miércoles, 8 de junio de 2016

Recomiendan: Vicenç Navarro contesta a Susana Díaz: ¿Qué es la socialdemocracia?

Vicenç Navarro es Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas, Universitat Pompeu Fabra, y autor del libro ‘Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica al pensamiento económico dominante’ (Anagrama, 2015). 

Fue asesor en política social y económica de todos los gobiernos del PSOE de la democracia, actualmente es asesor de la política económica de Podemos.
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La Presidenta de Andalucía, que provisionalmente apoya al candidato del PSOE para la presidencia del gobierno español, el Sr. Pedro Sánchez, acusó a Podemos en general, y a Pablo Iglesias en particular, de haberse presentado en un denunciable ejercicio de camuflaje como la nueva socialdemocracia, subrayando que el socialdemócrata de verdad es el PSOE, siendo Podemos un impostor. Y como un indicador de tal impostura señaló que Marx y Engels –presentados por Pablo Iglesias como socialdemócratas- no habían sido en realidad socialdemócratas. Esta declaración por parte de una persona (Susana Díaz) que aspira a ser la Secretaria General del PSOE es sorprendente y preocupante. Marx y Engels fueron  fundadores del proyecto político encaminado a establecer el socialismo, objetivo que podía alcanzarse bien a través de la vía democrática (los orígenes de la socialdemocracia), o bien a través de la vía revolucionaria (el marxismo leninismo o comunismo). Ambas tradiciones políticas han estado basadas en el marxismo, y por lo tanto ambas pueden atribuirse el haber establecido sus bases ideológicas en los escritos de tales autores. Es más, incluso cuando el PSOE renunció al marxismo como ideología de partido, promovió en sus escritos mantenerlo como instrumento de análisis crítico y teórico (véanse los documentos del Congreso Extraordinario de 1979).

La vía leninista se realizó más en los países subdesarrollados (la Unión Soviética, China o Cuba, entre otros) que en los países desarrollados, donde la vía socialdemócrata fue la que prevaleció. En Europa, el Estado del Bienestar (componente importante del socialismo) se alcanzó por la vía democrática, siendo la socialdemocracia uno de los máximos responsables del desarrollo de la Europa Social. Alcanzó su máximo desarrollo en los países escandinavos, que fueron gobernados durante la mayor parte del periodo 1945-1990 por partidos socialdemócratas aliados con partidos comunistas y/o verdes y/o agrarios. Quisiera acentuar que el motor de tal proyecto siempre fue el de desarrollar una sociedad en la que se distribuyeran los recursos según el principio de “a cada persona según su necesidad, y de cada persona según su habilidad y capacidad”, necesidad y habilidad definidas democráticamente. Hoy tales países, gobernados por la socialdemocracia durante más tiempo (los países escandinavos), son los países que tienen menos desigualdades de clase y de género, mayor gasto público social por habitante, mayor progresividad fiscal, y cuyo Estado es más redistributivo, más transparente y más participativo. Son también, por cierto, los Estados más descentralizados con mayor protagonismo del poder local y municipal (ver Democratic Class Struggle, de Walter Korpi).

¿Qué ha pasado con la socialdemocracia española?

 El PSOE ha sido, durante el período democrático, el partido que más ha expandido el Estado del Bienestar, históricamente poco desarrollado y poco financiado. Pero su adaptación al Estado heredado de la dictadura tuvo costes elevados, incluyendo su moderación. Y su integración en el establishment político-mediático significó su acatamiento y complicidad con los establishments financieros y económicos, que solidificaron su creciente moderación, abandonando en su camino muchos principios y muchas demandas, y convirtiéndose en una organización cada vez más vertical, autoritaria y poco democrática. Y lo sé porque lo vi con mis propios ojos.

Desde que volví del exilio he asesorado a todos los gobiernos progresistas (a nivel estatal, autonómico y local) que me lo han pedido. Y en esta condición he asesorado a todos los gobiernos socialistas que ha habido durante el período democrático, sobre todo en áreas de política social, pero también en áreas de políticas económicas. Creo que contribuí sustancialmente al establecimiento del cuarto pilar del Estado el Bienestar (ver mi artículo “El cuarto pilar del Estado del Bienestar”, Público, 15.10.09).

