Mi nombre es Clotilde García, esposa de Joaquín, y la chica que me acompaña nuestra hija mayor María Clotilde. Ambas caminamos al atardecer por la playa de Valencia mientras la brisa marina hace ondear nuestros vestidos.
Pero no crean, ya en este año de 1909 las adolescentes eran rebeldes y remisas a seguir los consejos de los mayores.
María coge una sombrilla que a estas horas los rayos solares son muy dañinos para nuestra piel.
María no sé para qué llevas el sombrero.
María a estas vistosas prendas de seda y organdí blanco no le van unos zapatos negros.
María no mires tan fijamente a los jóvenes que van a pensar que eres una cualquiera. …. Pues así todo el día.
Pero fijémonos en el cuadro: El gran formato, la osadía compositiva, la libertad técnica y expresiva de la que hace gala mí marido en este lienzo, constituyen fiel reflejo de la seguridad que un artista de su categoría siente en su quehacer pictórico.
Con un ligero picado en el punto de vista elimina la línea del horizonte; el agua y la arena resueltas en largas pinceladas azules, malvas y verdes turquesa se convierten en un telón de fondo para nuestras figuras; la sugestión de la brisa en el ondular de los vestidos intensifica la impresión de fugacidad momentánea. Y, por fin, el encuadre de hondo sabor fotográfico con el marco cortando mi pamela y dejando una franja de arena en la parte inferior.
La verdad es que estoy muy orgullosa de estar casada con Joaquín Sorolla. “El pintor de la luz” le llaman por el vitalismo y riqueza cromática de su obra. Sí, ya sé que es difícil su clasificación estilística, aunque la mayoría de autores le sitúa en el postimpresionismo español debido al tipo de pincelada suelta y firme, la luminosidad, el color y el movimiento que transmite su obra.
Está feo que yo lo diga, pero…. Ustedes están contemplando una obra de arte. ¿A que sí?
Clotilde García.
2 comentarios:
Cierto una obra de arte que había visto antes pero no me había fijado tanto como ahora
Como siempre excelente, Manolo
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