sábado, 7 de junio de 2008

El precio de una naranja

Leído en diario Sur. Por su interés reproducimos esta noticia.
Agricultores de la zona explican el proceso de producción y los costes que implica, que se han incrementado cerca del cien por cien en un año
Los agricultores no descartan nuevas movilizaciones ante la ausencia de medidas por parte del Gobierno. El mensaje que han hecho llegar a la opinión pública es que quieren producir, pero no les compensa. Hablan de la subida de los costes y del descenso en los beneficios, aunque para quienes no están familiarizados con las tareas de cultivo resulta difícil hacerse una idea exacta. La mejor manera de comprender la situación es visitar la zona agrícola por excelencia del Campo de Gibraltar.
Castellar, Tesorillo, San Pablo de Buceite, Jimena y el Valle del Guadiaro son conocidos por la calidad de sus cítricos. Las señales de tráfico que advierten de la presencia de tractores y el paisaje que se divisa desde la carretera, flanqueado de hectáreas de naranjos, ponen de manifiesto cuál es la principal actividad. Son muchas las familias que viven, directa o indirectamente, de la actividad agrícola. Sólo la comunidad de regantes de Castellar supone 8.000 hectáreas de terreno. Aunque la situación ha mejorado considerablemente con respecto al año pasado, es preciso buscar soluciones para evitar que las inversiones se traduzcan en pérdidas. La espera de una respuesta del Gobierno no es pasiva, sino que los afectados ponen en marcha iniciativas alternativas.
Sin bajar la guardia
Las cosas han cambiado a mejor desde el año pasado, cuando las heladas echaron a perder la mayor parte de las cosechas. «De este campo han salido las naranjas a 15 o 16 céntimos el kilo y se están vendiendo en origen a hasta 0,24 o 0'27 céntimos, son precios con los que te da alegría venir al campo y empezar a recolectar porque piensas que te da para comer, pero luego vas a las tiendas y ves que se venden entre uno y dos euros», dice José María Orellana, propietario de siete hectáreas y concejal del Ayuntamiento de Castellar. No obstante, advierte de que no hay que bajar la guardia porque las previsiones para el próximo año no son tan halagüeñas y, sobre todo, porque los costes han subido un cien por cien.
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- Bernardo Sánchez transportando naranjas en el Camino de la Cerejana en San Pablo de Buceite-

El proceso requiere una inversión constante desde la adquisición de los naranjos hasta la recogida. El precio del plantón oscila entre cinco y 13 euros. La cantidad media de ejemplares plantados por hectárea es de 400. El árbol tarda cerca de cuatro años en dar frutos comercializables, pero hasta entonces debe ser objeto de cuidados, por lo que no se amortiza hasta pasados cerca de cuatro años desde su plantación.
Contra las plagas
Es sólo el principio de una cadena de inversiones cuyos eslabones son la poda, la fumigación, el abono, el riego, la maquinaria y la contratación de trabajadores para las diversas tareas. Los propietarios efectúan estos días el tratamiento contra el llamado 'piojo rojo', una plaga que deteriora la apariencia del producto hasta dejarlo inservible para su venta. El tratamiento supone cerca de 2.000 euros en insecticida para Orellana y más de 3.000 para Juan Sánchez, propietario de unas 16 hectáreas. También hay que proteger el naranjo al menos una vez al año contra otras plagas como la mosca de la fruta o arañas.
En cuanto al abono, Orellana ha comprado 5.000 kilos para el mes de junio. Los precios del fertilizante oscilan entre los 0,40 y los 0,90 céntimos. La recolección requiere la contratación de trabajadores a un coste medio de entre 40 y 45 euros el jornal.
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- Huerta de naranjos en San Pablo de Buceite-
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Empleo
Los agricultores destacan que el campo es una fuente de empleo. Una finca como la de Orellana podría suponer la realización de 2.000 jornales en el mes de septiembre. «De aquí para atrás toda la recolección ha sido para inmigrantes porque hemos tenido una época en la que había mucho más trabajo en la construcción y las personas de aquí no querían recolectar porque ganaban mucho más dinero en las obras», comenta.
Tanto Orellana como Sánchez refutan el «mito popular» de que los agricultores quieren vivir de las subvenciones. Explican que mientras que antes se pagaba una cantidad de dinero por cada kilo de naranjas entregado a la industria de cítricos, ahora existe una subvención de 300 euros por hectárea. En el caso de Orellana serían 2.100 euros, es decir, poco más que el coste de tratar sus naranjos contra el piojo rojo.
«No estamos de acuerdo porque cobra tanto el buen agricultor como el malo y nosotros pedimos subvenciones justas para los que produzcan frutas y verduras de calidad», afirma.

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