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ELEGÍA A SALVADOR DELGADO MUÑOZ
Espéranos en el principio del camino
que todos hemos de recorrer.
Espéranos con los que aqui vivieron
queriendo y amando,
y en armonía estuvimos...:
viendo, sintiendo y viviendo.
"Espérame amigo
allá donde quieras que estés
para que con tus bromas vuelvas
a hacerme niño otra vez".
Porque ya tú,
que sentías la reciente ausencia
del más pequeño de los hermanos,
y herido por la añoranza el corazón,
vuelves con él
al paraíso de esa otra vida...,
donde tu hermano Paco, tus padres,
familiares y otros amigos esperan también
a revivir sin memoria,
pero con nosotros,
los reales destinos de las esencias
vivas
en los misterios del Universo.
Mírales porque desde arriba ves
llorando
las heridas sangrantes
de sus lágrimas tristes,
no hay solución para el consuelo:
tu esposa, tu hijo y tu hija, tus hermanos,
y el resto de tu familia no se dejan
consolar
ni con los sentidos pésames
que unen a los lagrimales
en un mismo mar.
Un mar de historias cruzadas
en el elixir de la vida
llenas de rios, lagos y pozos
fluoroscencia de lo natural
como la "muer-te" misma
que solo engendra dos sílabas
con ecos en otros mundos.
Resonancia abismal de otros mundos
sumergidos en la masa celeste
alumbrada por incontables estrellas
en lo infinitamente desconocido
al que ahora tú...
SALVADOR
perteneces
por haber participado junto a tu esposa
en la creación de nuevas vidas,
hoy...: ¡un poco muertas por ti...!
Descansa en paz, Salvador,
por haber cumplido aquí
con tu cometido,
seguiremos mientras tanto:
"Caminando por la nobleza de tus huellas".
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