Del nuevo blog del Club de Letras de la Universidad de Cádiz.
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Estación de Jimena, Casa de la Cultura, 5 de junio de 2015.
Las hileras de naranjales y los altivos nidos de cigüeña servían de preludio a la entrañable acogida que recibíamos a nuestra llegada. A la entrada de la Casa de la Cultura, nos saludaban los gorjeos de las golondrinas que, desde sus nidos, asomaban curiosas sus cabecitas ante la llegada de los forasteros.
Nos dio la bienvenida María José Pro, la primera Teniente de alcalde, a quien mostramos una doble alegría: la recuperación del alcalde Guillermo Ruíz y nuestro regreso a la Estación de Jimena, donde tan buenos ratos habíamos pasado en otras ocasiones. También se hallaba presente el anterior alcalde, Pascual Collado, de quien guardamos un grato recuerdo.
Fue María José quien abrió el acto oficialmente, dando las gracias a los miembros del Club de Letras de Cádiz, de Jerez, de San Fernando, de Chiclana, del Puerto de Santa María, de San Pablo de Buceite y de Algeciras, por celebrar esta clausura dedicada a Leopoldo de Luis en el pueblo de Jimena.
José Antonio Hernández tomó la palabra para confesarnos, en primer lugar, su irremediable vinculación con Jimena, con la Estación y con San Pablo, reconociendo que nunca se fue del todo y que parte de lo que es, se lo debe a este enclave.
Nos habló, también, del impacto que había ejercido Jimena sobre el poeta y de cómo su poesía se había impregnado de esas experiencias hondas vividas en este lugar donde encontró, por añadidura, el amor; donde se alimentó de los ecos ancestrales de este pueblo anciano y sabio, donde respiró los aires de la sierra y de la bahía, donde sintió los contrastes de la alegría y de la tristeza, de la muerte y de la vida, donde los vientos y la sequía se amparaban en la Reina de los Ángeles para parir un pueblo de artistas. En este hombre sencillo y bueno, inquieto e intuitivo –nos decía José Antonio- latía un corazón libre y salvaje, apasionado por el lenguaje y solidario con el dolor del hombre sobre la tierra.
A continuación, nuestra compañera de Algeciras, Josefina Núñez, hacía una semblanza del Club de Letras y de sus actividades esenciales: las celebraciones del Día de las Letras, las conmemoraciones, las reuniones, la escritura de textos de creación y de crítica literarias, la publicación de la revista Speculum y del reciente Blog del Club de Letras.
Posteriormente, Josefina dio la palabra a José Regueira, al que apreciamos por su calidad humana y a quien admiramos por su incesante inquietud cultural y por su encomiable labor investigadora.
José Reguerira comenzaba su intervención haciendo constar la deuda de gratitud que el pueblo de Jimena tenía con el homenajeado, a pesar de que la Casa de la Cultura llevase su nombre y de que se le rindiera un homenaje después de su muerte. Nos cuenta la llegada del poeta a Jimena con una partida de prisioneros republicanos que venían a cumplir condena en un campo de trabajo y que habían sido transportados en vagones de ganado donde venían atados, de dos en dos, con un alambre. Regueira nos hace partícipes de una curiosa anécdota: cuando el grupo de prisioneros se apea en la Estación de Jimena y le permiten un breve descanso, Leopoldo y su compañero ven pasar a dos niñas a las que piden agua y éstas se la dan. Pasado el tiempo, estas niñas se convertirían en sus futuras esposas. Leopoldo tuvo un único hijo, Jorge Urrutia, también escritor y poeta. Recordemos que el nombre completo del padre es Leopoldo Urrutia de Luis, la supresión del apellido paterno se debió al temor a las represalias contra los vencidos en la Guerra Civil Española.
