lunes, 14 de julio de 2014

El jimenato Enrique Rojas: "No puedo, ni quiero olvidar lo que pasó" en la Guerra Civil, cuando asesinaron a parte de su familia

Los XII Talleres por la Paz de San Pablo de Buceite proyectarán el documental sobre la represión franquista "LA SAUCEDA, DE LA UTOPÍA AL HORROR", el martes 22 de julio -Ver programa completo-
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Leído en Europa Sur. Por su interés reproducimos esta noticia.
Enrique Rojas es un vecino de Jimena, memoria viva de los crímenes de la Guerra Civil
Óscar Lezameta.
"No puedo pasar por la Cruz Blanca sin que me detenga a mirar". Lo que allí se encuentra enterrado tiene más de 77 años. Después del levantamiento militar del 18 de julio de 1936, Jimena permaneció leal a la República durante dos meses, hasta el 30 de septiembre, fecha en la que comenzó una época de terror y represalias que durarían hasta los años 50, cuando fueron fusilados los últimos huidos.
El 17 de febrero de 1937 fueron asesinados María La Benita, Manuel Reyes Ruiz y Francisca Oliver García, embarazada de ocho meses; dejó a siete hijos huérfanos vagando por las calles del pueblo. Enrique Rojas Reyes, tiene 62 años y es su nieto.

Es todo lo que se espera de alguien que, a pesar de los zarpazos que la vida le dio, sigue fiel a unas ideas. Por si no quedaba lo suficientemente claro, una chapa republicana prendida en su camisa, despeja cualquier duda. Su vida es como la de cientos, miles que heredaron una historia de muerte y miseria humana. La Guerra Civil trae secuelas que se sienten en carne viva incluso hoy. Enrique recuerda lo que en su familia se vive como propio, un cortejo fúnebre en el que estuvo presente "casi todo el pueblo, salvo algunos que no podían ir" cuando desenterraron a su abuela, embarazada cuando la mataron y que dicen "que sacaron dos esqueletos, uno el de ella y otro el de la criatura que llevaba dentro". Cuesta imaginarlo. Dicen que uno de sus hijos, perdió la cabeza y eso sí parece más creíble.

Enrique vive como uno más de la comarca, en pleno campo, de lo que da una tierra a la que volvió. Fue uno de tantos que se dejó seducir por el brillo que llegaban de otros lares y marchó a Barcelona donde ejerció de su profesión, matarife. Estuvo unos años y, también como tantos, se dio cuenta de que el dinero no lo es todo y notó que algo le faltaba. Regresó a su pueblo, aquel en el que vivió lo más atroz. A pesar de que asegura que su pasado volvió para continuar atormentándole -"me negaron la plaza en el matadero municipal, aunque yo era el único de los candidatos que tenía la titulación que requerían"- comprendió que ese era su sitio.

Siguió a lo suyo con la cabeza alta, sin avergonzarse de nada pero "sin olvidar nunca lo que pasó; es que no puedo hacerlo, ni tampoco quiero". Aprendió a vivir con el miedo a cuestas, a torcer la mirada "cuando veía a algún guardia civil", aunque asegura que lo que sí ha desterrado para siempre es "el rencor". De eso no gasta, aunque se ha ocupado personalmente de que sus hijos conozcan la historia de su familia, aunque sus vástagos le hayan dado algún "disgustillo y se han liado con algunos del PSOE".

A su lado José Carracao, exalcalde de Jimena por la "cabezonería de Alfonso Perales, aunque no lo busqué en absoluto", puntualiza que "son muy buena gente, honrados todo lo que tienen que siempre han vivido aquí, de lo que la tierra da y que han pasado por una experiencia terrible". Con él al frente del Consistorio, se dieron los primeros pasos para reparar algo que se escapa de las discusiones políticas. No se trata de algo ideológico, ni para saldar cuentas, ni para enterrar el pasado; sólo son cientos, miles de personas que quieren enterrar a sus familiares, así de simple, "darle dignidad a los muertos".

En Jimena, "la guerra fue muy dura". Según el mapa de las fosas de la Guerra Civil y la posguerra en Andalucía elaborado por la Consejería de Administración Local y Relaciones Institucionales de la Junta (aunque no actualizado desde hace tiempo), en la Comarca del Campo de Gibraltar, suman hasta 23 los enterramientos localizados y confirmados, aunque la casi totalidad de los mismos, aún contienen cuerpos sin identificar. En Jimena son tres las huellas que el paso de la historia no logró borrar del todo. A la sombra del Castillo hay algunas de las víctimas de la barbarie que han conseguido descansar en paz.

Enrique, tal vez lo único que no consiguió de su pueblo fue el olvido. Cada vez que circula por el lugar al que todos señalan como aquel en el que asesinaron a parte de su familia, le vuelven los recuerdos. Su abuela Francisca Oliver dejó a sus hijos, entre ellos su padre, vagando por las calles del pueblo sin un lugar a donde ir y nada que comer. Tan sólo la solidaridad, que hasta en esos momentos de salvajismo general existía en algunas personas, les salvó la vida.

Pasaron los años de enfrentamientos entre vecinos por ideas, por afiliaciones tanto de ellos como de sus familiares, de paseos infames a personas que jamás volvieron a ser vistas con vida. Lo que no regresará será el descanso de unas víctimas que lo único que esperan es que se les devuelva la dignidad perdida en una cuneta
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Enrique porque no has explicado porque te pasates al PCPE, renunciando a tu PCE de toda la vida????!!!