Contrabandistas en la Serranía de Ronda. Grabado de Gustavo Doré, 1778 |
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La noticia saltó días atrás en los medios de comunicación de la provincia. Una red distribuidora de tabaco de contrabando en Ronda había caído en manos de la Guardia Civil. Se incautaron alrededor de 5.000 cajetillas de tabaco procedente de Gibraltar, como corolario de un dispositivo que se perfiló a finales del pasado año y que ahora ha recogido sus frutos al pillarse a los delincuentes con las manos en la masa. Establecimientos públicos y particulares habían participado en las acciones delictivas de las que ahora habrán de rendir cuentas.
Contrabandistas de nuevo cuño que retrotraen la imaginación a un proceder fuera de la ley que no es nuevo en la comarca de la Serranía.
Tan enraizado estuvo este ilícito comercio que hoy se rememora junto al bandolerismo y es motivo de exaltación turística recreándose ámbitos y caminos por los que esta gente aguerrida transitó y fue perseguida con ensañamiento.
Con la patina de lo antiguo y ensalzado por los viajeros ingleses – esa pléyade de escritores foráneos encabezados por Carter, Ford, Townsend…- las páginas que nos remontan a una recreación de oficios fuera de la ley, junto al de los arrieros, adquieren hoy día candente actualidad.
Naturalmente, el contrabandista de antaño, el que el romanticismo reivindica, nada tiene que ver con el de hoy, que no obedece sino a un enriquecimiento personal y comercio ilegal desaforado burlando la acción de la Justicia. El contrabandista del siglo XIX y principios del XX nada tiene que ver con este de hoy, el que se ha pillado in fraganti en Ronda y del que acaban de dar cuenta los medios.
Nos dice una viajera inglesa Mme de Suberwick (1847): “ Sabes que en España contrabandista era un oficio declarado, reconocido; uno se hacía contrabandista como se hacía labrados o soldado, pasaba de padre a hijo (…), el bandido y el contrabandista españoles, esas dos ramas de un mismo tronco, no se parecen en nada a los bandidos y contrabandistas de las demás naciones: los españoles se hacen contrabandistas, y en caso de fracaso, en bandoleros por amor al arte”. O en otras palabras, se recurría al contrabando como un medio de vida, no para lograr una existencia placentera, sino para escapar del hambre y la miseria.
Existe en Ronda una evidente inclinación en reverdecer leyendas y sucedidos que tuvieron como protagonistas a bandoleros, arrieros y contrabandistas de otras épocas, los cuales anduvieron a sus anchas, cuando no eran perseguidos por la Justicia y tenían que huir a uñas de caballo por los dilatados y abruptos caminos de la Serranía.
Sendas y costumbres que fueron glosadas por los viajeros románticos ingleses y galos que aludo y que nos visitaron siglos ha, dando pie a páginas cuya fama ha llegado hasta nuestros días transmitiéndonos con maestría el embeleso que a ellos le proporcionaron esta gente de mal vivir, en cuanto era trasunto de una raza indómita que hizo gala de un valor inusitado a remolque de situaciones económicas y sociales extremas en una comarcarenqueante y empobrecida.
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