Seguidamente, Luisa Niebla, hizo un recorrido por la trayectoria de la revista del Club de Letras, Speculum, que actualmente se publica en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y que, anteriormente lo había hecho en papel. El primer número salió a la luz en el año 2009 por la necesidad del grupo de contar con un soporte escrito, tras seis años de intercomunicación oral. Muchos de sus números han contado con escritores/as invitados/as y todos los demás han estado dedicados a autores relevantes del panorama literario universal, tanto del mundo clásico como del actual. Se enumeraron dichos autores y se hizo una breve descripción de su valor humano y literario, adoptados como estimulantes modelos de identificación. Se adelantó que el próximo número, el veintitrés, estará dedicado a Manuel Fernández Mota, a quien el Club de Letras rindió un homenaje reciente en Algeciras del que se hizo alusión.
Llegó el turno de las lecturas, que nos hicieron disfrutar a todos los presentes. Loli Álvarez proclamó el culto a la palabra con su deliciosa voz, Francisca Sánchez nos hizo cómplices de su panegírico, Ramón Luque nos deleitó con la metáfora bañada en el ocaso de una ballena, Adelaida Bordés nos hizo partícipes de un espacio íntimo, acogedor y evocador, Mª del Carmen Rodríguez hizo gala de su sensibilidad rememorando la experiencia vital de una soledad transmutada, Carmen Franco nos sorprendió con sus Versos encontrados en los que nos desvelaba su mundo interior, Luisa Niebla compartió sus inquietudes líricas, Cristina Pala personificó magistralmente la palabra para conseguir su liberación, Maritxé Abad dulcificó nuestros oídos con una música sensual y sentida, Laura Puerto (leída por su hermana), nos dibujó un paisaje vital que nos hizo viajar como lo hacemos por las páginas de un libro, Cristóbal Moreno dio un triple salto imaginativo para contarnos la rutina de lo cotidiano extrayéndole su jugo literario, Antonio Díaz nos hizo la boca agua con el despliegue de los sentidos en un zumo de alientos que remataba una lengua inteligente, Mª José González homenajeó al cantaor y guitarrista Manuel Molina -recientemente fallecido- evocando su recuerdo personal con la ternura que la caracteriza, Pepi Romero recitó una fábula colorista con ella, el mar y el cielo, Aurora Romero ilustró la figura de Rafael de Cózar haciendo un homenaje poético al poeta desaparecido a través de una lectura emocionada y emocionante, Paco Herrera dejó constancia, bajo el epígrafe Exiliado y autoexiliado, de aquellas generaciones poéticas que, bajo la censura franquista, alzaron sus voces literarias y no permitieron que encarcelaran su creatividad ni amordazasen su imaginación, Mª José Morales abrió el abanico de su prosa poética para mostrarnos la ruta que el Corazón nos marca y mecernos entre sus dulces aguas y Pilar Vidal nos leyó el poema La pareja, de Leopoldo Urrutia de Luis, que sirvió como broche final a las lecturas, dejándonos a todos en la silenciosa compañía de los versos de la última estrofa:
Los dos en la tiniebla
abrazados, pequeños,
frente a la eternidad,
lloramos en silencio.
La noche continúa/ mudamente cubriéndonos
Hemos de decir que echamos de menos las voces de Antonio Rozas, de Mercedes Díaz y de Consuelo Flores, allí presentes, así como la de aquellos compañeros que no pudieron asistir.
Para finalizar el acto, los miembros del Club de Letras que tienen libros publicados, hicieron una donación de los mismos a la Biblioteca Municipal, incluidos algunos ejemplares de la revista Speculum. Lucía Coronil, la bibliotecaria, se mostró muy agradecida.
María Luisa Niebla López
1 comentario:
Estimada María Luisa, me va a permitir que discrepe en mi ignorancia literaria con el comienzo de su crónica, pero como técnico agrícola no lo puedo remediar, creo que cabrían “las hileras de naranjos o las hileras de los naranjales”, pero nunca “las hileras de naranjales” ya que si acudimos al diccionario de la RAE, nos define naranjal como “sitio plantado de naranjos”. Si queremos rizar más el rizo y para que los lugareños la entiendan mejor, tal vez debería hablar de líneos en lugar de hileras, por lo demás un placer leer su cronica.
Un cordial saludo.
Francisco Javier Núñez Lozano
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