viernes, 21 de julio de 2017

¿Es la hora de las renovables?, por José Cabrera

José Cabrera es portavoz de Podemos Jimena.
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Con la sentencia del tribunal constitucional contra el decreto de impuesto al sol, se abre la posibilidad de cambio en el autoconsumo de energia.
 
El gobierno del PP y el oligopolio eléctrico pierden una importante batalla contra las renovables y la democratización de la energía.


Un tercio de la economía es la energía. Además cuando toda Europa apuesta por las renovables, que ayudan a combatir el cambio climático, en nuestro país un gobierno que atiende al interés de unos pocos, contra el resto de la población, se ha quedado solo y el alto tribunal ha derogado gran parte del decreto contra las energías renovables.

https://www.energias-renovables.com/fotovoltaica/autoconsumo-compartido-un-muro-menos-a-derribar-20170720
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3 comentarios:

Gabriel Meléndez Muñoz dijo...

Países como Alemanía, Gran Bretaña, Suecia... que cuentan con unas 1200-1300 horas de sol al año, han sido capaces de sustituir un 40% de su produción de energía en renovables. En España contamos con aproximadamente unas 2000 horas de sol al año, pues no llegamos a producir ni un 10% de lo que producen esos países.

Es una pena que un país como el nuestro se esté quedando a la cola en esta materia, pero tiene su explicación que no es otra que políticos y partidos legislando a favor de las grandes productoras de energía mediante la combustión de petroleo o de ciclo combinado (fuel y carbón) o nuclear (que aun quedan varias funcionando en España), para luego caer en los consejos de administración de éstas empresas, lo que son las puertas giratorias.

Gabriel Meléndez Muñoz dijo...

http://www.lasexta.com/noticias/internacional/portugal-logra-funcionar-cuatro-dias-enteros-solo-con-energias-renovables_20160521574069356584a8f862602b4e.html

Portugal logra funcionar cuatro días enteros sólo con energías renovables. De interesante lectura.

Anónimo dijo...

Y que hacemos con arnaz y Felipe y los siguientes amigos tendrán que malvivir con su triste paga vitalicia