Aunque sea una obviedad, no estaría mal que recordáramos que todos los crecimientos implican cambios, pero que no todos los cambios proporcionan crecimiento. Algunos cambios pueden ser inútiles, vacíos, frívolos e insignificantes: son aquellos que, como describe la película El gatopardo, “todo cambia para que no cambie nada”. Otros pueden ser negativos, dañinos, destructores y tóxicos como, por ejemplo, los que lesionan el organismo, turban la mente, agravian la dignidad personal o rompen la convivencia. Otros son positivos, sustanciosos, alimenticios y enriquecedores como, por ejemplo, los que vigorizan y embellecen el cuerpo, serenan y ennoblecen el espíritu, unen y honran a la familia, y fortalecen a la sociedad.
Pero hemos de tener en cuenta que, como ocurre con las alteraciones de la naturaleza y con las transformaciones del organismo humano, los cambios han de ser continuos, graduales e, incluso, rítmicos. Para cambiar mejorando hemos de fijarnos unas metas claras, unos objetivos interesantes y unos proyectos estimulantes: tanto tú como yo –por muchos años que hayamos cumplido- tenemos que preguntarnos qué quiero ser de mayor. Con independencia de la edad, hemos de ilusionarnos proyectando objetivos, haciendo planes, programando actividades. De esta manera, no sólo generaremos nuevas esperanzas, sino también dotaremos al presente de significados y de sentidos. En vez de movernos por impulsos, como lo hace el resto de los animales, los seres humanos hemos de orientar nuestras actividades, sobre todo, por los destinos que, de manera libre, elijamos.
1 comentario:
Hace años pusimos
un negocio familiar,
una librería-papelería
en un nuevo y moderno barrio,
que la tuvimos que cerrar
cuando las grandes superficies
comenzaron a proliferar
y a vender libros y material escolar
sin beneficios, a precio de costo
y los pequeños negocios
por no poder competir
fueron cerrando unos tras otros.
Yo al salir de mi trabajo
solía una mano echar
y me dedicaba en exclusiva
era ayudar a estudiantes
en los trabajos de tecnología
y en todo lo referente
a manualidades, al trabajo manual.
En todo aquel tiempo
los estudiantes y yo
hicimos muy buena a mistad
que todavía conservamos
algunos, ya son abuelos.
ellos me hablaban de sus inquietudes,
de sus dudas sobres que estudiar.
Yo a cada uno le preguntaba
¿Qué quieres ser de mayor?
Algunos, querían ser pilotos
de la aviación civil o la militar,
otros decían que médicos,
abogados o arquitectos,
policías o bomberos
y la mayoría futbolistas,
unas cuantas, que azafata
y muchísimas, modelos.
Uno que era chiquitín,
decía que quería ser obrero
que para eso, no había que estudiar,
hoy ese chiquitín es funcionario
y mide más de dos metros.
Ahora me los encuentros con sus hijos
y con los nietos a los que ya son abuelos,
Les he ido preguntando
a los hijos y a los nietos,
la pregunta que les hacía a los padres
¿Qué quieren ser de mayor?
Una inmensa mayoría
querían o quieren ser
informáticos y alguno que otro, programador,
los hay que reponedor de productos
y muchas chicas cajeras
en las grandes superficies,
hacer estudios de hostelería
como maître, o de chef de cocina,
pero algunos me han dejado
sin saber yo que pensar:
Uno que quiere ser político
para ganarse muy bien la vida
sin esfuerzo ni sudores
y poquito trabajar
en definitiva, sin hacer nada.
Otra que quiere se monja
y otro la carrera militar
Al futuro militar
(posiblemente llegue a general)
y a la que monja quiere ser
al preguntarle el porqué de esa elección
la respuesta de los dos
fueron casi, casi calcadas:
Que en las colas del paro
nunca vio él a ningún militar
y la joven que en dicha cola
tampoco vio a una monja jamás.
Pero el benjamín de Ramón
un espabilado chaval,
que su padre lo pasea
cada día por el parque
me dio esta respuesta
que es cierta, aunque no la crean:
Que él, quiere ser prejubilado,
lo mismo que su tío y que su padre.
.
07.05.16
.
Antonio. - El niño del Corchado-
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