El ponente se basó en la proyección de fotografías de diferentes tipos de monedas, de diversas épocas, encontradas en el perímetro del Castillo para explicar las particularidades de cada una y demostrar el origen libiofenicio de la que posteriormente sería la Oba romana.
Se trataba de una población formada inicialmente por personas procedentes del norte de África, reclutadas por los cartagineses, que trajeron consigo sus propias tradiciones y cosmovisión, introdujendo de paso mejoras técnicas en la agricultura o nuevas especies de cultivos.
Así, no es extraño encontrar monedas acuñadas en la población en la que aparecen representaciones de la diosa cartaginesa Tanit, divinidad de la tierra y la fertilidad y asociada al culto a la Luna y relacionada con la muerte.
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La oba púnica poseía su propio taller artesanal de fabricación de monedas, dirigido por un hornacero que aportaba mano de obra y herramientas, recibiendo un porcentaje por el volumen de acuñaciones.
"Las monedas del mundo antiguo siempre nos cuentan historias que debemos interpretar y que a menudo constituyen la única referencia para entender un período histórico ante la falta de fuentes históricas escritas", indicó el ponente.
Moreno Vega ha confeccionado su propia catalogación de monedas encontradas en el entorno del Castillo, basa en cuatro grupos, que se sucedieron en el tiempo. El primero de ellos, engloba a las que en cuyo anverso aparece una cabeza femenina con moño bajo y adornada con unas palmas. En el reverso suele aparecer un caballo galopando, símbolo también de Tanit, con caracteres en latín y en neopúnico degenerado con el nombre de Oba u Oban.
El segundo de los grupos recoge monedas en las que aparecen figuras de facciones masculinas pero con el símbolo del moño en la nuca, en las que han desaparecido ya algunos símbolos fenicios, como consecuencia de la romanización.
En el tercer grupo, la figura humana del anverso de las monedas, claramente masculina, ya ha perdido también el moño. Mientras, en el cuarto grupo, formada por monedas de tosca acuñación, resulta complicado identificar el género de la figura humana.
En todos los casos, los reversos siguen representando un caballo, al galope en la mayoría de los casos.
Con todo ello, Moreno Vega entiende, siguiendo a Menéndez Pidal, que "Oba fue una población de origen cartaginés con su propio grupo numismático con gran influencia del norte de África".
Por último, para corroborar esta hipótesis, presentó una pieza de especial valor: un plomo monetiforme, una pieza acuñada y autorizada por la ceca emisora y aceptada como valor de cambio que se acepta en un momento de necesidad ante la carencia de metal para ser acuñado, de clara influencia cartaginesa.
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