Jax es un niño de cinco años que vive en Louisville (Kentucky). Un rubiales con la piel como la de un melocotón a mediados de septiembre y al que le gusta cerrar los ojos cuando abraza.
Hace unos días su madre le conminó a ir a la peluquería para que le arreglasen, al menos un poco, su encrespado pelo.
Jax, niño travieso y juguetón, pero listo y ocurrente, aceptó con una petición: que se lo cortaran al rape -lo que antes se llamaba al uno- para gastarle una broma a su “seño”: ¡! Que lo confundiera con su amigo y compañero de pupitre Reddy ¡! ¡Ja, ja, la que vamos a liar!
Efectivamente, el lunes siguiente la profesora cayó en el engaño y no pudo distinguir quién era quién: confundía sus nombres y sus personas a la hora de asignarles deberes, de sacarlos a la pizarra o de reprimir sus risas. Una prueba, decía la sagaz maestra, de que el odio y los prejuicios son algo que se aprende, aunque no sabemos cuál puede ser la causa, o qué lleva a unos a discriminar y rechazar a otros por ser diferentes en el color de la piel, en el pensamiento, en su religión o en su cultura.
Para Jax, la única diferencia entre los dos, era... el corte de pelo.
Observen detenidamente la foto. Estoy seguro de que nosotros también los confundiríamos.
Efectivamente, el lunes siguiente la profesora cayó en el engaño y no pudo distinguir quién era quién: confundía sus nombres y sus personas a la hora de asignarles deberes, de sacarlos a la pizarra o de reprimir sus risas. Una prueba, decía la sagaz maestra, de que el odio y los prejuicios son algo que se aprende, aunque no sabemos cuál puede ser la causa, o qué lleva a unos a discriminar y rechazar a otros por ser diferentes en el color de la piel, en el pensamiento, en su religión o en su cultura.
Para Jax, la única diferencia entre los dos, era... el corte de pelo.
Observen detenidamente la foto. Estoy seguro de que nosotros también los confundiríamos.
2 comentarios:
Muy bonito Mata supongo que la historia es real pero lo cuentas con mucho arte y mucha sensibilidad.
Pues sí que se confunden. Enhorabuena Sr. Mata. Ha vuelto usted a enternecernos y hacernos pensar. Un buen ejercicio para estos días que corren.
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