Leído en el diario Europa Sur. Por su interés reproducimos este artículo de Juan José González.
NO seré yo quien apoye el contenido de la moción que Jesús Mayoral, portavoz del Partido Independiente del Valle del Guadiaro (PIVG), presentó al pleno de la corporación sanroqueña del pasado jueves reclamando la eliminación de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar como institución política, propuesta que, como era de esperar, fue rechazada por una amplia mayoría de los concejales presentes en la sesión. Y digo que no lo haré porque, como campogibraltareño que siempre ha defendido eso de hacer comarca frente a los torpes y perjudiciales localismos que han jalonado nuestra historia, no me queda otra que aplaudir la existencia de una entidad que nos identifique como tal, que aglutine servicios y que mejore, mediante la mancomunización de éstos, la calidad de vida de los más de 300.000 habitantes que residimos en esta zona.
Dicho esto, tampoco seré yo quien quite razones al edil guadiareño en muchos de los aspectos que denuncia en su moción, puesto que es verdad que hace ya mucho tiempo que la Mancomunidad ha dejado de jugar ese papel para el que fue creada y ha terminado por convertirse, en gran medida, en un órgano que utilizan los partidos políticos -casi todos, casi sin excepción, los grandes y pequeños- para colocar a personas afines de aquellos ayuntamientos que no gobiernan, carente de contenido, con servicios duplicados y tan falto de autoridad que ni sus propios socios, es decir, los siete consistorios, creen ya en él, salvo cuando les interesa de modo particular. La Mancomunidad es, desde hace años, una institución venida a menos, muy alejada de aquellos principios que sirvieron para constituirla en aquella época de Rafael Palomino Kaiser, y que es hasta usada como moneda de cambio en pactos de gobierno municipal y hasta motivos de pelea entre agrupaciones locales de un mismo partido, lo que ha ocurrido con el PSOE y con el PP.
Por eso creo que la moción de Mayoral debería ser aprovechada, si no para suprimir la Mancomunidad, al menos para abrir un debate sobre la actual función pública que presta y de qué forma tendría que potenciarse para volver a ser lo que realmente es: una institución supramunicipal de servicios pero que también nació con una intención muy clara de asumir competencias de colaboración vecinal con las autoridades del Peñón. Y opino que el cambio producido en el Gobierno central tras las elecciones del 20-N puede ser idóneo para ello.Claro que avanzar en este sentido sólo será posible si empiezan a creérselo nuestros políticos, cosa que dudo porque unos y otros preferirán seguir utilizándola como cementerio de elefantes.
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