá en el cielo después de morir.

A ─ Puesto a creer, yo creo en el hombre, sea cura o no. E incluso en el poder de la mente. El hombre bueno será bueno donde quiera que esté. Si un hombre cree en las cosas buenas y te enseña a hacer el bien y da ejemplo de ello ─como hacen muchos curas y personas honrada─, yo creo ciegamente en lo que me diga, aunque me cuente un cuento; con tal de hacerle feliz lo creo porque se lo merece. Si hay que ir a la iglesia porque ese cura es una buena persona y él cree en esas cosas pues yo voy y así le hago feliz, así me encuentro a gusto conmigo mismo y si le puedo ayudar le ayudo, aunque muchas personas hablen mal de mí. Me da igual. Si tengo que ayudar a alguien, le ayudo, sea quien sea, aunque a otros le parezca mal; me da igual. Total…, como al final, de ese lado oscuro nadie sabe “na de na”, a mi me gusta hacer el bien por si acaso.

B ─ Pero es que con lo de errores que han cometido… Siempre al lado del rico. Y, limosnas a los pobres, yo veo que les dan poca, ¡al contrario…, por cualquier cosa hay que pagarles a ellos!. Y además tienen el banco más rico del mundo “El Vaticano”, o eso dicen. Te saldrán por eso de “los misioneros”, y yo creo que hay misioneros porque simplemente hay gente buena, que creen en lo que hacen y viven para ello.

A ─ Si, en muchas cosas tienes razón, pero errores cometemos todos, y todos tenemos que perdonar…, si no sabemos perdonar somos simples bestias, no seres inteligentes. El ser bueno o malo, ni siquiera tiene que haber religiones para decírnoslo, somos nosotros con nuestros actos lo que nos calificamos ante los demás, y, si hubiera Dios, ante Dios. Los curas al menos, cuando nos confesamos, además de los pecados nos quitan un peso de encima. Nosotros tenemos que hacer igual, si se equivocan lo hacen como seres humanos que son, por tanto hemos de perdonar sus pequeños errores y no crucificarles como a Jesucristo.

B ─ Eso, hay que promulgarlo con el ejemplo. No podemos decir o hacer una cosa y después hacer otra contraria.

A ─ Bien, pero también cuando nos equivocamos hay que saber pedir perdón, eso no tiene nada que ver con “rebajarse” como dicen algunos. Solo es reconocer que somos humanos, y, como tales, nos equivocamos. Daros cuenta que hoy, hasta la misma iglesia está pidiendo perdón por sus errores. No vamos a ser nosotros menos.

B  ─ Si, pero los errores hay que evitarlos. Y además, de qué vale pedir perdón si en cuanto vuelve a presentarse la ocasión caemos en los mismos errores. Además a mi no tienes que convencerme de nada, ¿¡o tú te crees que yo no me doy cuenta de las cosas!? La gente perdona a todo el mundo sus errores, menos a los policías, a los curas y a los médicos.

A ─ Bien, pero al menos hemos de intentarlo. Aún el humano no es perfecto; ni bueno; ni malo; ni siquiera demonio. Solo humano, tal como nos ha creado la naturaleza (o Dios. ¡Como quieras!).

B  ─ Efectivamente ¿Sabes que oí los otros días en el canal Cuatro de televisión?

A ─ Pues no, ¿qué oíste?

B ─ Que los extraterrestres si existen. Que las escrituras de todas las razas antiguas dan vestigios de ello, ¡y ahora agárrate!: estuvieron en el planeta Tierra “vieron que no había civilizaciones, ni seres inteligentes y siguieron su camino”, “que de vez en cuando nos visitan y como lo único que observan son a seres salvajes que se odian y matan unos a otros ─como no hemos evolucionado mucho, aunque creamos que sí─ pues ni se interesan por el hombre, ni siquiera por este atrasado y convulsivo planeta”.

Julio de 2.014
Cristóbal Moreno “El Pipeta”
-
Imagen de esoterismo-guia.blogspot.com

3 comentarios:

Maribel Sánchez González dijo...

Cristóbal, me gustan mucho tus reflexiones, enhorabuena.

Anónimo dijo...

Fuera de nuestro planeta
vida como la que conocemos
u otra vida diferente
más o menos inteligente
si hay o no hay, es lo mismo
nunca podrán ellos venir
ni nosotros tampoco ir,
son tan largas las distancias
que el podernos visitar
es algo más que imposible.
Tener contacto verbal
por transmisión analógica,
por transmisión digital
a través de ondas hercianas
o por alguna otra nueva
que el hombre pudiera inventar
tampoco sería posible
son las distancias tan grandes
que aún a velocidades
de trescientos mil kilómetros/hora,
entre pregunta y respuesta
pasarían miles de años
y así, la comunicación es imposible.
Extraterrestres, si hay o no,
difícilmente lo sabremos,
y el saberlo o no, es e igual.
Ya que nunca nos comunicaremos.
.
22.04.16 6:02 a.m.
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Antonio. –El niño del Corchado-

Anónimo dijo...

He cometido un error
De los mucho que cometo cada día
Aquí ha sido en la velocidad
Ya que las ondas hercianas
Viajan a trescientos mil kilómetros por segundo
Y no como puse, por hora
Ruego me excuse a quien lo lea
y…eternamente agradecido.
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05.05.16
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Antonio. – El niño del Corchado-