lunes, 5 de febrero de 2018

¿Funerales demasiados largos?, por Francisco Quirós "Pacurro"

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Desgraciadamente, el mes de enero se ha cobrado varías vidas en nuestro pueblo. Aquello de la cuesta de enero, se ha cumplido a la perfección 

Las defunciones ocurridas el mes pasado no es el tema del que quiero hablarles. Pero si del tiempo que duran sus  funerales. Vamos por parte. Después de una noche  en algunos casos de dos  de velatorio. Llega la hora del oficio religioso, últimamente mínimo cuarenta y cinco minutos o más.


Es cierto que a nadie se le exige que antes de inhumar un cadáver, tenga que pasar por la iglesia, que a diferencia de otros tiempos no muy lejos era obligatorio o casi. En teoría si elegimos la ceremonia religiosa, es porque realmente somos creyentes, por tanto cuarenta y cinco minutos o una hora, no debe parecernos exagerado, no hay porque darles prisas al oficiante, en caso contrario todo pasa por olvidar la iglesia.

Ahora bien, existe una parte de religiosidad y otra de tradición, no me atrevo decir que porcentaje ocupan esas partes. No estaría mal que  los sacerdotes acortaran  la duración de la misa " córpore  insepulto ".

Otra circunstancia, el hecho de acompañar al cadáver a pie desde la iglesia hasta el cementerio, hay que recorrer una distancia de aproximadamente un kilómetro y medio, en cierto modo obligando a los familiares, que por otro lado es normal que estén cansados en algunos casos destrozados por el dolor, a realizar el trayecto hasta el cementerio andando.

Hoy sin ir más lejos, se ha celebrado un entierro, la misa comenzó a las cuatro y media de la tarde, el cadáver ha llegado  al cementerio a las seis menos dos minutos.

Metido en materia, otra cosa que me choca, es la misa de funeral, que suele celebrarse a la semana aproximada del fallecimiento. Nada que objetar, salvo el pésame final. A mi entender somos exagerados. No nos basta con pasar por delante de los familiares y transmitirles nuestras condolencias , les besamos por dos veces, salvo de varón a varón que estrechamos las manos.

En una misa de difuntos concurrida,  pueden perfectamente acudir trescientas personas, multipliquen por dos, pues eso los familiares femeninos del finado, reciben seiscientos besos.

Sin ánimos de dramatizar, circunstancia poco saludable, con la cantidad de virus que pululan por ahí, sobre todo en esta época del año.
Como siempre digo a fuerza de ser pesado, es mi opinión que no tiene porque ser la suya, pero es lo que siento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso es muy particular de los dolientes, creo yo, independientemente de que tu opinión ataque algo más a lo religioso. En cuánto a la distancia andada con el ataúd al hombro, tengamos en cuenta que es lo último que hacemos por nuestro familiar, por tanto, sólo el doliente debe valorar ésto. Si es verdad que en algunos casos hasta se alarga con sus dos noches y su día y medio o más, por eso de que no se puede enterrar hasta a las 24 horas desde su fallecimiento o por la espera de familiares que no podrían llegar a tiempo. El primer caso (24 horas) es discutible, según para quién o en la forma. Pero si es verdad que, para los que no tienen LA SUERTE de enterrarlo -lo más pronto posible al difunto-?, la paliza de su cuerpo durante la tardanza del entierro, agravada por el sufrimiento, es tremenda, y dependiendo mucho de la salud o la edad de esos familiares, habría que mirar más por ellos que por otras cosas (indistintamente a las 24 horas).
Mi experiencia en el velar a un familiar muy querido fue realmente horrible para mí (aunque para mi pobre difunto lógicamente lo fue más, excepto la tranquilidad de morir de una p. vez y dejar de sufrir). Después de muchos días de internamiento hospitalario y de mi obligado, hacia él, cuidado intenso allí día y noche, tuvo la mala suerte de morir sobre la 01,00 hora de la madrugada del ya Sábado, así que, me tocó velar todo esa noche y todo el día de dicho Sábado (las 24 horas cumplía a las 01,00 del ya Domingo) y como de noche no entierran, también me tocó (como a muchos) velar la noche del Domingo y enterrarle casi al medio día, de ese Domingo, es decir, dos noches y día y medio.¡Mala suerte!, dirán algunos, y yo digo, bueno..., desgracia que tiene una.
Así que cuando vas a un entierro de un solo día y ninguna noche (no incluyo las hospitalarias), no me queda más remedio que pensar, ¡qué suerte...! Y lo justifico volviendo a pensar, bueno..., que muera un ser querido normalmente no es ninguna suerte, pobre...!, Q.D.G, q.e.p.d.