Este relato ha obtenido el primer premio en el Concurso por el Día de la Madre del Taller de Escritura "Palabreando" , dirigido por Nuria Ruíz.
LA NOCHE PASADA
La noche pasada me viniste a visitar, y el sueño me regaló momentos entrañables a tu lado. Volvimos a coser, pasear, bordar, pintar, incluso a regañar. Aún queda en mi olfato, el rastro de tu olor, mamá.
La noche pasada, tu sombra y yo, charlamos en un largo paseo. Caminabas encorvada, arrastrando tus pies, con pasitos pequeños y lentos, ibas temblorosa y asida a mi brazo como solías hacer en el ocaso de tu vida.
La noche pasada, rememoré instantes imborrables, volví contigo a esa niñez olvidada, me acurrucabas, mimabas y mecías en aquella vieja silla de enea, mientras me cantabas una nana. Y adormilada en tu regazo, tus increíbles cuentos volvieron a resonar con total nitidez. Más tarde, te disfruté como anciana y peiné esa cabeza gris plata, con grandes rizos, tan suaves y bonitos, que yo siempre me empeñaba en lavar y marcar.
La noche pasada me devolvió tu profunda mirada amorosa, sonriente, agradecida y aquellos delgados labios que solían lanzar aluviones de besos a ráfagas y sin pausas. Estaba tan empapada de amor, tan llena de ti, que tu presencia está hoy en cada rincón.
¡Es tan larga tu ausencia mamá! ¡Es tan triste ver tu casa deshabitada! Antes siempre llena de hijos, sobrinos y ruidosos nietos. Son inolvidables aquellos almuerzos de grandes paellas amarillas, las largas charlas de sobremesa con rico café de cafetera vieja, tus famosas y abundantes meriendas, con olor a roscos, tortas fritas y “cochifritos”.
Esa mirada azul ahora ilumina otros cielos, y reposan en la eternidad. La muerte te llevó y te vedó ante mis ojos, pero se dejó olvidada tu esencia dentro de mí, porque hoy me sorprendo a mí misma, repitiendo tus gestos, andares y palabras, incluso aquellas que tanto me molestaban. Hoy, el espejo me devuelve tu imagen reflejada tan clara y nítida como la noche pasada.
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