El periodista americano James Wright Foley minutos antes de ser decapitado en Siria por un terrorista yihadista. |
No debería haberlo visto. No debería haberme atrevido a verlo, pues creía conocer como es el ser humano. Creía conocer todos los pormenores de los defectos del hombre y hasta a donde puede llegar su crueldad al haberla presenciado y captado tantas veces. Pero me equivocaba.
También los medios nos facilitan conocer su poderío y su virulencia: los telediarios y prensa por ser información real e inmediata; las películas reflejando historias y hechos supuestos, a veces increíbles para que sean verdad; y las noticias oídas nos huelen a cuentos, ya que es inconcebible que el hombre llegue a los extremos inverosímiles que nos están contando.
Pero la verdad es que de la crueldad del hombre no queremos conocer nada. El más dócil, sencillo y amable (nosotros mismos) nunca nos conoceremos realmente hasta que llegue el momento. Si bien la historia está llena de barbaridades del hombre contra el propio hombre: exterminios y otras atrocidades, pero siempre está como lejano y que no nos afecta directamente, cuando realmente lo tenemos cerca y sigue ocurriendo a diario.
Yo, pobre de mí, me creía indemne y curado de espanto; fuerte mentalmente y capaz de soportar cualquier imagen que me pudieran mostrar. Pero también en esto me equivocaba.
Pues bien, como han repetido hasta la saciedad por televisión, parte del vídeo donde un soldado americano con mono color naranja, hincado de rodillas, habla en contra de su país, y está a punto de ser degollado por un islamista, me picó la curiosidad y opté por buscar el enlace en Internet; al abrirlo, con muy buen criterio, se narraba el hecho pero habían anulado el vídeo.
No obstante y como había degollamientos para todos los gustos, entré en uno donde islamistas degollaban a dos que se habían pasado al cristianismo. No debería haberlo hecho nunca. Es durísimo ver como primero a uno y después al otro, como a animales, les van cortando el cuello a las pobres criaturas, que impotentes, van sintiendo venir su muerte tan cruenta y dolorosa. Uno murió rápido ante las manos expertas de su verdugo que con maestría le separó la cabeza del cuerpo. El otro en manos de un aprendiz sufrió lo indecible.
Creo que la imagen me perseguirá hasta el fin de mis días y la concepción del hombre y de algunas religiones también.
Se dice que estamos inmiscuidos en una nueva guerra santa y que estos vídeos están para impresionar. No los quitan como el del americano. Y yo me digo, si entrar en estos vídeos a través de Internet lo puede hacer cualquiera; y si a mí me ha impresionado de esta forma ¿Cómo le afectaría psicológicamente a cualquier niño, o no tan niño, que lo visionara por la curiosidad innata de ver lo que no ha visto nunca?
Una cosa es estar todo el día viendo muertes en las películas de televisión y matando en los videojuegos a numerosos personajes, y otra ver vídeos donde la realidad es tan abrumadora como el sufrimiento mismo de los ajusticiados.
Internet también es muy cruel y perjudicial, al menos para los curiosos como yo.
3 comentarios:
Estupenda reflexión Cristobal, aunque, como bien habrás imaginado, por esa curiosidad innata que comentas, la intención de tu texto se verá en muchas ocasiones frustrada, pues provocas al lector la curiosidad de visualizar el horror que intentabas evitarnos. Sin embargo, yo me resistiré.
Un abrazo,
Si, llevas razón, pero algo tenía que decir al respecto. Las imágenes del último soldado previas a su muerte, sigue saliendo todos los días en televisión. Hoy no más tardar he vuelto a verlas en el telediario del medio día. Es decir, los medios mismos incitan continuamente a buscarlas e Internet y visualizarlas. Una vez entrado hay para todos los gustos.
No solo nos incitan a eso, sino también a esa guerra santa de la que siempre saldrán perjudicados los más débiles. Incluso estamos viviendo unos momentos de verdadero racismo; al menos entre Oriente y Occidente.
Y sigo diciendo, llevas razón, sin lugar a dudas.
La muerte de un ser humano
si no es muerte natural,
muerte por un accidente
o… voluntaria partida,
debe siempre de considerase
una aberración, un crimen
sea por manos asesinas
o por mandato de la justicia.
Nadie tiene derechos sobre la vida
de ningún hombre o mujer
si no es el Supremo Ser
el que a todos nos la ha dado.
Yo presencié en mi juventud
la ejecución de un soldado,
que lo condenaron a muerte
por haber matado a tiros
a un superior una tarde.
Llegó el reo esposado,
le quitaron las esposas,
intentaron vendarle los ojos
él no lo consintió, abrió la camisa
y expuso desnudo su pecho,
alzando los brazos al cielo
rezón a gritos el Padre Nuestro
y cuando finalizó y dijo amén,
el pelotón disparó
las armas sobre su cuerpo
cuando estaba amaneciendo,
en presencia de la tropa
pienso, que para dar ejemplo.
Cuando abatido en el suelo,
y el tiro de gracia al aire
ya que tenía su cuerpo
taladrado por todas las balas
ninguno, el tiro había errado,
el Pater le dio la Extrema Unción
mientras un médico militar
taponó los orificios con algodones
para que la sangre del ajusticiado
no corriera por la arena.
Y sin cubrirle la cara,
Ante el cuerpo nos hicieron desfilar
pasando delante del finado
ordenando vista a la derecha
para que todos lo viéramos.
Y una voz del alto mando gritó:
-Soldados, se acaba de cumplir
un mandato, una orden
de la Justicia Militar
¡¡Viva el Ejército!!
De unos cuatro mil presentes,
solo respondieron Viva
no más de tres o, cuatro
y en tono bajo, muy bajo
y… se acabaron los Vivas
todos los que detrás vendrían.
La vida humana es sagrada
y nadie tiene el derecho
de suprimirla o segarla,
ni por cuestiones religiosas,
ni por justicia ni venganza.
Hace ya más de cincuenta años
y cuando yo lo recuerdo,
me entran escalofríos,
se me erizan los vellos
y se me pone mal cuerpo.
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21.04.16
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Antonio. –El niño del Corchado-
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