P.N. de los Alcornocales con el Castillo de Jimena al fondo. |
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Así lo ha desvelado una investigación de la Universidad de Córdoba, en colaboración con la de Wageningen en los Países Bajos
Una investigación de la Universidad de Córdoba (UCO), en colaboración con la de Wageningen en los Países Bajos, ha desvelado que el bosque mediterráneo se reducirá prácticamente a matorral en 100 años por los efectos del cambio climático, ya que, previsiblemente, el fenómeno del calentamiento global conducirá a que en ese periodo las temperaturas aumenten de dos a tres grados centígrados y disminuyan las precipitaciones.
Esta cuestión, según ha informado la UCO, es la que llevó a un grupo de investigación, liderado por el profesor de Ecología, Rafael Villar, a estudiar minuciosamente cómo reaccionan las plantas ante ese aumento de temperatura, cómo responden ante la sequía y cómo se recuperan las distintas especies.
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Este grupo de científicos ha centrado su estudio en uno de los puntos calientes de la biodiversidad en España, el bosque mediterráneo. Según su investigación, publicada recientemente en un artículo de la revista Plant Biology, las especies vegetales de este hotspot persisten al incremento de temperatura y falta de agua regulando el tiempo que dedican a realizar la fotosíntesis.
Es decir, si el proceso vital para la planta, de absorber dióxido de carbono y expulsar agua es algo habitual que desarrollan durante la mayor parte del día, éste se reduce en verano y más en épocas de sequía, principalmente para ahorrar agua.
La planta absorbe el C02 a través de la apertura de los estomas de las hojas y al tiempo expulsa el agua al aire a través de estos mismos. En primavera, dicha “apertura de la planta al exterior” es elevada y la tasa de fotosíntesis es muy alta, en verano los valores bajan y en otoño, con las lluvias, la planta se recupera y crece.
De este modo, en épocas de sequía, las plantas reducen drásticamente esa apertura al exterior a dos horas al día y lo hacen a primera hora de la mañana. Si hiciéramos un paralelismo con los humanos, el mecanismo de defensa de la planta ante la sequía es comer solo una vez al día. Ahora bien, esta reducción del tiempo en que las plantas realizan la fotosíntesis no afecta igual en todas las especies.
La investigación coordinada por el profesor Villar determina que mientras que el matorral, especialmente las jaras, sufren mucho la sequía, perdiendo incluso muchas hojas, con la lluvia son las primeras que se recuperan. El matorral tiene más plasticidad fenotípica, lo que le permite modificar con facilidad sus características y adaptarse a las condiciones ambientales del momento. A esto se suma, para favorecer la permanencia de su especie, la estrategia de las jaras de colonizar rápidamente el terreno, siendo las primeras especies en colonizar tras un incendio o una sequía.
Sin embargo, según el mismo estudio, la reacción de los árboles del bosque mediterráneo, no es la misma. Así, los alcornoques no tienen tanta plasticidad fenotípica y aunque no sufren tanto la sequía y se mantienen más constante ante los cambios estacionales, la recuperación es más lenta. Esto, unido a que para producir semillas necesitan entre 20 y 30 años de edad y que éstas solo persisten unos meses y además es alimento de muchas especies animales y desaparecen con rapidez, les hace ser una especie vulnerable para su conservación de cara al próximo siglo.
Con estos datos, según la investigación objeto del artículo de Plant Biology, el bosque mediterráneo va sufrir mucho más las consecuencias del cambio climático que el matorral propio de este ecosistema. En unos 100 años este paisaje se transformará y será predominantemente de matorral, puesto que las especies típicas de la zona, como el madroño o el alcornoque, irán desapareciendo. A esta disminución de especies también contribuirá la epidemia de la seca, un problema que hoy por hoy trae de cabeza a los propietarios de las dehesas.
Así lo ha desvelado una investigación de la Universidad de Córdoba, en colaboración con la de Wageningen en los Países Bajos
Una investigación de la Universidad de Córdoba (UCO), en colaboración con la de Wageningen en los Países Bajos, ha desvelado que el bosque mediterráneo se reducirá prácticamente a matorral en 100 años por los efectos del cambio climático, ya que, previsiblemente, el fenómeno del calentamiento global conducirá a que en ese periodo las temperaturas aumenten de dos a tres grados centígrados y disminuyan las precipitaciones.
Esta cuestión, según ha informado la UCO, es la que llevó a un grupo de investigación, liderado por el profesor de Ecología, Rafael Villar, a estudiar minuciosamente cómo reaccionan las plantas ante ese aumento de temperatura, cómo responden ante la sequía y cómo se recuperan las distintas especies.
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Este grupo de científicos ha centrado su estudio en uno de los puntos calientes de la biodiversidad en España, el bosque mediterráneo. Según su investigación, publicada recientemente en un artículo de la revista Plant Biology, las especies vegetales de este hotspot persisten al incremento de temperatura y falta de agua regulando el tiempo que dedican a realizar la fotosíntesis.
Es decir, si el proceso vital para la planta, de absorber dióxido de carbono y expulsar agua es algo habitual que desarrollan durante la mayor parte del día, éste se reduce en verano y más en épocas de sequía, principalmente para ahorrar agua.
