viernes, 16 de octubre de 2020

"Uno y otro", por Cristóbal Moreno El Pipeta

>>> Cristóbal Moreno "El Pipeta" en buceite.com
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UNO Y OTRO

Hoy como ayer veo a unos que son  camaleones y a otros con la figura y su vida destintada:

Hoy, como ayer, he visto a uno con coche nuevo circulando por nuestras calles agrietadas.



Hoy, como ayer, he visto a uno circulando entre badenes por nuestra carretera vieja y a otro andando con su pena.

Hoy, como ayer, he visto a uno con casa nueva en la urbanización y a  su esposa con sus hijos en  una mansión.

Hoy, como ayer, he visto a uno desahuciado de una casa por no poder pagar el alquiler al propietario de varios chalets.

Hoy, como ayer, he visto al rico guardando un fajo de billetes en el banco  y a otro en la puerta pidiendo limosna para sus hijos.

Hoy, como ayer, he visto a uno vestido  con ropa de marca y a otro harapiento recogiendo cartones y colillas por los rincones.

Hoy, como ayer, he visto a uno, que nunca trabajó, de presidente del gobierno y a otro criticando a los trabajadores que están en el paro.

Hoy, como ayer, he visto a uno mirarme por encima del hombro y a otro ciego y mudo queriéndome ver y hablar.

Hoy, como ayer, he visto a uno con mirada desafiante y a otro pidiendo trabajo con la mirada baja y la pobreza en su frente.

Hoy, como ayer, he visto al politico que se está haciendo rico mandando en mi pueblo y al pueblo que continúa pobre en la miseria.

Hoy, y no ayer, he visto a uno con su familia en una habitación lujosa de un hospital privado curándose de Covid y a otro en una residencia de ancianos muriéndose solo.

Hoy, igual que ayer, he visto a uno al que no quisiera ver más ni mirar su descaro, prepotencia y desvergüenza y a otro que noble y orgulloso de su honradez, es de todos un fiel y gran amigo.

Hoy, y no ayer, he visto el alma de los demás y sigo mirándome hacia adentro buscando a la mía invisible, ciega, sorda y muda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

.

EL LATERO.

Los años de mi niñez,
que los viví yo en un pueblo.
Y que ahora en la vejez,
con nitidez los recuerdo.

Mucho frío en esa sierra,
hacía por el invierno.
Si no helaba, nevaba,
entonces, venía el latero.

No era de allí ese hombre,
decían que era forastero.
Que venía con el frío,
que se lo llevará el viento.

Cuando el día despuntaba,
con voz quebrada gritaba.
El Latero, el latero,
se hacen jarrillos de lata.

Se sueldan satenes y ollas,
y con una tapadera,
se les echan culos nuevos,
a perolas y cacerolas.

Era un gitano delgado,
pequeñito, muy moreno,
Con un bigotillo fino,
tocado con un sombrero.

Sus pantalones de pana,
con piezas de varios colores.
Con una camisa azul,
de nácar eran los botones .

Con una corbata negra,
dicen que luto tenía.
Y una chaquetilla gris,
que casi no le servía.

Por que le estaba pequeña,
y abrocharla no podía.
En los pies unas alpargatas,
negras muy descoloridas.

Con boquetes en las punteras,
que al no llevar calcetines,
los dedos se le salían,
y las uñas se veían.

El cajón de las herramientas,
de banqueta le servía.
Y aquel anafre redondo,
donde carbón encendía.

Que cogiéndolo del asa,
como una noria lo giraba.
Para avivar el fuego,
y, que se hiciera la brasa.

Yo que era muy pequeño,
y no iba aún a la escuela.
El día entero lo pasaba,
viendo trabajar al latero.

El pobre que con el frío,
los dedos, se le entumecían,
Ponía las manos en el fuego,
tratando de calentarlas.

Yo admiraba aquel trabajo,
el martillo, las tenazas,
y las tijeras de hierro,
con que cortaba las latas.

Su destreza al soldar,
y como doblaba la pestaña,
para ponen un fondo nuevo,
a ollas que estaban picadas.

Entonces yo ya decía,
que cuando fuese mayor,
tenía que ser latero,
y jarrillos de lata haría.

Al anochecer en mi casa,
la chimenea encendida,
y algo de comer en la mesa,
que calentito se estaba.

Mi padre siempre decía,
voy a buscar al latero.
Que si duerme bajo el puente,
de esta noche, el pobre no pasa.

Esperar a que yo vuelva,
compartiremos la cena.
Y al calor de la candela,
va a dormir aquí en la casa.

A la mesa lo sentaba,
y mis padres sin cenar,
si había poca comida,
esa noche se quedaban.

Pasado ya algunos años,
al latero, lo vi un día.
Le dije quien era yo,
y me preguntó enseguida.

¿Qué como estaban mis padres?
Mi padre hace años que murió.
El latero, se puso a llorar,
lloraba con desconsuelo.

Ese viejecito, el latero,
me abrazó diciendo: Lo siento,
tu, tuviste un buen padre,
y yo se que está en el cielo.

Pasado ya algunos años,
yo estaba pasando apuros,
estaba pidiendo limosnas.
Un viejo me miró y dijo:

Yo soy el latero hijo,
y me ofreció cuatro duros.
Que yo no lo quise aceptar,
lo vi viejo y delgadito.

Él me había reconoció,
sus ojos llenos de lágrimas
y su voz entrecortada
balbuceando me dijo

Acéptame es te dinero,
no puedo darte cobijo.
Porque yo no tengo casa,
vivo aquí en este asilo.

Era Navidad y nevaba,
también hacía mucho frío.
los cuatro duros los conservo,
siempre los llevo conmigo.

