viernes, 22 de julio de 2011

Palabras de moda 25: Carajo

Por José Antonio Hernández Guerrero.
El adjetivo “carajote” -tan de moda en nuestros días- es un derivado del nombre “carajo” que se suele usar como una interjección que, por pertenecer al lenguaje soez, está desterrada de la sociedad considerada como educada. Pero si consideramos su etimología, llegamos a la sorprendente conclusión de que su origen es culto. Procede del verbo "charaxare" -escribir- y del sustantivo "caraxo" -punzón, el instrumento primitivo de la escritura- que, por su parecido con la "cola" o con el "rabo", se fue enriqueciendo o empobreciendo con los significados groseros actuales.
Aunque es cierto que no figura en los diccionarios modernos, también es verdad que podemos encontrarla ampliamente explicada en los glosarios antiguos.
El Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano (1888), por ejemplo, indica que es una "interjección muy usada y característica del pueblo español, cuyo abolengo no permite que sea proferida en buena sociedad. Su significado es, naturalmente, muy elástico, dado que se presta a servir de intérprete a todos los afectos del ánimo, siquiera sean de alegría, tristeza, miedo, ira, admiración, etc.".
Según los autores de dicho Diccionario, este nombre, levemente modificado, lo llevan con honor en sus apellidos muchas familias distinguidas de nuestro país como, por ejemplo, lo Carasos, los Carassos y los Caraxos.
El Primer Diccionario General Etimológico de la Lengua Española, de Roque Barcia (1880) nos ofrece la siguiente anécdota para justificar su etimología: "Hallándose Don Jaime I el Conquistador en el famoso cerco de Mallorca (1229), dispuso que una compañía de su gente fuera al campo enemigo con el único fin de traer ajos, que eran muy del gusto del monarca. La fortuna fue tan rigurosa y extremada con los enviados, que no volvió ninguno de la expedición. Al tener Don Jaime noticia de lo desastroso de la empresa, exclamó bajando la frente: ¡car all! ¡caro ajo! puesto que le costaba una compañía. Esta interjección, inocente entonces, se empleó después a guisa de voto o de conjuro, viniendo a ser una palabra baja y obscena".
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***Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista.
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