La reconocida y premiada poeta y escritora Paloma Fernández Gomá, directora del certamen literario Encuentros por la Paz de San Pablo de Buceite, y autora clave e imprescindible en la interculturalidad del Estrecho de Gibraltar, nos ha regalado en este Año Nuevo dos poemas dedicados a San Pablo de Buceite, que han sido publicados en su blog.
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Madrileña residente entre Algeciras y la Carretera de El Corchado en San Pablo de Buceite, encuentra una de sus fuentes de inspiración en el bello entorno natural de nuestro pueblo.
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SAN PABLO DE BUCEITE
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Permanece entre jaras.
Marinero de cielo abierto,
tejiendo del mar su espuma
para pintar el blanco de las paredes.
Cumbre albal ciñendo montes,
añorando el recuerdo de su pasado
sobre los surcos de la tierra.
Raíz oculta de cántaros
donde anidan las tórtolas
y el eco del río impulsa molinos,
inquieta perspectiva,
que transparente condujo el tiempo.
Queda la tierra dormida
en último sollozo
absorbiendo el agrio sabor de la arcilla
o un vetusto reencuentro
que penetra los tronos carcomidos,
depositarios del legado más antiguo
que acerca riberas,
auspiciando el vareo de almendras
que se precipitan tras los charcos
hacia la profunda grieta del surco
que la tierra entreabre al sonido de la lluvia.
El fruto se extiende a la luz
o a la ingesta de abejas, laboriosas
obreras de panales y cera.
La vía ancha y solitaria de los caminos
se abre a la distancia , otorgando el don del vino
o un enjambre de raíles que se precipitan
sobre la estela de los cometas.
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Permanece entre jaras.
Marinero de cielo abierto,
tejiendo del mar su espuma
para pintar el blanco de las paredes.
Cumbre albal ciñendo montes,
añorando el recuerdo de su pasado
sobre los surcos de la tierra.
Raíz oculta de cántaros
donde anidan las tórtolas
y el eco del río impulsa molinos,
inquieta perspectiva,
que transparente condujo el tiempo.
Queda la tierra dormida
en último sollozo
absorbiendo el agrio sabor de la arcilla
o un vetusto reencuentro
que penetra los tronos carcomidos,
depositarios del legado más antiguo
que acerca riberas,
auspiciando el vareo de almendras
que se precipitan tras los charcos
hacia la profunda grieta del surco
que la tierra entreabre al sonido de la lluvia.
El fruto se extiende a la luz
o a la ingesta de abejas, laboriosas
obreras de panales y cera.
La vía ancha y solitaria de los caminos
se abre a la distancia , otorgando el don del vino
o un enjambre de raíles que se precipitan
sobre la estela de los cometas.
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Paloma Fernández Gomá
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La temprana luz del huerto
se vuelve tamiz de naranjos florecidos
en senda de cien colores
habitados de tarde,
si amasada de blanco la cal
extiende su voz de silencio
alumbrando toda la vega
de pájaros encendidos
por vuelos asimétricos
que van y regresan
desde albares espinos
hasta la humedecida ribera.
El Guadiaro deja en su fluir
eco de monte dormido
hasta llegar a San Pablo
donde se vuelve soto
que, en madrugadas de hojaranzo,
despierta con el canto del mirlo
o transita la ruta del azahar
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Paloma Fernández Gomá
se vuelve tamiz de naranjos florecidos
en senda de cien colores
habitados de tarde,
si amasada de blanco la cal
extiende su voz de silencio
alumbrando toda la vega
de pájaros encendidos
por vuelos asimétricos
que van y regresan
desde albares espinos
hasta la humedecida ribera.
El Guadiaro deja en su fluir
eco de monte dormido
hasta llegar a San Pablo
donde se vuelve soto
que, en madrugadas de hojaranzo,
despierta con el canto del mirlo
o transita la ruta del azahar
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Paloma Fernández Gomá
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