Cuando relaté el inicial viaje que realicé de chiquillo a Castellar de la Frontera, lunes, ocho de agosto de 1960, procedente de Jimena para estrenarme en la contemplación de una novillada, (https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/11/06/29871/) además acompasada de características singulares por celebrarse en el interior de su Castillo fortaleza, me obligó, previamente a su elaboración, a tener que repasar cómo se hallaba ese pueblo en el momento de mi visita (https://ignaciotrillo.wordpress.com/2016/12/06/29970/) así como adentrarme en la historia de este noble pueblo. Plasmado ya el primer apartado junto al precedente de cuanto ocurrió en la becerrada que ha sido motor del aterrizaje en este pueblo vecino, se trata aquí, cerrando la trilogía dedicada a Castellar, de adentrarme en su pasado remoto.
Por esta relación tan íntima con el pueblo y las gentes de Jimena de la Frontera, pueblo donde nací y crecí, es por lo que deseo compartir a continuación unos retazos sobre la pintoresca y sobrellevada historia de Castellar, municipio colindante. Si el lector tiene paciencia, podrá acompañarme con su lectura para llegar a esa misma conclusión, a la vez que profundiza en el conocimiento de este encantador enclave.
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1 comentario:
Un lugar maravilloso....que casi se han cargado los políticos. Véase el hotel. Una vez dentro parece que en vez de estar en una fortaleza medieval está uno en un hotel de carretera.
La típica historia de destrozo patrimonial quitando vigas de roble para ponerlas de hormigón. Desechando las baldosas para poner suelo gres (por ejemplo) "porque así es más fácil de limpiar".
¿Dónde está el control del patrimonio para conservarlo como es debido?
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