jueves, 2 de noviembre de 2017

"Ártemis, la Diosa Cazadora", por Eduardo Navarro "Er Pedagogo Jimenato"

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ÁRTEMIS, hermana de Apolo, era la protectora de todos los niños pequeños y de los animales en el periodo de lactancia. Tenía tan sólo tres años de edad estando en los regazos de Zeus, su padre, le dijo: “Las parturientas me invocarán muchas veces, ya que mi madre Leto me llevó en su seno y  me parió sin dolores, y las parcas me han hecho patronas del parto”.


 La diosa primitiva, era una divinidad pastoral muy honrada en Arcadia.  La diosa de los animales, al igual que la Tanit púnica, a diferencia de ésta última también ostentaba la deidad de las mujeres solteras y de la caza y los bosques.

Ártemis era celosa de su virginidad, odiaba el matrimonio, aunque cuidara atentamente a las madres cuando daban a luz a sus hijos. Ella prefería cazar, pescar y nadar a la luz de la luna en los arroyos, ríos y lagos de montañas. Si algún mortal la veía alguna vez desnuda durante sus baños, como le ocurrió a Acteón, el hijo del rey Aristeo, ella los convertía en ciervo y los mandaba despedazar por su jauría de cincuenta sabuesos.
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Exigía a sus damas la misma castidad que practicaba ella. Cuando su padre, Zeus, se sedujo a una de ellas, Calisto, hija de Licaón, y Ártemis se dio cuenta que estaba embarazada, la convirtió en una osa y envío a su jauría para despedazarla, de no ser porque Zeus se la llevó al cielo y poniendo su imagen entre las estrellas, lo que hoy conocemos como la constelación de la Osa Mayor.

Todo un portento con el arco, su dominio competía con el mejor de los hombres. Tenía un afamado arco de plata construido en la fragua de los cíclopes. Utilizaba puntas para las flechas de cuarzo y cristal de roca de una región del Peloponeso y algunas flechas con la punta de obsidiana que guardaba para ocasiones especiales en su carcaj, que estaba adornado de oro y plata.

La única vez que se enamoró ocurrió en una visita para cazar en Creta. Allí conoció a Orión de Beocia, el hombre más bello de los mortales y muy astuto en la caza, cuando sus miradas se cruzaron, en un lugar que los olivos lindaban con el bosque, sintieron una atracción y admiración mutua. Y Ártemis le dijo a Orión:
“–¿Por qué no salimos juntas a cazar?. Así veremos quién consigue más cabras salvajes
–Yo no soy rival para una diosa como tú, pero me encantaría verte disparar”

El dios Apolo lo había oído y se sintió muy ofendido, porque su hermana se hubiera enamorado de un mortal. Así consiguió a través de difamaciones que la diosa Hera enviara un enorme escorpión, más grande que un elefante, para acabar con él. Se defendió con todas sus flechas, más tarde con su espada, hasta que descubrió que su coraza resistía cualquier arma de los mortales. Con el sacrificio de sus sabuesos consiguió escapar y se tiró al mar en dirección a Delos, para que lo protegiera Eos.
Apolo preparó otra artimaña, llamó a su hermana y le dijo:

“–¿Ves esa cosa negra que se ve ahí en el mar, a lo lejos cerca de Ortigia? Es la cabeza de un villano llamado Candaón, que acaba de seducir a Opis, una de tus sacerdotisas hiperbóreas. ¡Te desafío a que lo atravieses con una de sus flechas! ”
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Ártemis fue engañada por la astucia de su hermano, Candaón era el apodo beocio de Orión, ella no lo sabía. Apuntó certeramente y acabo con su vida. Cuando fue a recoger su presa descubrió que había atravesado a Orión por la cabeza. Entonces Ártemis colocó la imagen de Orión entre las estrellas, eternamente perseguido por un escorpión.

Se ha tratado de resumir la interesante historia de la mitología de esta primitiva cazadora, para ello se ha seguido a Robert Graves y Féliz Guirand. Como señora de “las cosas salvajes”, o patrona de todos los clanes totémicos recibía sacrificios en todos los lugares en donde los griegos tuvieron influencias. Ya Estrabón, en el Siglo anterior a Cristo, recoge que en todas las colonias griegas, se llevó la imagen y el ritual de culto a la Ártemis de Efesia.

También en la península ibérica, el geógrafo griego puntualizaba que entre algunos pueblos ibéricos se extendió el culto a Ártemis. Como el hallazgo de una Ártemis en un entalle romano de la Malaca Imperial, siguiendo a Pilar y Manuel Corrales, para estos autores su presencia se asocia a la presencia Fenicia, ligados a santuarios y espacios consagrados a Tanit, asumido por Astarte o Caelesti, así como la Diana romana, en donde esa relación Tanit-Ártemis asumen su papel de diosas de la fecundidad y su carácter lunar.

Para concluir, en honor a esos antiguos pobladores, la referencia a una diosa primitiva que le gusta correr por los montes y valles, que cuando la caza ha alegrado su alma, distiende su arco flexible y entra en la vasta morada de su hermano Apolo, dios de la música, en el rico país de Delfos, ordenando a los coros de Cárites que embriaguen su alma, entonces y sólo entonces, cuelga su arco y su carcaj y sus sacerdotisas vestidas entre guirnaldas y hermosas capas de colores, guían el canto de los coros.

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