Ahora bien, mi distanciamiento apareció a raíz de la respuesta que el gobierno Zapatero le dio al inicio de la crisis. Fue entonces cuando se interrumpió mi relación de asesoría al PSOE, pues su respuesta era típica del pensamiento neoliberal, equivocándose en su diagnóstico y en sus recetas. Y dentro del PSOE fue la victoria de los liberales, liderados en parte por Jordi Sevilla, al cual conocí bien, y con el cual tuve muchos desacuerdos debido a su postura explícitamente liberal. Fue bajo su consejo que Zapatero indicó que bajar impuestos era de izquierdas (ver mi artículo ” El referéndum es una excusa del PSOE y de las derechas para que no se establezca un gobierno de izquierdas”, Público, 18.02.16). Hoy dirige el equipo económico del Sr. Pedro Sánchez. En su respuesta a la Gran Recesión el PSOE dejó definitivamente de ser socialdemócrata, y antepuso el proyecto liberal al proyecto socialdemócrata. Ello era fruto y consecuencia del maridaje entre el aparato del PSOE y el establishment financiero-económico.

Continué colaborando con la revista Temas para el debate, dirigida por lo que se llamaban “guerristas”, que subrayaban el deseo de estar abiertos, dar la bienvenida y ofrecer colaboración a todas las voces críticas de izquierdas, reputación que no respetaron cuando me vetaron por escribir un artículo crítico con la respuesta del PSOE a la crisis (ver “La ausencia de la necesaria autocrítica en la socialdemocracia”, Público, 13.05.14). Antes había tenido ya tensiones por un artículo escrito donde había defendido una visión plurinacional y no jacobina de España. Su tolerancia hacia tal artículo fue nula, dentro de una sensibilidad (la guerrista) que consideraba que el presidente socialista de la Generalitat, José Montilla, y la vicepresidenta del PSC, Manuela de Madre, estaban “contaminados de nacionalismo”. Y ahí está el problema. No hay izquierda hoy dentro del aparato del PSOE. Este partido es un aparato, parte de la casta, que está defendiendo sus intereses de aparato a ultranza. Es sorprendente la falta de diversidad y debate dentro del PSOE, y también la falta de protesta entre sus bases por su comportamiento. De ahí la interrupción de mi colaboración y asesoramiento. Conocí a gente excelente pero que escogieron permanecer en silencio, por un sentido de lealtad mal aplicado. Las bases del PSOE son claramente de izquierdas, y el gran retroceso electoral de la socialdemocracia en España y en Europa se debe precisamente a la adaptación al neoliberalismo por parte de tales aparatos. El último caso es lo que está sucediendo en Francia.

La aparición de Podemos y mi asesoramiento a tal partido

 Debido a lo narrado anteriormente era, pues, lógico que saludara con gran alegría el 15-M, cuyo éxito fue debido a que pudo comunicarse con las clases populares, canalizando su descontento. Sus demandas no eran demandas a favor de la revolución socialista o del fin del capitalismo. Influenciadas por la Primavera Árabe, sus demandas eran mucho más sencillas y mucho más amenazantes para la estructura de poder. Cuando rodearon las Cortes Españolas y el Parlament de Catalunya (en mi presencia, pues me habían invitado a dar una charla en tales actos) pedían democracia, una demanda que implicaba una denuncia precisamente de la falta de democracia en las instituciones representativas del país. Sus eslóganes fueron muy populares. “No nos representan” lo decía todo. Y el 82% de la población española estaba de acuerdo. “No hay pan para tanto chorizo” era otro eslogan, también muy popular, que señalaba la extendida corrupción del Estado, basada en el maridaje entre el poder financiero y económico por un lado y el poder político-mediático por el otro.

Fue precisamente la certeza del diagnóstico por un lado, y la sencillez y accesibilidad de su discurso por el otro, lo que explica su enorme capacidad de movilización. Y utilizaron ampliamente el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España (escrito por Juan Torres, Alberto Garzón y yo mismo) como un punto de referencia. El libro mostraba, por ejemplo, que Zapatero congeló las pensiones cuando podría haber conseguido más dinero manteniendo el impuesto de patrimonio o anulando la rebaja del de sucesiones, o que Rajoy podía haber revertido la bajada del impuesto de sociedades de las empresas que facturaban 150 millones de euros al año y que representaban menos del 0,12% de todas las empresas, consiguiendo con ello casi el mismo dinero que el que consiguió recortando 6.000 millones de euros de la sanidad pública. Se habrían evitado los recortes si hubieran seguido las alternativas que nosotros sugeríamos. Estos datos, fácilmente entendibles, mostraban claramente la falsedad del argumento de que no había alternativas, argumento utilizado por la estructura del poder para defender políticas sumamente impopulares. Se mostraba así que el PSOE había dejado de ser socialdemócrata. Y es ahí donde el maridaje entre el aparato del partido y los lobbies financieros y económicos apareció en toda su crudeza, en la aplicación de las políticas de austeridad y de reforma laboral que inició el gobierno del PSOE, y que más tarde el gobierno del PP continuó y expandió.

