viernes, 6 de marzo de 2015

"Buceiteña y civilera caminera", por Cristóbal Moreno El Pipeta

Maria del Carmen y su esposo Antonio.
Elegía a María del Carmen Delgado Delgado
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BUCEITEÑA Y CIVILERA CAMINERA
Una campana se alegra en el cielo,
otra suena triste aquí en la tierra,
ambas hablan con su tañer
del adiós a una buena mujer:
¡de ti María del Carmen¡

Una esperando agasajarla como en una boda,
la otra…, despidiéndola
con todo el amor de una familia
y el adiós acongojado de un pueblo.

¡Adiós esposa, adiós madre;
adiós hermana, amiga, paisana¡
¡Adiós desde tu verde-acharolado
y brillante corazón,
de niña, esposa y madre¡

¡De niña buceiteña
De esposa civilera
De madre caminera
y de nuevo…, niña,
como en un cuento de las mil maravillas,
portada de alzéimer
en un alma inocente y buena¡

¡Ay…María del Carmen¡
¡Cuánto amor desparramado dejas aquí en la tierra¡
¡Cuánto amor de amores en un esposo curtido
por tus abrazos y por tus consejos¡
¡Cuánto cariño anhelante
de la flor de una madre
con dos estambres
y cinco pistilos perfumados
a la sombra de un jazmín y una rosa¡

¡Y cuántas flores hermanas esperando,
poder abrazarte de nuevo,
en la vida, de la otra etapa.
Allá…, donde está la gloria.
Allí…, donde Dios te ha seleccionado:
Por haber sido tan buena esposa
Tan buena madre
Tan buena hermana
Tan buena mujer
Y tan buena cristiana.

María del Carmen, caminera, ¡descansa en paz¡

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Cristóbal Moreno Romero “El Pipeta”
05 de marzo de 2.015

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Cuánto amor da cada mujer
durante toda su vida!
Ya de niña da mucho amor,
a padres y a hermanos
a vecinos, a familiares
a compañeros de clase
a todos sus amigos
y a todo el que la conoce,
da muchísimo amor
del ese amor tierno y dulce
que sólo lo saben dar, los niños.
Luego se le despierta otro amor
que no es menos dulce ni tierno,
es el comienzo del amor
hacia otro o hacia otra,
que para el caso es lo mismo,
son… los albores,
que transforman y cambian
cuerpo y mente
de tierna niña, a mujer.
Después en la juventud
lo mismo que en la madurez,
da tanto amor a la pareja
y el que derrocha sobre los hijos,
que se pudiera decir:
Que es de amor, un manantial.
En la madurez y en la vejez
de ese amor, da el mismo caudal
ya que en el corazón de una mujer
nunca, nunca, sequía habrá.
Tiene tantísimo amor que dar
que habrá en abundancia
incluso, para quien no se lo merece.
Y cuando se va y ya no está,
si es que hay un más allá,
desde allí donde se encuentre
seguirá enviando amor
sobre sus seres queridos
y sobre todos
los que de ella se acuerden.
.
28.04.16
.
Antonio. - El niño del Corchado-