martes, 29 de diciembre de 2020

“De concierto en 2020”, por David Romero Pacheco

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David Romero Pacheco ha publicado este relato en la sección de narrativa del núm. 43 de la revista del Club de Letras de la Universidad de Cádiz SPECULUM, que se publica en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, dirigida por el profesor José Antonio Hernández Guerrero.

De concierto en 2020

Es agosto e invierno en el sur del sur del mundo. Levanto la vista de la pantalla del teléfono y miro el reloj. Solo faltan treinta minutos para el concierto en el teatro y aún debo arreglarme. Me afeito, me ducho e incluso me lavo la cabeza. Voy al cuarto y me visto, con pantalón vaquero, una camisa lisa y, para el frío, un saco o chaqueta, al estilo formalinformal de los eventos especiales. Elijo el perfume que más me gusta y, viendo que faltan apenas cinco minutos, me apresuro con un nerviosismo algo incómodo. Me dirijo al salón, me siento, coloco los auriculares y subo la pantalla y, en el buscador del teatro, escribo mi nombre de usuario y contraseña. “Contraseña o usuario incorrecto”. Pruebo de nuevo, pero tengo que volver a salir y volver a entrar. Inquieto, esta vez tengo más suerte y recuerdo. ¡Queda un minuto! Seleccione todas las  imágenes con vehículo, me pide la página para asegurar que no soy un robot. Llego a la sala principal. Observo la sala ya semiapagada y, en cada palco, pequeños soles artificiales iluminan de timidez de los asientos vestidos de rojo, vacíos, hermoso y en el escenario, la filarmónica preparada. Silencio. La vibración de la cuerda y el ronroneo del viento surgen y lo inundan todo. Me emociono y trato de calmar mis ojos para no mojar la nitidez del concierto. Mi silueta excitada y sola aplaude desde el escritorio, a la izquierda del sofá en penumbra, al fondo de dos plantas tropicales. Sin darme cuenta ha pasado una hora y media y el concierto termina. Me levanto y voy al baño. Voy a la cocina y ceno algo rápido. Me preparo una copa, me echo un poco más de perfume y vuelvo a mi escritorio. En unos minutos voy a una fiesta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Táctica de excelentes escritores, reflejar puntualizando todos los detalles que pasivos o activos en la normalidad de lo habitual y la rutina, va marcando lo que en ciertos momentos es, puede ser, un cambio anormal o imprevisto del lógico discurrir de la buena vida y las costumbres más usuales. Acicalarse, trajearse y maquearse para ver un concierto, un teatro e incluso una película en la tele y en su domicilio, estando solo, entra más en la sinrazón ilógica que hacerlo despelotado o en pijamas; salvo que quiera engañar a su propia mente, o que sea su propia mente quien le esté engañando a él (o a ella, que se estará dando el caso) como que realmente está asistiendo al Palacio de la Música o al Gran Teatro Falla de Cádiz. La lógica queda de repente fulminada en un fin inesperado: la psicopatía sufrida por el confinamiento.

Mal va la troyana quiniela (pista)