El autor José A. Hernández y el editor José Regueira. |
"Nunca podré explicar con suficiente claridad el significado de San Pablo en mi vida presente y futura. Aquel paisaje geográfico y aquel clima humano fueron coordenadas claves para orientar mi vida. Gracias, gracias y gracias".
Son palabras del prestigioso catedrático y escritor gaditano José A. Hernández Guerrero en la presentación de su obra ¨Retazos" en Algeciras a principios de 2011.-Ver noticia-
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El sábado próximo 7 de julio se presenta en San Pablo de Buceite el libro "Retazos. Manuscrito encontrado en el Mentidero" editado por José Regueira, historiador y Cronista Oficial de Jimena de la Frontera.
Son palabras del prestigioso catedrático y escritor gaditano José A. Hernández Guerrero en la presentación de su obra ¨Retazos" en Algeciras a principios de 2011.-Ver noticia-
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El sábado próximo 7 de julio se presenta en San Pablo de Buceite el libro "Retazos. Manuscrito encontrado en el Mentidero" editado por José Regueira, historiador y Cronista Oficial de Jimena de la Frontera.
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Retazos recoge en muchos de sus "retazos" las vivencias del autor cuando era un joven sacerdote, el "Padre Hernández", en el San Pablo y Jimena de años sesenta, hace ahora 50 años. Donde podremos disfrutar algunas anécdotas y algunos personajes fácilmente reconocibles.
Con un dominio de la palabra de mucha belleza, nos habla de su vida y de su pensamiento, de su infancia, del seminario...Y retrata un San Pablo de Buceite puro y llano, con una ternura y un sentido del humor, que sólo puede manar del arte de la literatura y de la sinceridad del corazón. "Este libro es más de vosotros que mio" afirma.
Hernández es colaborador de buceite.com con excelentes artículos de opinión -Ver aquí- y con la sección "Palabras de Moda". -Ver aquí-
Hace casi una década publicó un artículo dedicado a San Pablo de Buceite en varios periódicos provinciales que reproducimos de nuevo aquí:
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San Pablo de Buceite es una población viva y
apacible, soleada y contenta; es una villa que, tranquila y
esperanzada, palpita con la pujanza de sus gentes; es uno de esos
pueblos cuyas casas y calles se han empapado con el talante abierto y
con la condición emprendedora de sus vecinos.
Situado
en el borde de la Provincia de Cádiz y asentado en el centro de un
frondoso valle poblado de naranjos, está en contacto físico y en
comunicación humana con los pueblos más bonitos de la provincia de
Málaga, con Gaucín, Algatocín, Benarrabá, Benalauría, Atajate y Ronda.
-- ---Está
regado generosamente por río Guadiaro, que más que un agente geológico
es un factor económico y, en cierto sentido, un elemento humano dotado
de singular fuerza fecundadora: la presa de El Corchado, que
almacena sus aguas y las libera mediante una red de canales distribuidos
por toda la cuenca, lamina su caudal, evita los riesgos de inundaciones
y las distribuye para el abastecimiento, para las pequeñas industrias,
para el riego agrícola o para generar energía eléctrica.
Los días de sol y los atardeceres de primavera son momentos idóneos para pasear por el río a su paso próximo al pueblo. Su caudal irregular de violentas crecidas, sensible a las mareas, y los bajos arenosos de su complejo cauce han marcado significativamente la pequeña e intensa historia de los pequeños propietarios y de los laboriosos vecinos.
Si sus parcelas revelan el esmero y el afán de sus habitantes, su configuración urbana constituye la prueba palpable de las estrechas relaciones de ósmosis, de simpatía y de intercomunicación afectiva que se establecen entre los espacios físicos y los seres racionales allí congregados. Si la cara es el espejo de alma, las calles amplias, llanas y rectangulares de este pueblo acogedor son los reflejos transparentes de la condición abierta, sencilla y lúcida de sus moradores que, procedentes de pueblos de las provincias de Granada y de Málaga, se sienten identificados con estas fértiles y agradecidas tierras. En cada esquina y en cada portal descubrimos aspectos singulares y comunes de la gran aventura humana vivida por sus habitantes más preclaros.
San Pablo de Buceite es la demostración palpable de que los espacios se humanizan, de que podemos saborear el paisaje, los olores, de la misma manera que lo hacemos con su gastronomía. Vivir allí, aunque sea por poco tiempo, es convivir; es participar de las inquietudes de siempre y de las esperanzas del porvenir pero, sobre todo, es disfrutar de esas gentes tan nobles, tan diferentes y tan iguales como José Manuel, Alfonso, Bernardo, Juan, Paco, Luis, Carmen, Salvador, Jorge, Bartolomé, Antonio, Luisa, María, José María, Juana, Salvador, Cristina, Pascual, Isabel, Felipe, Fernando, Lina, Emilio y tantos otros que luchan, que se sacrifican, que trabajan y que se aman. San Pablo de Buceite es un pueblo joven de ritmo apacible; es un paisaje para el deleite de los sentidos; es un espacio de convivencia, de diálogo y de colaboración; es una permanente invitación a la amistad, a la conversación, al sueño y a la poesía. Es un recuerdo y una ilusión.
Los días de sol y los atardeceres de primavera son momentos idóneos para pasear por el río a su paso próximo al pueblo. Su caudal irregular de violentas crecidas, sensible a las mareas, y los bajos arenosos de su complejo cauce han marcado significativamente la pequeña e intensa historia de los pequeños propietarios y de los laboriosos vecinos.
Si sus parcelas revelan el esmero y el afán de sus habitantes, su configuración urbana constituye la prueba palpable de las estrechas relaciones de ósmosis, de simpatía y de intercomunicación afectiva que se establecen entre los espacios físicos y los seres racionales allí congregados. Si la cara es el espejo de alma, las calles amplias, llanas y rectangulares de este pueblo acogedor son los reflejos transparentes de la condición abierta, sencilla y lúcida de sus moradores que, procedentes de pueblos de las provincias de Granada y de Málaga, se sienten identificados con estas fértiles y agradecidas tierras. En cada esquina y en cada portal descubrimos aspectos singulares y comunes de la gran aventura humana vivida por sus habitantes más preclaros.
San Pablo de Buceite es la demostración palpable de que los espacios se humanizan, de que podemos saborear el paisaje, los olores, de la misma manera que lo hacemos con su gastronomía. Vivir allí, aunque sea por poco tiempo, es convivir; es participar de las inquietudes de siempre y de las esperanzas del porvenir pero, sobre todo, es disfrutar de esas gentes tan nobles, tan diferentes y tan iguales como José Manuel, Alfonso, Bernardo, Juan, Paco, Luis, Carmen, Salvador, Jorge, Bartolomé, Antonio, Luisa, María, José María, Juana, Salvador, Cristina, Pascual, Isabel, Felipe, Fernando, Lina, Emilio y tantos otros que luchan, que se sacrifican, que trabajan y que se aman. San Pablo de Buceite es un pueblo joven de ritmo apacible; es un paisaje para el deleite de los sentidos; es un espacio de convivencia, de diálogo y de colaboración; es una permanente invitación a la amistad, a la conversación, al sueño y a la poesía. Es un recuerdo y una ilusión.
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