A lo largo del segundo quinquenio de los años cincuenta y primeros años de los sesenta del pasado siglo veinte en tanto se abrían las puertas de la emigración masiva, la economía familiar de penuria y subsistencia de Jimena estaba basado en el pequeño negocio. Aparte de la venta por las calles o a domicilio que se hacían de los productos del campo, del monte, de las panaderías, y de la pesca que bien desde Guadiaro en bicicleta o Algeciras por tren nos llegaba, estaba constituidas por profusas cantidad de tiendecitas, muchas de ellas de recoveras o corsarias que subsistían de la venta de productos procedentes del contrabando de Gibraltar, así como de numerosos habitáculos en las entradas o bajos de las casas que acogían oficios tradicionales, tales como zapaterías, talabarterías, barberías y carpinterías, fundamentalmente, y otros locales con incontables bares.
Bartolo Pajares Jiménez, un gran profesional de la carpintería y mejor persona.
Año 1956. Bartolo Pajares Jiménez, un gran profesional de la carpintería y mejor persona.
En cuanto a las carpinterías existentes, era la de Bartolo Pajares Jiménez la que más frecuentaba, con mandaos familiares que me encomendaban desde mi casa para algunos arreglos de sillas o ventanas y hasta para que nos hiciera algún mueble nuevo.
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