lunes, 16 de diciembre de 2013

"Felicidades", por José Antonio Hernández Guerrero

Te deseo –querido amigo muchísimas felicidades. Sí; en plural y con minúsculas. Sí; te repito la frase tópica que todos pronunciamos o escribimos en estas fechas, pero me permito explicarte el sentido en el que la empleo. No te deseo que le toque el Premio Gordo de la Lotería; sería excesivo dinero y te complicaría la vida. ¿Te imaginas los problemas que se te plantearían con los bancos, con las acciones de bolsa e, incluso, con el reparto del premio entre tus padres, hermanos, hijos, yernos y nueras?


Es suficiente que te toque un “pellizco para tapar algunos huecos” y para hacer algunos regalos. No te deseo tampoco una cena de Navidad excesivamente copiosa ni siquiera exquisita. A veces, los trastornos digestivos, la subida del colesterol, del azúcar o de la tensión y hasta los infartos de miocardio durante el resto del año, tienen su origen en el exceso de polvorones, de mariscos o de turrón durante estas fiestas navideñas. Controla, por favor, la ingestión de las bebidas alcohólicas, sobre todo, de las extranjeras y de las más caras.

Te deseo salud suficiente, tranquilidad de conciencia -psicológica y moral-, paz familiar y trabajo estable. Pero tampoco estaría mal que, de vez en cuando, sientas algún dolor de cabeza, una leve molestia de estómago o, incluso, un pasajero resfriado. Estas cuitas te harán más comprensivo, más paciente y más humano. No nos vendría mal tampoco que el espectáculo de tantos seres muriendo de hambre -tú sabes que no es una exageración demagógica- nos lastimara un poco nuestras sosegadas conciencias. Todos tenemos algo que decir y que hacer para equilibrar este mundo tan desquiciado.

En la familia también nos viene bien que, de vez en cuando, discutamos y pongamos de manifiesto que cada uno es cada uno, que cada uno tiene su peculiar manera de pensar, de sentir y de actuar.

Y creo que, a los que tenemos trabajo, no nos vendría mal que nos lo tomáramos con un poco más de ilusión, de calma y de paciencia, que mezclemos el esfuerzo con el ocio y la ocupación con el reposo. A lo mejor, trabajando menos, conseguimos que trabajen más.

Te deseo que si, por ejemplo, eres rico, domines la ambición de riquezas, si eres político controles las ansias de poder, si eres deportista vigiles las ganas de triunfo. Pero te advierto que estos deseos míos no están inspirados en una concepción ascética de la existencia humana sino que nacen de un planteamiento exclusivamente biológico, psicológico y ético. Sí; me estoy refiriendo a los infartos, a las neurosis y a las ansiedades. Estoy convencido de que nuestro bienestar se asienta, sobre todo, en un equilibrio de las sensaciones corporales y de las emociones espirituales, en una armonía de las relaciones familiares y sociales, en una coherencia de los comportamientos y de las convicciones, en una unidad entre el cuerpo y la mente.

Te deseo que reserves un tiempo para la reflexión tranquila, para la conversación animada, para la lectura pausada, para el disfrute sereno del arte y, sobre todo, para el cultivo esmerado de las amistades. Te deseo, querido amigo, muchísimas felicidades.
Un abrazo, José Antonio
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*** José Antonio Hernández Guerrero es catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista.

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