martes, 22 de diciembre de 2020

Las Travesuras de Cupido... El día de la “Nochebuena”, por Eduardo Navarro Er Pedagogo Jimenato

>>> Eduardo Navarro en buceite.com 
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>>> De su blog Andalucía y la Educación.
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Lo primero, entiendo que se pregunten qué hace un romano como Cupido hablando de la Navidad y no de las Saturnales. Aunque tengo razones fundamentadas, sin lugar a dudas.

Las navidades tal como la conocemos viene de tradiciones muy arcaicas,  ya el árbol de Navidad, que para mí es algo moderno,  lo instituyó San Bonifacio en el Siglo VII, cuando dándole un sermón  a los “pobres” druidas en el momento del cambio de estación del otoño al invierno, cortó el árbol que para ellos simbolizaba el Universo y sembró un abeto, que adornó con manzanas y velas como símbolo del amor puro a Dios.

Sin embargo el significado de estas fechas es más antiguo, tiene que ver mucho con los cultos agrarios, con el solsticio de invierno, con el fin de un periodo de oscuridad, porque los días, poco a poco, a partir de la Navidad, van siendo más largos y la vida comienza a estar llena de luz.

Este relato me sirve para felicitarles, deseando que sea un solsticio que nos traías nueva luz para el 2021 y que ojala afine más que el solsticio de año pasado. En este año que ha sido tan complicado, la felicitación tiene una dedicación especial para las personas mayores, con toda mi admiración y afecto.

Las Travesuras de Cupido... El día de la “Nochebuena”

La Residencia donde habitaban Juan y María se ubicaba en una pequeña ciudad española. Con un hermoso parque cerca de la entrada, que en esta época de pandemia estaba cerrado para uso exclusivo de sus residentes.

María había llegado a la Residencia en verano. Sus dos hijos se encontraban bastante ocupados y alejados de su hogar. Su nieto mayor quería montar un pequeño negocio de restauración y su nieta pequeña estaba estudiando en la Universidad. Le dijeron que estaría bien cuidada, que ellos estarían siempre cerca y hacía unos meses que vendieron su casa.

También decidieron, de forma responsable, que en esta Navidad era mejor no visitarla. Ella pensaba que le afectaría tanto como a ese limonero que se seca en el retraimiento, sin embargo pareciera que le hubieran lanzado un dardo impregnado de hechizos de amor.

Y es que Juan la estaría esperando en el salón, hoy, antes de la nochebuena nada menos. ¡Se daría cuenta por fin que se estaba arreglando para él! Ella pensaba que hay cosas que no cambian y se decía: “es que los hombres no se enteran”

De esa forma, tras el almuerzo, comenzó a arreglarse para ese día grande. Ella esperaba a la peluquera en su cuarto, que llegaba con su unidad portátil y equipada con todas las medidas de seguridad en tiempo de pandemia. Tras el lavado y marcado, ejecutaba ese peinado que  hacía sentir tan bien a María. A continuación, trató de maquilarse con ligereza, para no alargar la espera de Juan, se perfumó y se puso los pendientes y su collar de perlas. Tan solo tardó un poco más de tres horas.

Juan llevaba ya once meses en la Residencia. Tenía también dos hijos y una sola nieta, de su hijo mayor. Eran su pasión, pero vivían unos tan alejados de los otros que decidieron que su padre estuviera bien cuidado. El “pobre” pensaba que “que buena gente son”.  Aunque en su estómago se movían mariposas los días antes de sus visitas.

Pero ahora no sabía que le ocurría, llegaba la nochebuena y sentía las mariposas en su estómago de nuevo, pronto bajaría al salón a esperar a María. Así que se dijo “hoy voy a arreglarme de forma tranquila”, porque le iba a decir algo ya, desde luego con la edad que tenía ya no le preocupaba que se pasara el arroz y no quería esperar.

Así que se colocó delante del espejo de su cuarto de baño, se echó colonia que le había regalado su nieta, con “salivita” se arregló el poco pelo que tenía y se colocó la gorra que le había regalado su hija, además ya estaba afeitado desde la mañana. Donde más tiempo utilizó  fue en mirarse con orgullo en el espejo diciendo: “ahí está el tío guapo”. Tardó más de cinco minutos, cuando normalmente de dos minutos le sobraban minuto y medio.

Juan esperaba en el salón impaciente y no quitaba ojo al pasillo por donde tenía que aparecer María. Y no se concentraba en la partida de parchís que echaba con Julia, Carmen y su amigo José, cuando normalmente era muy diestro en comérselas a todas, aunque ya solo con la mirada, claro.