La planta absorbe el C02 a través de la apertura de los estomas de las hojas y al tiempo expulsa el agua al aire a través de estos mismos. En primavera, dicha “apertura de la planta al exterior” es elevada y la tasa de fotosíntesis es muy alta, en verano los valores bajan y en otoño, con las lluvias, la planta se recupera y crece.
De este modo, en épocas de sequía, las plantas reducen drásticamente esa apertura al exterior a dos horas al día y lo hacen a primera hora de la mañana. Si hiciéramos un paralelismo con los humanos, el mecanismo de defensa de la planta ante la sequía es comer solo una vez al día. Ahora bien, esta reducción del tiempo en que las plantas realizan la fotosíntesis no afecta igual en todas las especies.
La investigación coordinada por el profesor Villar determina que mientras que el matorral, especialmente las jaras, sufren mucho la sequía, perdiendo incluso muchas hojas, con la lluvia son las primeras que se recuperan. El matorral tiene más plasticidad fenotípica, lo que le permite modificar con facilidad sus características y adaptarse a las condiciones ambientales del momento. A esto se suma, para favorecer la permanencia de su especie, la estrategia de las jaras de colonizar rápidamente el terreno, siendo las primeras especies en colonizar tras un incendio o una sequía.
Sin embargo, según el mismo estudio, la reacción de los árboles del bosque mediterráneo, no es la misma. Así, los alcornoques no tienen tanta plasticidad fenotípica y aunque no sufren tanto la sequía y se mantienen más constante ante los cambios estacionales, la recuperación es más lenta. Esto, unido a que para producir semillas necesitan entre 20 y 30 años de edad y que éstas solo persisten unos meses y además es alimento de muchas especies animales y desaparecen con rapidez, les hace ser una especie vulnerable para su conservación de cara al próximo siglo.
Con estos datos, según la investigación objeto del artículo de Plant Biology, el bosque mediterráneo va sufrir mucho más las consecuencias del cambio climático que el matorral propio de este ecosistema. En unos 100 años este paisaje se transformará y será predominantemente de matorral, puesto que las especies típicas de la zona, como el madroño o el alcornoque, irán desapareciendo. A esta disminución de especies también contribuirá la epidemia de la seca, un problema que hoy por hoy trae de cabeza a los propietarios de las dehesas.
6 comentarios:
¿Cien años? y si no son menos porque al ritmo que va la seca de alcornoques, ni la mitad diria yo.
Lamentablemente nuestro Alcornocal está amenazado. Después de ver el horror del incendio en Doñana, debemos concienciarnos de la necesidad de proteger los bosques y su biodiversidad. Es urgente aumentar las dotaciones del Infoca para prevenir ( los incendios se apagan en invierno). Es necesaria una política forestal que combata los males que aquejan a nuestro Alcornocal, actuar contra la seca con repoblaciones de alcornoques y controlar los hervíboros entre otra muchas medidas.
Cada vez que se habla de nuestros montes, decimos y reconocemos que se están muriendo un poco cada día. Argumentamos distintas causas: la “seca” del alcornoque, el cambio climático con veranos muy largos, la contaminación de CO2 y de N2O, la sequía. Pero nadie menciona que la causa puede ser la explotación del corcho.
Un alcornoque sin hacerle la saca, dura 500 años, con descorches vive 200 años, que coinciden con los años que la industria se fijó en él. Pero claro, esto es un negocio y una forma de vida que nadie se atreve a denunciar.
Es necesario un estudio inmediato de las repercusiones en la vida del QUERCUS SUBER de la saca. De momento podríamos empezar alargando el empiece de la saca de los 35 años al doble como mínimo y cada 9 o 10 años de descanso, deberíamos de realizar el siguiente descorche como mínimo cada 20 años.
Al chaparro debemos de darle un tratamiento como a las especies marinas, es decir un periodo de veda para que se regenere. La veda en las especies marinas, no le gustaron a los marineros que vivían de la pesca. Pero ahora reconocen que pueden seguir viviendo de la pesca gracias a la veda, eso mismo nos pueden pasar con los bosques.
estoy de acuerdo con algunos puntos que usted relata señor alonso, pero veo que usted anda poco por" nuestro parque ", pero que me dice usted de los alcornoques jóvenes que nunca se a tocado su preciada corteza? También se están secando, ciclos de la naturaleza, eso puede ser otro motivo, unas especies desaparecen y otras continúan
Estamos en continua evolución
Sr. anónimo, no tengo que ir al bosque para conocer algo de la vida del alcornoque. Llevo 35 años viviendo debajo de los chaparros, he sufrido con ellos dos plagas de la lagarta peluda, y conozco sus efectos y lo que sufren. Le hice dos sacas y soy conocedor del estrés que le produce al árbol esa herida “tarda varios años en reponerse en hojas y producción de bellotas” y gracias a un buen consejo de un amigo biólogo, no le hago saca desde hace 20 años y nunca han estado en mejor forma que ahora.
Según lo que he leído sobre la Seca, la causa principal es debida a un hongo, que se transmite por heridas de herramientas y cualquier otro tipo de contacto,como "el picar de un pájaro" sabemos como funciona los hongos, son oportunistas, esperan años en su cuerpo, hasta que su victima tienen las defensas bajas y es cuando actúan, defensas que bajan por la sequía, contaminación y por cualquier heridas que sufran.
Si se ha demostrado que un Quercus Súber dura 500 años y si le hace la saca no pasa de 200 años, algo sufrirá el arbolito ¡Digo yo!
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