Hacía falta una nueva fuerza política basada en el rechazo a tales políticas, y que recuperara el proyecto de establecer una sociedad más justa y más solidaria que había sido abandonado por el PSOE. Era, pues, predecible que nos invitaran a mí, junto con el profesor Juan Torres, autores del libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España junto con Alberto Garzón, para que los dos escribiéramos el marco estratégico de sus políticas económicas. Y así surgió “Un proyecto económico para la gente” (ver el documento “Democratizar la economía para salir de la crisis mejorando la equidad, el bienestar y la calidad de vida. Una propuesta de debate para solucionar los problemas de la economía española”). Este plan era de clara sensibilidad socialdemócrata, con acento escandinavo. El programa final de Podemos, y ahora el de Unidos Podemos, encaja, en su gran mayoría, con este marco que definimos.

Referirse a tal propuesta como bolivariana, utópica, irrealizable, y otros epítetos, define más al que insulta que al insultado. Es absurdo, demagógico y profundamente deshonesto. Ellos lo saben, y deberían avergonzarse de tanto insulto. En mi vida he asesorado a muchísimos gobiernos, desde los gobiernos Allende y Fidel Castro (en su reforma sanitaria), por un lado, a los gobiernos socialdemócratas suecos, a la Casa Blanca (en la reforma sanitaria dirigida por la Sra. Clinton), al gobierno Felipe González, así como al tripartito de Pasqual Maragall. Y nunca había encontrado tanta hostilidad (casi odio) como en el caso de este programa, consecuencia de que las derechas (y ahora el PSOE) tienen una cultura democrática muy limitada.

En defensa de Pablo Iglesias

 Y aprovecho para defender a Pablo Iglesias, hoy considerado no el adversario, sino el enemigo nº 1 del establishment financiero-económico-político-mediático del país. El grado de odio expresado hacia Podemos en general, y hacia Pablo Iglesias en particular, es extremo y, francamente, repugnante. Léanse el editorial de El País del pasado domingo 5 de junio, y verán lo que digo. Me apena que profesionales que respeto de ese rotativo hayan permanecido callados delante de tanta mala leche y bajeza. Y verán que pronto los Eduardo Indas de turno “descubrirán” que Pablo Iglesias estuvo envuelto en el asesinato del presidente Kennedy.

Se habla constantemente de la agresividad de Pablo Iglesias hacia el PSOE, con la famosa ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­“cal viva” refiriéndose a Felipe González. Pero no se dice que esta expresión de Pablo Iglesias fue en respuesta a la gran agresividad de Pedro Sánchez, expresada minutos antes en el debate parlamentario, cuando acusó a Podemos de apoyar a ETA, y solo un par de días después de que Felipe González acusara a Podemos de recibir dinero y apoyar a un gobierno dictatorial peor que el liderado por el General Pinochet. Es difícil alcanzar un nivel más alto de mala leche. Y El País nunca se ha referido a la agresividad de tales señores, a los cuales Pablo Iglesias respondía. Y ya no digamos de La Razón o el ABC.

Habiendo demonizado a Pablo Iglesias, ahora la estrategia del PSOE es centrarse en Pablo Iglesias como el responsable directo de que Rajoy continúe en el gobierno, ocultando que había otra alternativa, la alianza de las izquierdas con el PNV, que hubiera terminado con las políticas neoliberales, nefastas para este país.

Una vez más se utiliza la llamada a la Unidad de España para defender intereses financieros y económicos específicos 

La realidad es que la llamada a la Unidad de España se repite una vez más para defender los intereses económicos y financieros que resultarían afectados por la aplicación de las políticas socialdemócratas que propone ahora Unidos Podemos. Hoy el tema nacional y el tema social están íntimamente ligados. Son los que defienden la España uninacional los mismos que están aplicando las políticas neoliberales que dañan a España. Pero otra versión de España, la España plurinacional, está surgiendo desde la periferia hasta el centro. La alianza de todas estas fuerzas, reflejada en la alianza Unidos Podemos, representa una gran posibilidad de cambio profundo en España, revirtiendo las políticas neoliberales que han sido tan dañinas para la calidad de vida y el bienestar de las clases populares de este país.

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