domingo, 6 de enero de 2013

"El gorrión", por Cristóbal Moreno "El Pipeta"

"... el sufrimiento de esta persona que, muy mayor, no se podía valer por si mismo; y su familia le dejaban sentado bajo la ventana (solo le entraba claridad y no veía el exterior) de su vivienda, y ya, en cuanto a conversación con él, se despreocupaban, y el pobre solo tenía como distracción al gorrión que se posaba en el alfeizar de la misma...."
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EL GORRIÓN

¡Dejadme en este rincón,
no cerrarme la ventana
porque el sol de la mañana
me refresca el corazón!
¡Dejadme esta distracción
porque sin ella me hundo,
que aquí, yo, meditabundo,
a llorar mis penas vengo,
y es lo único que tengo
que me comunica al mundo!

¡Que yo sé bien que estoy viejo,
y que dentro de este hogar
que yo supe levantar,
soy una carga, un complejo!
¡Dejadme, que no me quejo
si me levantáis el grito,
que ni siquiera me excito
cuando solo me dejáis,
y el poco pan que me dais
casi no lo necesito!

¡Sólo quiero este rincón
debajo de la ventana,
porque aquí cada mañana
viene a pararse un gorrión!
Y él me da conversación,
y vosotros me miráis
en  silencio, y os marcháis
a cuchichear en grupo,
porque este rincón que ocupo
también lo necesitáis.

¡Cuántas veces me levanto
y ver no puedo a ninguno,
y hay veces que desayuno
bebiendo mi propio llanto!
¡Y yo, que luchando tanto,
y siempre las penas mías
las convertí en alegrías
con paternal ilusión
hoy solamente el gorrión
me ha dado los buenos días!

¡Estoy cansado y no veo,
si me muevo es tropezando,
paso la tarde rezando
porque, eso sí, en Dios si creo!
¡Me acuerdo y cuento a voleo
las penas del alma mía,
y cuando amanece el día
y me siento en mi rincón,
vuelvo a tener el gorrión
como única compañía!

Cuando vuelven de la escuela
los niños no entran a verme,
piensan que el abuelo duerme
pero el abuelo está en vela.
¡Solamente me consuela
en mi vida triste y yerta,
el gorrión, que me despierta
con un gorjeo dulce y tierno
por eso, hasta en el invierno,
quiero la ventana abierta.

Siempre junto a mi ventana,
ningún día lo distingo,
me hace saber si es Domingo
de la iglesia, la campana.
desde esa hora temprana
se aviva mi corazón,
y en silenciosa oración
A Dios le pregunto así:
¿Señor, que va a ser de mí,
cuándo no vuelva el gorrión?
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Cristóbal Moreno "El pipeta"
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Imagen del www.elpaisdelosjuguetes.es

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy entrañable y por desgracia, muy real.
Felicidades, Cristóbal, por hacernos partícipes de esta realidad, con este poema tan bonito.

Anónimo dijo...

muy bonito!!!....y muy cierto en algunas ocasiones!!!

Anónimo dijo...

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Hay viejos que el tiempo pasan
mirando una inmóvil araña,
que asida a la telaraña
paciente espera a la mosca,
al mostito u otro insecto,
que en su fina trampa caiga.
Araña y viejo se miran
y se observan en silencio,
la una espera paciente
de que le llegue el almuerzo,
Y el viejo paciente espera
ver, como se come al insecto,
o por ver si algo se mueve
que no sea la cortina,
por la corriente de aire.
El viejo también espera
Inmóvil pero impaciente,
que alguno tenga un momento
y en la habitación, entre.
Para oír alguna palabra
si es de cariño, mejor
que le recuerde que aún vive
porque, aunque viejo él, siente.
Porque en silencio medita,
piensa el viejo y piensa bien
que mucho peor que la muerte
es el silencio en soledad
cual condena insoportable.
La soledad y el silencio
estando en compañía
ningún humano merece
y menos quien toda su vida
trabajó y se sacrificó,
por los suyos, por sus gentes,
a los que amó y ama con locura.
Estaba yo hospitalizado
por la intoxicación de la colza,
y por compañero de habitación
tenía un viejecito, bueno
o lo que de él quedaba.
Con anterioridad le habían amputado,
el brazo derecho y las dos piernas
y el brazo izquierdo paralizado,
y para el colmo de los colmos
le había dado un ictus
que dejó al pobre sin habla.
Nunca recibía visitas,
lo habían traído de vacaciones
y al darle el infarto cerebral,
lo habían hospitalizado
su familia, tuvo que retornar
y en el hospital lo dejaron.
Yo le daba de comer,
conseguí comunicarme
y supe que el pobrecito
aún defendía a los suyos
a pesar de… los pesares,
los exculpaba
tenían que trabajar
e ir a al colegio los niños
y me llegó a comunicar
que nadie venía a verle
que la soledad es muy mala
pero que es mucho peor
la soledad en compañía
en la que muchos viejos viven.
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18.04.16
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Antonio. –El niño del corchado-