"... algunos aspiran a un modelo de vida “liberado” de cualquier atadura
moral e, incluso, jurídica. Fíjense, por ejemplo, en algunos casos de
corrupción".
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¿NO creen ustedes que si, además de las teorías económicas, de los adelantos científicos y de los inventos tecnológicos, aplicáramos mejor las normas de la justicia, de la moral y de la solidaridad, se paliarían de manera notable muchos de esos problemas que, como la miseria y hambre, claman al cielo y constituyen la verdadera amenaza para la paz? A veces tratamos de tranquilizarnos diciéndonos que somos víctimas de un proceso de transición en el que una moral anticuada está cediendo su lugar a otra emergente, pero el hecho comprobable es que determinadas actitudes y algunos comportamientos generalizados nos demuestran que algunos aspiran a un modelo de vida “liberado” de cualquier atadura moral e, incluso, jurídica. Fíjense, por ejemplo, en algunos casos de corrupción.
Cuando oímos proclamar con énfasis la “nueva moral”, deberíamos detenernos e indagar en los valores reales y en los principios implícitos en los que se apoya ese “nuevo ethos”, y tratar de descubrir si, realmente, nos hacen más humanos, más libres, más justos, más solidarios e, incluso, más felices. En mi opinión, puede resultar suicida el empeño de ennoblecer esta crisis presente mostrándola sólo como el conflicto entre dos morales, la una caduca y la otra en un albor que no acaba por florecer.
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