El paro, el problema más grave y el más complejo que tenemos planteado en Cádiz, tiene solución. Esta afirmación categórica, que a primera vista puede parecer una candorosa e ingenua simpleza, encierra una seria denuncia que, a mi juicio, debería estimularnos para que nos preguntemos qué dosis de responsabilidad nos compete a cada uno.
Tras un elemental análisis de los comentarios que formulan los políticos de los diferentes niveles de gobierno o de los distintos partidos de la oposición; de los eslóganes que lanzan en sus manifestaciones las centrales sindicales; de las mutuas acusaciones que se hacen los empresarios y los banqueros; de las propuestas que, desde las tribunas periodísticas, se prescriben e, incluso, de las conversaciones que mantenemos en las tertulias de amigos, he llegado a la conclusión de que todos coincidimos en señalar a los otros como los únicos culpables.
Estas explicaciones simplistas tienen su origen, por un lado, en la ausencia de una elemental y saludable autocrítica, y, por otro lado, en la arraigada convicción de que la actividad política consiste en luchar permanente y agresivamente para contradecir las propuestas de los adversarios y, también, para desacreditar y, si es posible, para aniquilar a sus representantes más destacados. Muchos están convencidos de que hacer política significa negar, atacar, derribar y destruir al que milita en un partido diferente e, incluso, al que piensa de una manera distinta.
Las propuestas de los “unos” y las respuestas de los “otros” tienen como finalidad marcar las diferencias y señalar el abismo que separa a sus respectivas posiciones, más que colaborar desde posturas distintas para que el barco navegue hacia su destino o para que, al menos, no se hunda. No es extraño, por lo tanto, que los “unos” y los “otros” se las ingenien permanentemente en destejer el entramado de normas que sus predecesores, a veces del mismo partido, habían confeccionado pacientemente. No advertimos que, tirando por la borda a los marineros y hundiendo a sus sucesivos capitanes, corremos el riesgo de hacer naufragar la nave.
En mi opinión, el problema del paro no tendrá solución en nuestra Provincia mientras que los diferentes grupos políticos, los colectivos sociales, los agentes económicos y cada uno de nosotros no tengamos claro que debemos dialogar desapasionadamente y llegar a acuerdos; mientras que no apartemos nuestras diferencias y abramos una 'pausa de reflexión' que haga posible un 'diálogo sereno' entre los políticos, los empresarios y nosotros, los trabajadores y los parados. Aunque es cierto que algunos tienen mayores responsabilidades que otros, la autocrítica hemos de hacerla todos y todos hemos de revisar hasta qué punto ponemos trabas para encontrar esa solución que no es sencilla, pero que, si no arrimamos todos el hombro, será imposible.
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*** Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático
de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club
de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista.
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