En el fallecimiento de José Antonio Carrión Benítez.
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COMO una suave y cálida brisa
impregnada de intenso amor, pronto nos abandonaste,
en busca del regazo celestial
de sangre antecesora y paternal.
Como una suave y cálida caricia del viento
ardorosa de amistad y sinceridad,
de compañerismo y humildad;
como un silencioso eco viviente, recorre hoy
y recorrerán siempre…, tus carcajadas,
las calles y el ambiente de este pueblo
enganchadas al alma de un extraordinario ser
bueno y amable con todos sus semejantes,
afable, campechano, enamorado…
de su fiel y perdurable esposa, de su amado hijo…
¡¡Atravesado su corazón como la corona de Cristo!!,
que acumulaba penas en su baúl de hígado, tristeza infinita…
cambiando vida por la aburrida muerte:
en vida; suplantando…
Cambiando muerte por ríos de lágrimas familiar
¡Ay, José Antonio!
¡¡Dios nunca ensombrecerá tu sombra!!
¡Ay, José Antonio Carrión!
¡¡Dios nunca creará un río con tan brillantes lágrimas!!
¡Nunca, nunca… habrá esposa con más amor!
¡Ya jamás, la calle Real, sin ti, será tan real!
Descansa en Paz.
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