lunes, 30 de septiembre de 2019

"In vita", por Luís Alberto Fernández Piña

>>> Luís A. Fernández Piña en buceite.com
-
Luís Alberto Fernández Piña ha publicado este poema en la sección de poesía del núm. 37 de la revista del Club de Letras de la Universidad de Cádiz SPECULUM, que se publica en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, y dirige  el profesor José Antonio Hernández Guerrero.

-
In vita

Laura, mi querida Laura,
nombre elegido al azar para una persona real,
alguien de carne y hueso,
que me hace soñar durante el día
y llamarla con suspiros en la noche.
Una mujer atada, quizá,
por una promesa encerrada en un anillo;
o envuelta en nuevos amores pasajeros.
Una presencia que la distancia cubre con un velo,
como si se negaran a acceder mis recuerdos,
por más tiempo, a un espacio maltratado.
Si tu fuego interno se ha apagado,
pido que se me devuelva el descanso;
porque mientras miro el ocaso de mi vida,
tu mirada todavía me atraviesa
y tu voz me embelesa con su tono.
Qué extraño veneno me hiciste tomar,
me pregunto, cuando cierro los ojos
y aún recuerdo la calidez de tu mano.
Y solo deseo que mi verdugo
me dé el permiso para acudir al otro lado,
porque si fui feliz en los momentos
que viví contigo en este mundo,
qué sentiré cuando volvamos a vernos
en el eterno paraíso del ser humano.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenemos a un sampableño con sangre de poeta. Enhorabuena Alberto!

Anónimo dijo...

Precioso y emotivo. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

¿Por qué la han incinerado?
¿Por qué ella no fue enterrada
cuando murió, en campo santo?
Donde yo pudiera ir
cada mañana a rezarle,
llevarle un ramo de flores,
a contarles mis tristezas,
mis poquitas alegrías
y conversar con ella un rato.
¿Por qué quemaron su cuerpo?
¿Por qué sin nada me dejaron?
No tengo nada de ella,
ni tan siquiera un retrato.
Ni tengo derecho a pedirlo,
no me lo darían los suyos.
Ella no fue nada mío,
ella no me conoció,
nunca habíamos conversado.
Yo fui para ella y los suyos
lo mismo que sigo siendo,
un completo desconocido.
Ella era mujer casada,
ella tenía a marido,
también tenía a sus hijos.
Yo estaba de esa mujer
locamente enamorado.
Enamorado… y en silencio,
más de treinta y cinco años,
siempre mi amor lo he llevado.
Por ser ella mujer casada,
yo no tenía ni tengo,
ni tan siquiera el derecho
de decirlo o comentarlo.
Hoy he oído decir:
Que sus cenizas han llevado
en un barco y en alta mar,
allí la han depositado.
Vengo del espigón del puerto,
desde allí le he rezado.
Y donde rompían las olas,
un ramo de rosas he lanzado,
el ramo, se fue mar adentro,
mientras yo le estaba hablando.
Le decía con mis labios
lo mucho que la quería.
Que nunca antes se lo dije,
porque tenía marido,
que era de un hombre casado.
Ahora que ya quedó libre,
la muerte la ha separado.
Le he dicho cuanto la quiero,
lo mucho que la he querido.
Que siempre mi corazón,
por ella estará ocupado.

22 de abril de 2009

Anónimo dijo...

Qué bonito!!