"Carta a mi esposa", por Manuel Mata

>>Todos los artículos y relatos de Manuel Mata en buceite.com

CARTA A MI  ESPOSA

Querida Milagros:

Espero que al recibo de la presente os encontréis bien, tú, los niños, y tu madre. Yo bien a Dios gracias y al trato que recibo de estos señores.

Pensarás que he desarrollado el síndrome de Estocolmo como aquella chica, Patricia se llamaba, retenida por unos malhechores que acabó siendo la líder de la banda, pero no es así. A pesar de las duras condiciones, de la soledad y de la distancia, me encuentro bien de salud. Ya ves, yo, habituado a mi rutina, a no salir del pueblo, a no destacar en nada y mira la experiencia que el Destino me tenía reservada.

El jefe del grupo me ha dado permiso para escribirte y sepas, al menos, que sigo vivo por estos mundos de Dios, aunque te ruego que no des parte de mi desaparición a la Guardia Civil, ni lo publiques en el Buceite. Parecen buena gente pero creo que si los enfadamos me harían papilla y si te he visto no me acuerdo.

El secuestro se produjo al atardecer del domingo de Ramos, cuando volvía del huerto, en la curva de Chinela. Todo ocurrió en un pispás, sin posibilidad de pedir socorro, sin testigos, sin escapatoria, aunque debo reconocer que sin violencia. Y lo más curioso: ¡se han traído hasta la furgoneta! cargada de tomates, pimientos, cebollas, pepinos y una docena de huevos de las ponedoras que compramos el año pasado en la feria agrícola de Ubrique.

Ayer les hice un salmorejo cordobés, sin jamón y sin aceite claro, y terminaron chupándose los dedos y rebañando el cuenco, aunque no sé dónde han aprendido esa costumbre tan nuestra. Alucinados quedaron.

Se nota que son profesionales: seres sin corazón, sentimientos, ni capacidad para congeniar con otros. Van a lo suyo y punto. Y mira que saben cosas de mí… alérgico a los ácaros, glicerol esterificado un pelín alto, un tornillo de titanio en la rodilla; conocen, incluso, sucesos de mi infancia, la vida de mis padres, o cuando mi abuelo murió en Belchite. Como si leyeran mi subconsciente, oye. Creo que se lo cuento mientras duermo pues, como sabes, padezco de somniloquia y a veces me da por soltar discursos perfectamente audibles y entendibles por todos, pero que yo, a la mañana siguiente, no recuerdo. 

La verdad es que descanso bastante mal. Al despertar tengo una sensación de agotamiento tremenda, la cabeza como un bombo y las conexiones sinápticas de las neuronas disparatadas.

Ayer me comunicaron mi liberación en breve plazo de tiempo. Pretenden hacerlo en el mismo sitio donde me pillaron pero no lo pueden garantizar pues son muchos los factores que intervienen en estas operaciones, dicen.

Imagínate sí me sueltan, con furgoneta y todo, en la autopista Nueva York-Filadelfia con lo bestias que son los policías yanquis. Si así ocurriera, cuando les confesase que fui abducido por unos extraterrestres y que durante dos meses he servido de conejillo de Indias para estudiar la especie que gobierna este planeta, me meterían en un manicomio para los restos. O me pegan un tiro.

Bueno, no nos pongamos en lo peor. Un beso de tu marido. 

Eufrasiano.