Julia no paraba de merendar un bizcocho navideño con harina integral y calabaza, sin azúcar, “buenísimo”. José bebía con fruición un licor sin alcohol y sin azúcar, también “buenísimo”. Mientras Carmen, que conservaba en perfectas condiciones su sutileza, miraba a Juan y al pasillo de forma entretenida.

En eso que le tocaba tirar los dados a Juan, Julia estaba expectante a su tirada y pensaba ¡Ojala salga un tres! Y efectivamente... salió un tres. Y Juan, por supuesto, sin estar en lo que tenía que estar, movió la ficha del tablero que se encontraba más cercana al pasillo que tenía que aparecer María. Y Julia le dijo enfadada:

-   ¡Juan! ¿Por qué no te has comido la ficha de José, que va a ganar?

Y Carmen no pudo evitar decir:

-  ¡Él quiere comerse a otra!

Juan no se había dado cuenta que ese momento de distracción había llegado María, le pareció que venía más guapa que nunca y ella sorprendida le dijo:

-  ¿A quién te quieres comer Juan?

Se hizo un raro silencio en el salón. Carmen nerviosa por haber metido la pata, se acercó a coger el mando de la televisión apresuradamente. Y no se le ocurrió otra cosa que poner la tele a más de cincuenta de volumen. En eso, que esas horas primeras de la tarde, estaba puesta la “2” con un documental sobre la naturaleza salvaje. Se veía a un león acercarse a una leona muy decidido y el presentador decía: “Los leones pueden copular hasta cincuenta veces en el mismo día...”

Carmen, angustiada, atinó para apagar la tele. Y Juan, echo un flan, de manera atropellada le dijo a María:

-  ¡Quién fuera león ahora!

A lo que ella contestó:

-   ¡Y yo tu leona!

Y se sentaron a terminar la partida, pasaron la tarde todos riendo y cuando les trajeron las pastillas después de la merienda, no se cesaba las expresiones: ¡esa me la como yo! ¡esa te la comes tú!

Antes de la cena de Nochebuena hablarían con los suyos en sus cuartos, hasta que llegara Soledad, pero no esa que te consume por dentro el alma. Era el nombre de la cuidadora más maja que había, que esa noche tenía turno. Y Soledad los animaría a reunirse en el salón todos juntos.

Para Juan y María fue una noche muy especial, porque él en todo momento sintió mariposas en su estómago y porque ella estaba tan radiante como un limonero cargado de flores. Y de vez en cuando, algo tenía que ver los dardos enamorados que les envíe unas semanas antes, todo hay que decirlo, se agarraban a hurtadillas sus manos. Obviamente también esa noche juntarían sus manos, en el cuarto de María, con un verdadero amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Eduardo, bonina y tierna historia a la vez que muy real.


No hay otoño poeta
o al menos eso yo creo,
lo que ya sí sé que existe
es, el otoño de los viejos,
sea poeta de saber,
o solo poeta de sueño.
La hoja, protectora piel,
también se le cae al viejo,
y un árbol viejo sin hojas
con la corteza agrietada,
yo no digo que de pena
pero tampoco que de miedo.
El otoño solo sirve,
para engendrar retoños,
y eso a muchas, risas le da
y a otras seguro que miedo.
Llegará la primavera
nueva savia, brotes nuevos.
Saldrá de nuevo la pampa
si no, hemos muerto en el empeño.


23 noviembre 2011

Anónimo dijo...

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Incluso en esta pandemia,
que quizás sea muy larga,
dura, difícil y amarga
y después que haya pasado
nos queda por si era poco
una incierta pos pandemia.
No debemos de perder,
la fe, las ilusiones y esperanzas
de que después de la tormenta
siempre, siempre, siempre,
vino y vendrá la calma.
Pasar, esto pasará
y a pesar de los pesares
tenemos que Felicitarnos
ya que estamos en Navidades
y procurar si es posible
una sonrisa en los labios
aunque los tape la máscara
y mostrar ojos alegres
que es lo que se nos ve
desde hace ya casi un año,
a todos de nuestras caras.
Como siempre y es mi costumbre
Mandaros Muchas Felicidades
a los sampableños- buiceteños,
sean autóctonos o foráneos
y a los que lo son de deseos
Una Felicitación muy espacial
al quinteto de escritores y poetas,
a Medina, a Eduardo Er Pedagogo
a todos los que comentan
y a todos los que a Buceite.com, leen.



Muchas Felicidaes y Buen Año
de Antonio. - El niño del Corchado.
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