“No es solo un derecho, sino un Deber”, juzgar a nuestros políticos y darles un buen tirón de orejas cuando hacen las cosas mal, lo que desgraciadamente resulta demasiado habitual.
Tenemos la obligación de exigirles que cumplan con las promesas de sus programas electorales, de que nos traten con el respeto que nos merecemos, y de que sean conscientes de que es el pueblo quien los elige para los cargos que detentan.
Tenemos la obligación de exigirles que cumplan con las promesas de sus programas electorales, de que nos traten con el respeto que nos merecemos, y de que sean conscientes de que es el pueblo quien los elige para los cargos que detentan.
El desapego a nuestra clase política se manifiesta en la pasividad que demostramos en el ejercicio de nuestros derechos/deberes como ciudadanos. Hemos acostumbrado a nuestros políticos a que nos tomen por estúpidos e incultos, al aceptar cualquier argumento o justificación de sus acciones por muy increíble que estas nos parezcan. Hemos dado por bueno el “todo vale”, “otros lo harían peor”, o al tristemente conocido “o tú más”. Mientras tanto tenemos que conformarnos con la mediocridad de una clase dirigente que mayoritariamente vive de espaldas a la realidad del pueblo.
Personalmente me parece una ofensa a nuestra inteligencia, el uso arbitrario que hacen de sus convicciones, al más puro estilo del gran Groucho Marx, “…estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros”. Desgraciadamente, y en más ocasiones de las que nos gustaría a los ciudadanos, consiguen sus objetivos, no tanto por la brillantez de sus argumentos, como por la indiferencia que manifestamos ante cualquier cosa que proceda de la clase política.
Tenemos la obligación moral de ejercer los derechos que tanto esfuerzo costó conseguir, de reconquistar en las urnas la dignidad del pueblo. Que se enteren de una vez nuestros dirigentes que el poder es del pueblo, y que los políticos únicamente lo administran en nuestro nombre. En unas elecciones, se decide quien creemos que se merece nuestra confianza para gestionar los recursos comunes, que nos pertenecen a todos y no a ellos; que nunca olviden esto, al igual que nosotros hemos de ser conscientes que tenemos en nuestras manos el poder de cambiar las cosas o dejarlas como están.
Tristemente, esta forma de actuar, acaba por calar en nuestra mentalidad. La impunidad que permite el uso de las nuevas tecnologías como medios de difusión, facilita que más de un “valiente” se aproveche para descalificar e insultar a los demás, utilizando los foros, no para realizar criticas constructivas o aportar ideas, sino para dar rienda suelta a inquinas personales, avaladas por la cobardía del anonimato. Un ejemplo de esto, lo hemos podido comprobar con un “deplorable comentario” al brillante artículo que nuestro compañero Andrés Rebolledo, escribió en un conocido Blog de la localidad. No me parece muy valiente, ni mucho menos democrático, descalificar a alguien que expresa libremente su opinión y menos aún si lo hace desde la sombra, donde únicamente los cobardes e indeseables, actúan.
Por este motivo me he decidido por primera vez a escribir en este Blog, porque no debemos ni podemos seguir indiferentes ante la injusticia.
1 comentario:
La democracia que tenemos no es tal.
Los politicos que tenemos tampoco lo son, son trabajadores enchufados que quieren un puesto de trabajo privilegiado, y como tal se comportan.
Los vecinos estamos cansados pero tambien estamos acostumbrados a tanta dejadez, y por lo tanto pasamos.
Esto no hay modo de arreglarlo como no sea saliendo a la calle y echandolos de sus puestos a gritos, como ya esta ocurriendo en algunos paises arabes, Estados Unidos, Portugal, etc...
TODOS A LA CALLE YA que estos no tienen enmienda
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