La mala racha pasó,
ahora soy ya viejecito.
Aún quiero ser como el latero,
quiero vivir en un asilo.


15 diciembre 2008

.

Anónimo dijo...

¡Fantástico amigo Cristóbal, pues ahora, como siempre y más aún siento un gran orgullo de tenerte como un buen amigo, y me consta que son muchos y muchas los y las que piensan así!. Tú hubieras sido un buen alcalde de ese municipio (y ya no digo de Presidente de la Junta de Distrito), tal como has sido un buen Guardia Civil dedicado plenamente a ayudar a la gente trabajadora y a cumplir fielmente con tus demarcanos de cualquier posición social. Me consta, nos consta, que siempre has sido un jimenato idealista y un sampableño profundo y sin complejos, elevando en su medida y dando a conocer la belleza del término y en especial la buceiteña por donde quiera que trabajaste, y, a la vez, sabías de hacerte méritos y consideración luchando también con ahinco por la demarcación a ti encomendada (recuerdo que decías que "para ti coger un alijo de droga o resolver un caso importante era como tener un orgasmo"). Un buen profesional incorrompible y un defensor del honor, de ese honor que muchos traicionan, pero no tú, que siempre luchaste con los que lo mancillan, ¡esos, si, tus verdaderos enemigos que nunca lograron vencerte con sus bazofias y trampas!, pero que lograban a veces "herirte el alma" con los dardos envenenados..., y las traiciones de algunos de tus viles compañeros de profesión.
Un trabajador conforme con su sueldo, un exclusivo idealista de mucho mérito, un buen puntal que supiste decir que no a muchas cosas: mejores puestos de trabajo y mejor remunerados, dentro y fuera de tu profesión, porque podría empañar al Benemérito Instituto los externos y porque podrian perjudicar a compañeros otros; siempre fuiste fiel a la Guardia Civil, a tus excelentes camaradas y a tus honrosos mandos, aunque esa forma de fidelidad honesta hiciera crearte muy peligrosos enemigos "altunos o bajunos" no tan honrosos ni fieles para los que el honor carecía de valor. No olvidaremos nunca tu número preferido: el 999. "De mil uno nos sale rana y pagamos todos; hay que buscar y freirle las ancas en la cárcel a ese uno", solías decir confindencialmente. Tú virtud y tu error era la misma cosa en primera línea de costa: no te fiabas de nadie, y eso también te creó algunas enemistades..., has de reconocerlo.
Veo, por lo que escribes, que, sin entrar en política, sigues en tu misma línea centrista de apoyar, ayudar y respetar, y eso te sigue honrando. 😥 ¡Cuánta lata te dio el enemigo marginal, faccioso y desleal!
Atentamente, un buen amigo y camarada.

Cristóbal Moreno dijo...

Anónimo 3,53 p.m, gracias por el regalo de "El latero", un bonito poema, me ha encantado y me trae bastantes recuerdos de mi niñez, presenciando por las calles ese delicado y necesario trabajo ambulante de reparación de objetos de lata, bastantes por entonces: el jarrillo de lata (que aún hoy utilizan los toreros para refrescarse tras la faena mientras espera a los pañuelos), las ollas y cafeteras..; el barreño de cinc donde se bañaba uno tras otro los miembros de las familia y donde los niños jugaban chapoteando, etc, etc.
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Anónimo de las 5.45 p.m., el latero y tú (casi correlativos), me habéis trasladado en el tiempo, uno a la niñez presenciando para aprender de todo, y el otro a la picara y abrumadora aventura constante de 40 años de profesión continua de plena dedicación, que efectivamente vivi a tope, no se si como un Sherlock Holmes (en España hay a miles y fantásticos, y se llaman José o Pepe, Antonio, Juan, etc), o como Filemón y Mortadelo detectives de la T.I.A., a la que nunca pertenecí aunque "de todo hay en la viña del Señor". Solo se decir que nuestra Guardia Civil, democrática y ejemplar, es un Cuerpo maravilloso, excelente ayer y hoy, solo que suele fallar porque su corazon se divide tal COMO EL DEL MISMO PUEBLO, cuando es utilizado políticamente para romper su fidelidad al poder de las urnas legalmente CONSTITUIDO.
Creo que debo rebajado hasta su justa medida, la estima de algún compañero o amigo mío.
Tú, amigo o compañero, al que agradezco enormemente el comentario, deduzco, al examinar la lectura del mismo, que no eres de muy lejano término municipal y que me conoces muy, pero que muy bien, pero te excedes en los adornos y me sonrojo con tus visiones fantásticas, y digo fantásticas porque has de ser otro de los muchos idealista y de tantos ejemplares compañeros entre los 999, que siempre me llenaron de orgullo y honrosa camaradería; pero no logro identificarte. No obstante, me obligas a darte las gracias, aunque no comparta tu visión sobre mi, pues siempre he creído que solo he cumplido con mi obligación de estar a la altura del propio ciudadano de ley, y dar el mejor de los tratos al error humano. Gracias también, amigo, por no fijarte nada más que en uno de mis tantos defectos.
Reconozco que ser idealista tiene sus pros y muchos más contras, pero mi mejor verdad, pese a la dureza extrema de este Cuerpo de la G.C., es que he disfrutado muchísimo con mi trabajo, pese a esos enemigos internos de los que hablas, posiblemente incursos en ese uno de los mil: ellos sabrán, pues me quedo siempre con los 999 que miran directamente a los ojos con su blanca conciencia.
Un abrazo, y dime, por cualquier medio quién eres, te debo un café, o mejor, una comida codimentada con buena camaradería y amistad, seas o no Guardia Civil.